YOLANDA DÍAZ Y LAS METÁFORAS DEL
RUIDO Y LA UNIDAD
JUAN CARLOS MONEDER
Una trama abierta
Durante los bombardeos alemanes de Londres, en las
tiendas, y con mucha flema británica, colgaban carteles en lo que quedaba de
las paredes invitando a entrar a los clientes: "Estamos más abiertos que
nunca". En el sistema de partidos en España -aunque es bastante
generalizable- pasa algo similar.
Es evidente que nunca le ha gustado tanto un liderazgo de izquierdas a la derecha española como dicen que les gusta Yolanda Díaz. Aunque sabemos que mienten. Si llega la ocasión, le dispararán como han disparado a todos los que se salen del bipartidismo.
Todos los columnistas enregimentados, sean
de derechas o afines al bipartidismo, sancionan la ascensión de Díaz como si fuera
la madre de sus hijos, eso sí, siempre en paralelo a la emisión del certificado
de defunción de Podemos. Pero aún hay flecos abiertos.
Hace una década, cuando nació Podemos, pensé que iba a
haber una gran coalición entre el PSOE y el PP (Susana Díaz y Rajoy), que el
PSOE se rompería por esa ignominia y que los socialistas honrados se vendrían a
crear un Frente Amplio. La cosa fue mucho más complicada porque
defenestraron a Sánchez, Sánchez se "podemizó" y recuperó cierta
credibilidad de izquierda.
De ahí el Gobierno de coalición, que ha logrado hacer
cosas claramente avanzandas. Pero Sánchez, en sintonía con la derecha de su
partido (Page, Lambán) ha abierto un negociado con el PP (el partido que pacta
con la extrema derecha), como, por ejemplo, con la Ley del sólo sí es sí.
Mientras alimenta a un sector a su izquierda menos confrontativo y con el que
se encuentra más cómodo (que ayer representaba Errejón y hot representa Yolanda
Díaz).
Es decir, el bipartidismo quiere reinventarse
absorbiendo a las fuerzas que nacieron reprochándoles su corrupción y su cartelización.
El PP ya se ha comido a Ciudadanos y en cuanto el sistema le quita apoyo a VOX,
se desinflan (como vimos en Andalucía). Por su parte, el PSOE da volantazos,
unos días apostando por Díaz y castigando a Podemos y otros entendiendo que sin
Podemos no va a haber gobierno de coalición. ¿En qué acabará todo esto?
¿Fin del ciclo del 15M?
Hay una voluntad en la derecha, que repite la
izquierda enmoquetada, de dar por cerrado, muerto y enterrado el ciclo del 15M.
No hay problema en que los ciclos se cierren y es ley de vida que todo lo que
nace, muera. No dependen los ciclos de que uno los declare cerrados,
aunque sí hay un problema cuando se quiere hacer trampa y en esa declaración de
fin de ciclo se está al tiempo declarando que los tiempos de los cambios se han
terminado. Porque aunque los cuerpos sigan sufriendo la dureza de los tiempos,
se están hurtando palabras para expresar ese dolor. Es una incongruencia
politiquera decir que en España tenemos un problema con la salud mental,
especialmente de los jóvenes (algo radicalmente cierto y que llevó a que Unidas
Podemos hiciera una ley de salud mental) y, en paralelo, decir que el hartazgo
que llevó a la gente a las plazas a gritar "hasta aquí hemos llegado"
ya no tiene sentido. Los que hemos criticado el régimen del 78 (en mi caso
incluso le he dedicado un libro, La Transición contada a nuestros
padres) nunca hemos negado todo lo logrado en esos años ni, mucho menos,
hemos dejado de reconocer la violencia de la época -que costó casi tres
centenares de víctimas-, al igual que el PSOE y el PCE son impensables sin la
lucha antifranquista y que Izquierda Unida es impensable sin el movimiento
Anti-OTAN).
