EL MECENAZGO DE LOS SEÑORES DEL AZÚCAR
ANA SHARIFE
Las islas canarias
disfrutaron durante los siglos XVI y XVII de un desarrollo cultural sin
precedentes. Al puerto de Amberes llegaban navíos procedentes del archipiélago
que transportaban su oro: el azúcar. Y la economía se organizó alrededor de
este producto. La proliferación de los ingenios fue pareja al asentamiento de
las familias flamencas atraídas por este cultivo. Después sería la malvasía.
Comerciantes del
norte de Europa establecieron redes familiares en el archipiélago canario. Una
élite isleña culta que por un lado añoraba el arte de su tierra, y por otro
intentaba mantener su prestigio social
Así, comerciantes
procedentes del norte de Europa establecieron redes familiares en el Archipiélago.
Una élite isleña especialmente culta y refinada, que por un lado añoraba el
arte de su tierra, y por otro intentaba mantener su prestigio social y cuidar
el espiritual. Estos hacendados flamencos importaron obras artísticas
procedentes de los talleres de Flandes para construir las primeras iglesias y
grandes capillas de recintos eclesiásticos, también para sus oratorios
privados. Gracias al mecenazgo artístico de estos señores del azúcar, se formó
una clientela entre los habitantes de las islas que se sintió atraída por las
manifestaciones artísticas de aquellos objetos piadosos como retablos,
manufacturas, piezas de orfebrerías, misales, cantorales y bordados, esculturas
y pinturas de gran belleza.
La ruta de este
floreciente comercio se movía al margen de la Península. Era una línea directa
de Brujas, Amberes y Flandes que llegaba a Canarias, salvo excepciones, pues
algunas obras, como El Cristo de La Laguna, se embarcaron desde Cádiz.
Se importó tanto
arte y de tan buena calidad que Canarias custodia una de las colecciones más
relevantes y, a la vez, más desconocidas del mundo. Su minucioso inventario
sitúa al archipiélago a la vanguardia internacional del arte flamenco de los
siglos XVI y XVII.
Patrimonio Cultural
del Gobierno de Canarias reúne por primera vez en un solo documento
digitalizado un inventario de todo el arte flamenco que se conserva disperso en
las islas. A pesar de la excepcionalidad del legado, no se había hecho un
estudio completo con criterios de investigación unificados que determinara el
calibre de este patrimonio artístico, lo que ha generado gran expectación en
los más importantes investigadores y especialistas en arte flamenco del mundo.
La producción del
arte flamenco era tan apreciada en las capas altas de la sociedad, así como
entre los altos funcionarios y los burgueses acaudalados, que Canarias posee
obras de los más grandes artistas de la época: Hendrick Van Balen, maestro del
barroco flamenco; Joos Van Cleve, uno de los más importantes e influyentes
artistas que trabajaron en Amberes a comienzos del siglo XVI; Pierre Pourbus,
el principal pintor de Brujas y una de las figuras clave del Renacimiento
nórdico; Pieter Coecke van Aelst, polifacético y célebre artista, pintor de la
Corte de Carlos V; y Lambert Lombard, pintor renacentista del príncipe-obispo
Érad de la Marck, entre otros muchos.
Durante casi dos
años, la especialista en arte Marta Pérez de Guzmán y el documentalista gráfico
Roberto de Armas recorrieron cada una de las islas, sus iglesias, ermitas y
templos, así como capillas privadas, museos y casas particulares que se
encontraban engalanadas por tablas individuales, o bien formando dípticos,
trípticos o polípticos, además de retablos y esculturas que, en ocasiones,
respondería a las exigencias de una piedad individual más que a necesidades
litúrgicas.
“En Canarias
tenemos la colección más importante de arte flamenco después de Flandes y
Madrid”, señala Pérez de Guzmán. “Me ha sorprendido la cantidad y calidad de
las obras, además del buen gusto de las colecciones canarias, algo que
contagiaron a sus habitantes”. Para la especialista “junto al legado
arqueológico prehispánico, el arte flamenco es el patrimonio más valioso de
Canarias”.
