DE AUSCHWITZ A GAZA. SEMEJANZAS
DE DOS
GENOCIDIOS
RAMÓN SORIANO
Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y
Política de
la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
La gente camina entre escombros en la
ciudad
de Gaza, a 7 de enero de 2024.- EP
Jean Améry, pseudónimo de Hans Meyer, fue un judío austríaco, que tras la anexión de Austria a Alemania en 1938 se exilió a Bélgica, donde formó parte de la resistencia contra los nazis. Apresado por la Gestapo, fue enviado al campo de concentración de Auschwitz. Liberado por los ingleses en abril de 1945, escribió la monografía Más allá de la culpa y la expiación, publicada en 1966. Su relato, de enorme relevancia por ser un contrapunto de la opinión de Primo Levi, con el que compartió barracón en Auschwitz, y de otros intelectuales judíos partidarios del olvido y de pasar página sobre lo acontecido, me sirve de guía para este artículo, en el que pretendo encontrar algunas semejanzas entre ambos genocidios: el de los judíos a mano de la Alemania nazi y el de los palestinos de Gaza a mano de los israelíes. Cosas veredes... el pueblo víctima de los nazis convertido ahora en el pueblo verdugo de los palestinos.
La
deshumanización y el desarraigo
Auschwitz
Fue el primer golpe, que recibió Améry
en la fortaleza de Breendonk, un choque psicológico brutal. Desde ese momento
se produce el intento por los carceleros de deshumanizar a los presos,
convirtiéndoles en infrahumanos, como si fueran animales o cosas. Este proceso
de deshumanización, que atraviesa todas las páginas del relato, es intencionado
y responde a un programa de los nazis, advierte Améry, quien llega a afirmar
que "el terror no era un instrumento del Tercer Reich, sino la esencia del
mismo". Poco a poco advertirá que la deshumanización era el primer paso
para el exterminio de la población judía.
Pero la deshumanización actúa en un
doble sentido, según Améry: te deshumaniza el cruel enemigo y con ello tú mismo
te deshumanizas, porque vas poco a poco desligándote de la humanidad, de la
especie humana de la que eres miembro: "la confianza en el mundo que ya en
parte se tambalea con el primer golpe, pero que con la tortura finalmente se
desmorona en su totalidad, ya no volverá a restablecerse". Sufres un
desarraigo respecto a tu patria y a lo que has sido. En Améry, un brillante
episodio describe cómo la "patria chica" reconfortante, que reside en
tus recuerdos, va siendo olvidada y sacrificada por la dominante y opresora
"patria grande", en la que ahora te encuentras.
Gaza
Los palestinos de Gaza han sufrido innumerables
humillaciones por parte de los israelíes en una sucesión de guerras en cadena
desde que eran niños, si han tenido la suerte de no ser masacrados en la
infancia o la adolescencia. Améry sufrió el golpe de los nazis cuando ya era
mayor y estuvo en Auschwitz pocos años. Imaginen el contraste con los gazatíes,
que desde su nacimiento han sufrido la opresión, encerrados en un recinto que
es como una cárcel a cielo abierto, y dependiendo a todos los efectos de la
voluntad dominante del Gobierno de Israel, y en varios tramos de su vida
guerras de invasión de su territorio. Se habla mucho de la invasión israelí
actual, como es lógico, pero ya soportaron una terrible invasión en 2014 con la
misma estrategia de destrucción de sus infraestructuras e inmuebles civiles de
todo tipo y el mismo resultado de muertes en una cifra muy por encima de la de
los israelíes.
Las autoridades israelíes emplean un
lenguaje deshumanizador en relación con los palestinos. Ha trascendido que el
ministro de Defensa les ha llamado "animales". Pero esto no es nada
con las expresiones y conductas contenidas en el informe y la documentación de
las ONGs y asociaciones, que han denunciado a Israel ante el fiscal general de
la Corte Penal Internacional de la Haya. Por otro lado, a la vista de los
hechos, en una "larga guerra" como asegura el primer ministro israelí
Netanyahu, con el bombardeo indiscriminado de hospitales, escuelas, mezquitas,
etc., y cifras altísimas y crecientes de muertes de civiles, muchos de ellos
niños y mujeres, es muy difícil no pensar que estamos ante un proceso
histórico de deshumanización del pueblo palestino, que ahora el Gobierno
israelí intenta culminar con lo que en el derecho internacional se denomina
genocidio, porque los hechos demuestran que se ha producido "una
intencionalidad de exterminio". En el momento de la firma de este artículo
algunos ministros israelíes lanzan la idea de la deportación de los palestinos
supervivientes de Gaza a los territorios de otros países. ¿Cabe dudar del
propósito del Gobierno israelí, consistente en apropiarse de todo el territorio
de Gaza?