Para que está cuenta les salga, los enterradores del 15M
mienten y construyen, por ejemplo, la falacia del hombre de paja (inventan
argumentos que nadie ha expuesto pero que les ayudan a parecer que ellos están
llenos de razón). Por ejemplo, cuando afirman que el 15M era una
"enmienda total a la democracia representativa". La noche de las
elecciones europeas donde emergió Podemos con 1,5 millones de votos, en la
Plaza del Reina Sofia la gente congregada recibió a los nuevos eurodiputados y
a los líderes morados al grito de "Que sí, que sí, que sí nos representan".
No hay cambios radicales. Pero las exigencias
radicales son el péndulo que abre la ventana y que inicia la conversación. Las
discusiones radicales pero realistas son las que permiten los cambios. Irse al
extremo, como dice Hirschman, para que te vean, te escuchen y se inicie la
conversación. La retórica populista -ellos, el poder, nosotros, el pueblo-
sirve precisamente para eso. Abre una gran conversación.
El 15M fue el resultado de esas conversaciones que
venían incubándose y que se convirtieron en una gran conversación que permite
pensar hoy cosas que hace una década eran impensables. El cuestionamiento de la
conducta delictiva de la monarquía, el encarcelamiento de ladrones aunque sean
Ministros de Economía, el ensanchamiento de los derechos de las mujeres, la
denuncia de la pederastia en la iglesia, del maltrato en las universidades y en
los centros de investigación, la aprobación sin ruido de una ley de eutanasia.
Pero sería ingenuo pensar que se han ganado todas las batallas. Al contrario.
Se han perdido algunas enormes (Ley Mordaza, empresa pública energética,
investigación de las tramas de corrupción, incluida la monarquía, Sahara, plan
de paz en Ucrania, renovación del poder judicial...) y siguen pendientes los
problemas estructurales que amenazan a la vieja Europa (calentamiento global,
robotización de la economía, mafias financieras internacionales, migraciones,
desigualdades de género, enfermedades mentales, guerras y violencia...).
Dar por finalizado el ciclo del 15M es una manera
indirecta de decir: ya no hay espacio para seguir cambiando las cosas en España
y en Europa. Y es el corazón de la discusión interna en Podemos entre los que
querían transformaciones profundas y los que simplemente querían ponerse en el
lugar de los que estaban mandando. ¿Sigue la misma discusión en el debate entre
Sumar y Podemos?
Yolanda y las metáforas
Cuenta Steve Pinker en su libro El mundo de las
palabras, que no todas las metáforas funcionan. Pasa cuando el tinte emocional
en la comparación encaja tan mal que termina naufragando. Por ejemplo, decir
"la bailarina se puso de puntillas con gracia y extendió una fina pierna
hacia atrás, como hace el perro en una boca de incendios o en un árbol".
Muy elegante no es.
Jordi Évole, que no deja de ser el follonero con
mechas, planos cortos y más presupuesto, ha entrevistado a la Vicepresidenta y
Ministra de Trabajo, que no deja de ser Yolanda Díaz con todo eso, además de
una excelente gestión en su ministerio y algo más de presupuesto mediático.
Évole se ha quejado de que le salió mal la entrevista. ¿No logró los fines que
buscaba?
Las metáforas de Évole eran un jarrón chino de la
dinastía PI, comida cruda japonesa y estética kill Bill, katana,
metafóricamente incluida. Y es verdad que China y Japón están cerca pero no son
lo mismo. Es lo que pasa con Podemos y Sumar. Katana incluida.
La entrevista no le salió tampoco bien a la
vicepresidenta.
Se le torció la sonrisa, que es uno de sus grandes
activos, no dio ideas sobre su programa, no explicó en qué se diferencia de Podemos
ni por qué no quiso firmar un papel con Ione Belarra garantizando primarias, un
rasgo, por cierto, de la nueva política, como lo era el pacifismo en Izquierda
Unida.