Han sido 302
visitas con un total de 380 obras examinadas y documentadas, 12 obras en
proceso de estudio, y 72 obras aún por consultar. A menudo “muy delicadas y
valiosas, que nos ha servido para conocer el estado de conservación y las
medidas necesarias para su cuidado”, indica la investigadora. La mayoría de las piezas se encontraban en la
isla de Tenerife (160 obras). Luego, La Palma con 120 obras examinadas, seguida
de la isla de Gran Canaria con 100, y en La Gomera hallaron una en perfecto
estado. “La mayor parte de las piezas están muy bien conservadas”, señala. Sin
embargo, “algunas necesitan restauración y seguridad”.
La relación de
obras ha seguido las pautas establecidas en el Sistema de Información LAVA, un
inventario general digitalizado de bienes patrimoniales de Canarias, que en el
futuro será de acceso público, desarrollado por el Gobierno de Canarias. Se
completa así “un diagnóstico actualizado y riguroso que sirve, entre otras
cosas, para dar a conocer todas estas obras de valor incalculables y
desconocidas para la mayoría o que se encontraban dispersas en distintas
publicaciones”, explica Pérez de Guzmán.
También han
descubierto obras cuya autoría en principio era desconocida. “Se está
trabajando en la asignación de sus autorías, o incluso devolvérsela a sus
auténticos creadores gracias a los avances en la investigación a nivel
internacional”. Algunas son “obras de taller, a veces con la marca específica,
pero sin autor”, entre finales de la Edad Media y principios del renacimiento,
“piezas bellísimas de gran calidad”. Sin embargo, no están todas las que fueron.
“Muchas se han perdido en ataques piratas e incendios y también por deterioros,
descuidos, ignorancias, enajenaciones clandestinas y saqueos”, advierte. Y aun
así “sigue siendo una colección al nivel de las mejores del mundo que no tiene
parangón en el mundo”, subraya.
Pintores de
príncipes y reyes
Algunas de las
obras más valiosas sobre papel eran estampadas en la célebre imprenta de los
editores y libreros flamencos Plantin-Moretus, lo que da buena cuenta de las
relaciones que establecieron los antiguos Países Bajos y las Islas Canarias en
aquellos tiempos de esplendor.
En pinturas este
singular patrimonio isleño tiene entre sus máximos exponentes piezas tan
valiosas como el Tríptico de las Nieves, en Agaete, una de las obras más
importantes de la producción del pintor de cámara del rey de Francia y del rey
de Inglaterra, Joos van Cleve, conocido como el maestro de La Muerte de la
Virgen. De este pintor flamenco, fundamental del Renacimiento, “se conservan
muy pocas obras suyas fuera de Francia y, ninguna de la calidad de la de Gran
Canaria”, destaca Pérez de Guzmán.
El Tríptico de las
Nieves es parte del políptico del genovés Antón Cerezo, que llegó a las Islas
en el siglo XV, al poco de la conquista castellana. “A su muerte lo donó a la
ermita. Eran gente muy devota que pensaban que así salvaban su alma”, señala la
investigadora.
En la Catedral de
La Laguna se encuentra el Retablo de Nuestra Señora de los Remedios, la obra de
mayor envergadura y más importante del mundo de Hendrick van Balen, compañero
de Rubens y maestro de Van Dyck, de quienes fue una gran influencia. “Matías
Díaz Padrón, uno de los mayores expertos de arte flamenco, fue el primero que
atribuyó la autoría de este retablo encargado por Pedro Mazuelos a principios
del siglo XVI, actualmente repartidas en tres iglesias diferentes”, explica. Se
han localizado todas las tablas que en su día lo componían. “En los querubines
se puede apreciar su clara influencia en Rubens”, describe la especialista.
O el Retablo de
Nava y Grimón, “pintado por Pieter Coecke y el enigmático pintor conocido como
el maestro de San Pablo y Barnabás (cuya Sagrada Parentela se encuentra en el
Museo de Kassel) quien se encargó de los laterales de este retablo. Presenta
una gama cromática y una composición excepcional”, describe la investigadora.
Está depositado en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de
Tenerife.
De Lieja a Telde
(Gran Canaria) llegó el tríptico de La Adoración de los Pastores, realizada por
el renacentista Lambert Lombard, pintor del príncipe-obispo Érad de la Marck.