La
banalidad del mal
Auschwitz
Améry
describe su sorpresa al contemplar el mal como algo normal. Sus carceleros
actúan como, si lo que hacen, fuera lo adecuado. No sienten nada o aparentan no
sentir nada reprobable al ejecutar la opresión y el castigo de los presos. En
la primera edición de su obra, publicada en 1966, el filósofo austriaco afirma
expresamente que su escrito no va dirigido a "sus compañeros de
infortunio", sino a los alemanes, "que en su aplastante mayoría no se
sienten responsables de los actos al mismo tiempo más sombríos y más
característicos del Tercer Reich". Presencia y explica este hecho
sorprendente, que dos años antes la filósofa Hannah Arendt, tras asistir a las
sesiones del proceso penal contra Eichman en Israel, describe como la
"banalidad del mal" en su libro Eichmann en Jerusalén, de
1964; el mal como un hecho ordinario reprobable desprovisto de connotaciones
negativas para sus practicantes, que lo ejecutan porque es el procedimiento
establecido.
Gaza
¿Qué pueden pensar del mal los gazatíes,
que desde que eran niños, constantemente, día a día, año tras año, encerrados
en un territorio con puertas que no pueden abrir, siempre vigilados y a las
órdenes de los soldados israelíes, que en cualquier momento pueden atacarles?
¿Cabe peores condiciones de vida para asimilar la normalidad del mal? Y,
sobre todo, ¿qué pueden pensar del mal ahora los niños de Gaza, milagrosamente
supervivientes, tras presenciar el genocidio de sus familiares y de su pueblo?
El
resentimiento
Auschwitz
Lo
que no esperaba Améry es que el resentimiento se apoderaría de él tras ser
liberado del campo de Auschwitz. Sus primeros momentos de satisfacción se
convirtieron rápidamente en desazón y resentimiento. Tras el término de la
guerra todo el mundo clamaba contra la imperdonable vulneración de los más
elementales derechos humanos perpetrada por los nazis. Poco después las
imprecaciones dieron paso en poco tiempo a una estrategia de las potencias
occidentales, vencedoras de la guerra, de olvidar y mirar hacia el futuro, que
Améry vio como una inexplicable e injusta medida para dejar impunes a los
verdugos del holocausto judío. Conforme se desarrollaba la nueva política,
crecía su resentimiento. No concebía la impunidad de tantos miles de alemanes
-unos actores de primera fila del exterminio judío y otros cómplices de su
aplicación-. Y que todo quedara en el procesamiento de algunos pocos destacados
líderes nazi. Es el asunto más reiterado en sus páginas: la marcha atrás de la
exigencia de responsabilidades ante "la culpa colectiva del pueblo
alemán", que conocía y había consentido el genocidio de los judíos. Como
se desprende del título de su libro, la culpa exigía la expiación. Había que reestablecer la justicia
universal y esto solo era posible mediante el contrapeso del crimen cometido
por los alemanes y su expiación.
Llegó
el momento, en el que Améry no pudo más, y se aplicó su solución personal final
-el suicidio-, después de haberse liberado de la solución final programada
por Hitler para todo el pueblo judío. En un hotel de Salzburgo, en Austria, su
patria chica, a la que no había querido volver, se suicidó ingiriendo
somníferos en 1978.
Gaza
En relación con las guerras
palestino-israelíes, y especialmente con la que ahora está aconteciendo,
algunos comentaristas hablan de que la conclusión de la guerra producirá aun
mayor inestabilidad entre ambos países que la existente con anterioridad a su
declaración. El motivo es el aumento del resentimiento de la población gazatí
superviviente, que habrá sido elevado a una cota probablemente irreversible, al
menos durante largo tiempo. Améry contempló y vivió la masacre de sus
compatriotas en un reducido campo de exterminio durante pocos años. La
población gazatí contempla y vive el exterminio de un pueblo entero dentro del
territorio de su nación con sucesivas invasiones del enemigo y sin que se
divise en el futuro el fin de las guerras. Un enemigo invasor que siempre ha
incumplido las resoluciones de Naciones Unidas, de la que es miembro, y que
practica la ilegal ocupación del territorio palestino con riadas de colonos
israelíes. El resentimiento de la nación palestina y singularmente de los
gazatíes sigue aumentando y no podrá quebrarse con el mejor tratado de paz y de
reconocimiento de derechos imaginable. Porque el resentimiento -como el que
llevó al suicidio a Améry- no es un sentimiento fácil de curar. No creo que su
curva ascendente pueda ser doblegada con la creación definitiva de un Estado
palestino, en el que ya no creen los palestinos engañados con falsas promesas
desde 1948.
