NARRATIVA)2
DUNIA SANCHEZ
Estoy en el horizonte, gaviotas amortiguan mi adiós, este camino que he de tomar. El barco tardará en zarpar, la marea es fea, arrugada, imbatible, con una violencia que hace tambalear los que ahí sucumben. Estoy en el horizonte, el sol y el viento penetra en mi vientre, en mi vientre como bulbo de los años. Sé que he de olvidar, me han dicho que cruzar el mar te quita de todos esos males. Después retornar. Sí, volver a esta isla donde los volcanes estrangulan para la belleza, para imperfecta conversación entre la tierra y las estrellas. Estoy en el horizonte, la cafetería está semillena. El camarero de un lado a otro. Pido en café, mientras suspiro por las ganas de irme, por las ganas de empezar está travesía, por las ganas de ser principio de un nuevo destino. Me dejo ir, la danza de las gaviotas me impresiona en la manera de sus movimientos. Estoy en el horizonte, esto se retrasará por horas hasta que la marea baje, hasta que el viento se calme, hasta que el fuerte oleaje agresivo se amortigüe. Estoy en el horizonte, mis años aquí han acabado. Unos años donde el estancamiento y la precariedad me acompañan. Y ahora me voy, así, sin despedidas. Frente a mí una familia con sus niños.
Y ahora no siento nada, solo el asombro de mi partida.
Estoy en el horizonte, en esta zona de embarque donde espíritus insignificantes
para mi se mueven de un lado a otro. Y el sol ha salido, y el viento se detiene
en el punto preciso que dicen por un altavoz que ya se puede embarcar. Una
marea sobreviene en mis piernas, me levanto y voy donde las escaleras me
guiaran en el estómago de este buque blanco. Impertinente son estas
escalinatas, se tambalean y el vértigo raspea en mi cuello, un sudor frío se
pega a él. Estoy viendo ese mar, pintado de verde oscuro, con un olor a contaminación.
Aun la mala marea resalta pero ya es hora de partir y con sus dimensiones podrá
luchar con la crudeza de las mareas. Por un momento miro atrás, un cielo
nublando se precipita, se hace presencia y alguna chispa reclama mis ojos. Mis
ojos olvidados de que el olvido nunca se olvida. La memoria siempre será ese
acento que te perpetua en el mañana. La memoria siempre será ese don que nos
hace encontrarnos con nosotros mismos. La memoria siempre será la que te presta
precaución en antes de repetir el fracaso. Y digo adiós a las gaviotas, a las
pardelas de esta isla--CONTINUARÁ
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