Tampoco explicó por qué no sacó la conclusión correcta
de su disgusto con su nombramiento, que hubiera sido no aceptar ser
vicepresidenta. Se mostró todo el rato obsesionada con Pablo Iglesias (aunque
no tanto como Évole y la culpa, a lo mejor, es de él porque de tanto querer
malmeter a Díaz con Iglesias, debilitó los argumentos que viene expresando Díaz
contra los morados).
La entrevista, sin duda, era pura metáfora. Por
eso Yolanda Díaz no tocó la comida al tiempo que se la comió toda.
Quizá lo más relevante de la entrevista es que obró
como si tuviera detrás todo un movimiento social enfadado con toda la política,
que es lo que le pasó a Podemos cuando nació después del 15M. Sin embargo,
Sumar de donde nace es de la fractura de ese espacio político nacido del
movimiento social, fractura en buena medida inducida por los mismos medios que
ahora la aúpan.
Alguien no está haciendo un buen diagnóstico.
¿Qué fue de la creatividad?
Algunos fuimos a ver la entrevista esperando una
explosión de creatividad que solventara todos los cuellos de botella de la
izquierda, esperando que Yolanda Díaz sacara de la chistera el conejo de la
unidad dejándonos a todos boquiabiertos, que fuera la "mamá pato" de
toda la izquierda y nos convocara bajo su ala a todas, todos y a todes desde su
autoridad, requiriéndonos que nos portáramos bien y poniendo como clave su
propio ejemplo conciliador, exigiéndonos que nos dejáramos de pendejadas,
olvidáramos viejas rencillas y fuéramos de la mano bajo su paraguas.
Cuando vi a los fulanos hablando de Podemos en
dialecto asiático en un reservado para mafiosos, entendí que este año, como
decía Eduardo Mendoza en El misterio de la cripta embrujada,
tampoco ganaríamos el partido. Maldito Tarantino.
Nos encontramos con una persona que dudaba ante
preguntas sencillas, llena de incertidumbres donde esperábamos respuestas,
insistiendo en lo malos que son los demás y lo maravillosa que es ella (ella no
insulta, no grita, no hace ruido, ella negocia, no le gusta el conflicto, no le
gusta lo feo y, quizá por eso, no le gustan los partidos y, como guinda, no le
gusta la izquierda, que al parecer es una cuerda de machistas infumables que
dan golpes, son maquiavélicos y solo piensan en listas, cargos y financiación).
Es decir, Yolanda hablaba como si acabara de llegar a
este negociado, cosa que si electoralmente no hay que despreciar porque la
derecha también busca insiders que parezcan outsiders y
no le va mal, en términos de sinceridad, que es un valor en la izquierda, tuvo
que chirriar a no pocos de quienes la escuchamos.
Aunque quizá el principal problema fueran sus
certezas, especialmente su seguridad contra Podemos, quien han sido su
principal soporte; y alguna otra certeza, expresada con arrogancia que, además,
es un profundo error, que es lo que pasó cuando dijo que toda España sabía que
iba a votar a Mónica García, la candidata errejonista de Más Madrid, que es de
un partido diferente al de Yolanda Díaz. Porque en tanto en cuanto siga siendo
Diputada de Unidas Podemos y vicepresidenta de Unidas Podemos, su formación es
Unidas Podemos y su candidata a la Comunidad de Madrid es Alejandra Jacinto.
Porque de lo contrario, esa promesa de voto hecha por Yolanda Díaz está en la familia
de comportamientos de quienes sacan el escaño con un partido y terminan la
legislatura en otro. Y me consta que Yolanda Díaz no es así, ni quiere ser así
ni nadie con dos dedos de frente quiere que sea así.