La
omnipresencia de la muerte
Auschwitz
Améry describe la presencia de la muerte
en todas partes y en cualquier momento en el campo de concentración. Y la mejor
disposición ante ella de quienes tenían la protección de las creencias
religiosas o políticas -Dios o la revolución pendiente- y también de las
personas más sencillas que las ilustradas, como él. "La muerte estaba
omnipresente. Las selecciones para la cámara de gas se realizaban a intervalos
regulares. Por una nadería, los presos eran ahorcados en el patio, y al son de
una alegre música de marcha éramos obligados a desfilar ante los cuerpos, que
se balanceaban en el patíbulo...Se moría en masa, en el lugar de trabajo, en la
enfermería, en el búnker, en el barracón". Hay una frase sobrecogedora de
Améry cuando dice que la preocupación de los prisioneros no era propiamente la
muerte, sino cómo se moría: "la gente casi no se preocupaba de si había
que morir, o del hecho de que se tuviera que morir, sino solo de cómo
sucedería". Siguen ejemplos espeluznantes, que prefiero no citar.
Gaza
La presencia de la muerte igualmente
campea por el territorio de Gaza: nadie está a salvo ante los engaños del
Gobierno israelí, desplazando a los palestinos hacia falsas zonas de seguridad,
el bombardeo constante y en aumento de cualquier inmueble civil con civiles
dentro, el cierre de las puertas de salida del territorio, la negación a la
entrada de ayuda humanitaria ¿Se pueden imaginar peores condiciones de vida
para evitar la muerte? No hay escapatoria. La muerte te aguarda en cualquier
lugar y momento. Gaza se ha transformado en un nuevo Auschwitz.
Recuerdo las palabras de un médico
integrante de Médicos sin Fronteras, que estuvo en primera línea en un hospital
bombardeado, en un programa del canal 24 horas de TVE: "Los gazatíes
únicamente esperan ya morir". En aquel momento pensé en Améry y en
escribir este artículo. Me pregunto si algunos gazatíes también "esperarán
ya morir", como el suicida Améry, tras la finalización de la enésima
invasión de Israel en Gaza.
La
perplejidad
Auschwitz
Améry fue de sorpresa en sorpresa, como
él asegura, desde su detención en Bélgica hasta su liberación en Alemania. Pero
sufrió una sorpresa posterior, probablemente la más inesperada, que le produjo
la mayor perplejidad: el cruce de brazos del mundo occidental, dejando impunes
a muchos alemanes verdugos o cómplices. Los vencedores de la guerra se
limitaron a procesar y a castigar a algunos pocos jerarcas nazis. Para Améry el
punto de inflexión fue el proceso de Frankfurt, 1963-1965, en el que fueron
juzgados unos pocos nazis del campo de Auschwitz y finalmente sancionados con
escasas penas de reclusión o declarados inocentes. Durante veinte años Alemania
en la época del canciller Adenauer ocultó los crímenes contra los judíos en
Auschwitz. Tras la celebración del proceso el escritor austríaco interrumpió su
silencio y publicó en 1966 el libro que comento.
Gaza
No
creo equivocarme si afirmo que a la población de Gaza le espera la misma
perplejidad que sintió Améry. Cuando presencie que el genocidio perpetrado por
Israel no significa más que una nueva escalada en las sucesivas e interminables
guerras, una escalada terrible, superior a otras anteriores,
pero escalada, al fin y al cabo. Perplejidad cuando los supervivientes
adviertan que otra vez, en Palestina como en Alemania, las potencias del mundo
querrán pasar página.
A la vista de la actitud de las
potencias de todo el mundo, que están respondiendo impasibles al genocidio sin
inmutarse, sin pedir el alto el fuego, ¿qué cabe esperar del futuro? Es
vergonzoso ver que el gobernante más adelantado en la Unión Europea, el
presidente Sánchez, no pasa de prometer -solo prometer- que reconocerá el
Estado de Palestina, pero que no se atreve a hacerlo. Y el único Estado que ha
llevado a Israel a la Corte Penal Internacional de La Haya ha sido Sudáfrica.
¿Alguien cree que los líderes israelíes van a ser juzgados por la Corte
Internacional Penal? ¿Que va a ser juzgado Netanyahu, el "amigo
eterno" y protegido por Estados Unidos desde 1948?
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