Una joya que alberga la Parroquia de San Juan Bautista, cuyo primer propietario
fue el conquistador Cristóbal García del Castillo, capitán de la Real Hermandad
de Caballeros de Andalucía, quien también compró “el retablo Vida de la Virgen
y la infancia de Cristo, que es de una gran delicadeza y gran calidad. Entre
los personajes se encuentra Santa Gúdula, patrona de Bruselas, y firma Joris,
lo que podría referirse a Gerard Goris o a Jean Borreman el joven”, señala Pérez
de Guzmán . “En su testamento, del 14 de enero de 1539, García del Castillo,
refiriéndose a este retablo dijo “que me truxeron de Flandes en vida de mi
primera mujer y di a la iglesia para el Altar Mayor”. Su primera esposa fue
Marina Rodríguez, apodada ‘la inglesa’.
Destaca también el
cuadro de Peter Snayers, “un pequeño lienzo, pero muy interesante” que se
encuentra en La Orotava. Su pintura fue muy reconocida y sus batallas y
retratos fueron especialmente valorados por los militares y cortesanos que rodeaban
la corte bruselense. O las tallas gótico-flamencas de Era de Mota, piezas de
excepcional valor en el contexto de la imaginería religiosa adscrita al arte
flamenco en Canarias, en la Iglesia de San Miguel Arcángel de Valsequillo.
De Flandes también
llegó a Taganana (Tenerife), cuya iglesia tiene el magnífico Tríptico de la
Adoración de los Reyes. Si bien hay discusión entre los historiadores del arte
sobre su autoría, decantándose unos por Hans Memmling, y otros por Marcellus
Coffermans. El excepcional tríptico de la parroquia de Santiago (Realejo Alto),
atribuido al maestro de Delft, así como La última cena, atribuída a Ambrosius
Franken, actualmente en estudio, en la Iglesia de Santo Domingo (Santa Cruz de
La Palma).
Entre los
extraordinarios exponentes de la imaginería del patrimonio histórico-artístico
de carácter devocional, Canarias también custodia, entre otros, la imagen de La
Piedad en San Andrés y Sauces, el grupo escultórico de Santa Ana Mettertia, en
la iglesia de San Francisco (Santa Cruz de La Palma), la Virgen de la
Encarnación y la Virgen de las Angustias, así como la Virgen de Consolación, de
maestro del Hijo Pródigo, en La Orotava (Tenerife), o El cristo de La Laguna,
de Louis Van Der Vule.
‘Virgen de Consolación’, de Maestro del Hijo
Pródigo en la iglesia de la Consolación (La Orotava, Tenerife)
‘Virgen de
Consolación’, de Maestro del Hijo Pródigo en la iglesia de la Consolación (La
Orotava, Tenerife)
De arte
prehispánico al flamenco en 100 años
Debido a su
histórica posición geográfica, privilegiada en la ruta de Europa hacia el Nuevo
Mundo y a tiro de piedra del continente africano, el archipiélago canario se
convirtió en un lugar estratégico de primer orden en la navegación atlántica.
Prácticamente todas las naves que se dirigían hacia América, África o Asia
pasaban por sus aguas: los portugueses en el siglo XV cuando se pugna por
alcanzar la hegemonía en la carrera por controlar las rutas en el África
occidental. Luego les seguirán los franceses, ingleses y holandeses.
En Canarias se pasó
del arte rupestre al arte flamenco en cien años. Con las islas se acuerda el
primer tratado internacional entre una monarquía europea del Renacimiento y una
monarquía indígena legitimada ante el Derecho Internacional. Si la fecha
oficial de finalización de la conquista de La Palma se sitúa en mayo de 1493,
apenas unas décadas después Santa Cruz de La Palma es ya la tercera zona
portuaria más importante del Imperio Español, tras los puertos de Sevilla y
Amberes, algo que mantuvo hasta mediados del siglo XVII. La relevancia
comercial de esa pequeña ciudad isleña, que había llamado la atención de
comerciantes genoveses, pero sobre todo de flamencos y portugueses, hizo que
tuviera el primer Juzgado de Indias de Canarias en 1558.
Siendo
geográficamente una región aislada, las aguas de Canarias siempre fueron una
autopista de contactos e intercambios con el mundo. El propio enclave del
archipiélago ha facilitado, además del intercambio comercial, la llegada de
obras y artistas foráneos, e incluso de movimientos artísticos vanguardistas
que se presentaron con antelación a la Península.
Esta importante
herencia en la que se incluye el arte flamenco “ha sido fundamental en la
reflexión crítica ejercida posteriormente por los artistas insulares”, señala
Pérez de Guzmán. “Así se ha construido una historia singular. Una ventana a la
historia, a los valores, sentimientos y emociones de una época que nos da las
claves para entender quiénes somos”.
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