Ferreras y las cabezas de caballo
La estética de Kill Bill de la entrevista nos lleva a
la yakuza, que es la mafia japonesa. ¿Le estaría poniendo Ferreras y la Sexta
una cabeza de caballo en la cama a Yolanda Díaz como hacían en El
padrino? Me parece excesivo. Aunque si pensamos que podría ser una forma de
decirle "si te portas bien, te trataremos como a Mónica García, a Errejón
o a Baldoví, sacándote todos los días y preguntándote si te gustan los árboles
y los perros. Si te portas mal, en cambio, te trataremos como a Mónica Oltra, a
Pablo Iglesias y a Ione Belarra", pues el pensamiento no suena tan
descabellado aunque no haya sido planeado.
Quizá por eso la entrevista no le salió bien a Yolanda
Díaz. Porque no nos engañemos, Évole graba horas e incluso hace la misma
pregunta varias veces a ver si pilla al entrevistado en un renuncio, y luego
saca lo que quiere, es decir, lo que va a generar un mensaje y no otro. Que se
lo digan a Iván Redondo.
Ese mensaje no es que se lo dicte Ferreras a Évole,
porque Évole no se deja mandar ni le hace falta, pero es un mensaje que,
imaginábamos, iba a tener como objetivo alejar a Yolanda Díaz de Podemos. Que
es para lo que trabaja la sexta. Y que es lo que ha pasado con la entrevista.
Podemos nació gestionando políticamente la ruptura del
15M con el régimen del 78, cuando lo del Rey en Botswana, Rato y su milagro en
la cárcel, Griñan y Chavez en los ERE, el PP envuelto en lo que Francisco
Granados, su Secretario General de Madrid, llamó volquete de putas, con la
iglesia que había apoyado al PP enredada en la pederastia...
Podemos tenía detrás el impulso de la calle, la
frescura del momento, unos liderazgos poderosos y cinco millones de votos;
Yolanda tiene también un liderazgo poderoso aunque, si se compara con el de
hace un año, se va marchitando, precisamente por su oposición a Podemos. Su
fuerza estaba en Sumar, no en recoger a todos los que se fueron de Podemos
después de perder las internas.
Yolanda no tiene el impulso de las plazas, aunque
tiene el impulso de los que se fueron de Podemos soñando la gloria que le prometían
los medios y las falsas encuestas y que obran hoy como los caminantes blancos
de Juego de Tronos. También tiene Yolanda, y es lo mas falaz y lo más peligroso
para ella, el apoyo de los medios de comunicación que quieren acabar con
Podemos.
Algunos consejos para caminar hacia la tan necesaria y
acosada unidad
Yolanda Díaz tiene que escoger entre gestionar la
cacería política contra Podemos que ejecutan las ruinas del régimen del 78 o
entender el momento histórico y decir: vale, todos hemos cometido errores, pero
vamos a sentarnos a ponernos de acuerdo.
Si escucha a los que quieren a Podemos muerto, como
hizo Errejón antes que ella, esa cuenta no le va a salir. Y vamos a perder
todos. Si se sigue equivocando de adversario y no entiende que contra quien hay
que dirigir los dardos es contra el bipartidismo y adláteres y sigue dedicando
tanto tiempo a disparar contra Podemos, habrá dilapidado todo el capital que se
ha depositado en ella.
Yo le diría: convoca a todos y todas, Yolanda; deja de
escuchar a los asesores que te dicen que Podemos ya pasó y que te hablan desde
la ira, desde la vieja política y no desde la inteligencia. Olvídate también de
Pablo Iglesias y entiende que la Secretaria General de Podemos es Ione Belarra.
Escúchala a ella, que es quien representa a millones de españoles y españolas.
Y danos la alegría de la unidad, que tanto nos gusta.
Busca metáforas bonitas. Por ejemplo, una que diga: la
unidad es un mosaico, que se va completando poco a poco, con algo de
rompecabezas, donde cada tesela, cada pequeño azulejo, tiene un valor único e
importante si lo que se quiere es completar la imagen final. Porque es al
final, entre todos, que se logra el dibujo.
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