LA VENTANA 9 (NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ
El camarero vigilante se ausenta. Y ahora que las luces de este nuevo día vienen voy a mi camarote. No tengo ganas de desayunar, solo, ser manantial de mis pensamientos. Me tumbo en la cama mientras el viaje avanza y con los ojos cerrados medito. Mi vida gira alrededor de una hoguera donde se queman todos los malos ratos, todo ese ayer que considero irrecuperable. No vale la pena. Sí, no vale la pena cabalgar con maletas llena de pesares, de esa gente que solo agrietaban cada paso que dabas. Y yo como el camarero me ausento y soy reminiscencia que aborta todo el pasado. Cenizas se esparcen a mi derredor y me da igual. El desinterés aumenta a medida que sigo aquí acostada. Por un instante de tiempo indeterminado mi cuerpo da un brinco, no sé por qué este salto y abro los ojos. Me sujeto a esta cama y en un espacio de segundos me levanto. Estoy sudando. Me miro al espejo, es espejo que da a la ventana de esta pequeña habitación que danza con las mareas. Y es como si me energía se encendiera, como si hubiera realizado una limpieza hasta llegar a mí. Poseo un buen aspecto. Una presencia con ganas de avanzar en este
mar azul. Y tocan mi puerta, digo que no necesito nada. Los
pasos del camarero tan servil se pierden en mis oídos. No, no lo necesito. No
me gusta que sean tan pesados conmigo. Elijo ser postura en vertical de mis
acciones. Así estoy cómoda, libre. Libre de cualquier soga que me impongan a
mis sensaciones, a mis deseos. Y es que no vale la pena, ese rigor de la
educación más aguda, desmesurada. Prefiero andar en los silbidos de mis ganas.
El sol se levanta en mis ojos. Una cierta apetencia de estar observándolo me
anima, aunque llegue a la ceguera. Y no vale la pena seguir por esos caminos
que dan azotes al espíritu. Solo, ser eco del verdor de los sueños. Sí, mis
sueños. Aquí están, en este interior absolutamente distante de cualquier falta.
Y si cometo algún error sus consecuencias solo toma mi existencia. Como ser
humana, la capacidad de errar es sombra que no da luz después, todo depende.
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