PROMESAS POLÍTICAS ROTAS
POR VÍCTOR ARROGANTE
Los políticos
plantean un sinfin de buenas intenciones. Muchos han cumplido con sus
compromisos, pero muchísimas veces más los incumplen, porque cuando se prometió
no se tenía intención de llevarlas a cabo, porque la realidad no lo permitía o
por no contar con los apoyos suficientes. Lo que parece cierto es que sabiendo
la ciudadanía como sabe que la mayoría de las promesas políticas se incumplen
no hace mella ni en la legitimidad de quién promete ni en el propio sistema que
lo permite.
Todo vale para
conseguir un voto: las promesas son un elemento esencial de los programas
electorales, que recogen las intenciones de lo que se pretende realizar. Rara
vez aparecen medidas concretas en los programas y, cuando lo hacen, se
presentan en un escenario confuso y tan amplio en el que todo cabe. La promesa
de reducir los impuestos o llevar a cabo determinados programas sociales puede
atraer a los votantes necesarios para poder gobernar. La historia está cargada
de casos en los que de prometer una cosa, se hace lo contrario. Promesas que se
lleva el viento.
Recordemos uno de
los mayores casos de promesas rotas: la entrada de España en la OTAN y el
bandazo del PSOE del «OTAN, de entrada no» a proponer el sí a la permanencia.
España había entrado a formar parte de la OTAN a principios de 1982 con el Gobierno
de Leopoldo Calvo Sotelo. Si en 1981 el PSOE defendía que España debía
colaborar con el equilibrio internacional no ingresando en la OTAN, en 1984
argumentaba que debía hacerlo permaneciendo en ella; si en 1981 alegaba que la
OTAN legitimaba las dictaduras portuguesa, griega y turca, en 1984 afirmaba que
la OTAN reunía a países democráticos». Felipe González utilizó toda la fuerza
del Estado, para doblegar la voluntad de la población que, en las encuestas, se
manifestaba favorable a la salida de la OTAN. Recuerdo bien aquel referéndum
del 12 de marzo de 1986, en el que siendo apoderado del PSOE, llevaba mi
papeleta del NO en el bolsillo. ¡Qué tiempos! Hace más de quince años que
abandoné las filas del partido por su deriva ideológica.
El presidente
Rodríguez Zapatero, en 2010, dos años después de su reelección, incumplió el
programa con el que se presentó el PSOE. La crisis económica y financiera le
llevó a realizar una reforma laboral, subió la edad de jubilación, redujo el
salario a los funcionarios y modificó la Constitución para satisfacer las
demandas de la Unión Europea y de los mercados financieros y especuladores.
Sirvió para poco. Su frase «cueste lo que me cueste» le costó al PSOE perder
las elecciones y a la ciudadanía cargar con un gobierno representante de la
derecha más reaccionaria, hasta hoy.
Y que decir de las
promesas de Rajoy, sobre la reforma laboral que prometió hacer para favorecer
la creación de empleo. Con el tiempo ya sabemos lo que hizo y sus resultados.
Una reforma inútil, ineficaz e injusta, que no solo no creó empleo, sino que lo
destruyó. Despido libre, eliminación de derechos y reducción de salarios de
forma unilateral por las empresas. Todo contrario a lo prometido. Los
trabajadores, funcionarios, inmigrantes, enfermos, parados y jubilados somos
unos colectivos especialmente maltratados con estas formas y reformas, con
promesas incumplidas.
Una de las medidas
estrella de Pedro Sánchez fue impulsar la «operación diálogo» con los
independentistas de Cataluña. Ahora, el presidente del Gobierno en funciones
«no quiere que la gobernabilidad de España descanse en los partidos
independentistas, porque no son de fiar». En contra del criterio de Ferraz, los
socialistas catalanes introdujeron en el programa de las autonómicas de 2012,
su apuesta porque los catalanes decidiesen «libremente sobre cualquier
propuesta de cambio substancial de las relaciones entre Cataluña y España,
acordado entre las instituciones catalanas y españolas, a través de un
referéndum». Sánchez rechaza una votación exclusiva en Cataluña, defendiendo un
referéndum nacional sobre una hipotética reforma constitucional que convertiría
a España en un estado Federal.
Quiero recordar
expresamente las promesas sobre la Ley Mordaza y las devoluciones en caliente.
Antes de llegar a Moncloa, Sánchez se posicionó a favor de la derogación de la
Ley de Seguridad Ciudadana, que incluía la regularización del «rechazo en
frontera». En 2015 los socialistas presentaron un recurso ante el Tribunal
Constitucional contra las devoluciones en caliente, además de prometer su
erradicación en su programa electoral. Ahora seguimos sin derogación y con
devoluciones. El Gobierno olvida los argumentos defendidos entonces para acabar
con las devoluciones en caliente de emigrantes. «No hay una expulsión sino una
prevención de entrada», dicen.
Por último quiero
recordar las promesas incumplidas sobre la «no» derogación de la reforma
laboral. Pedro Sánchez dijo en 2014, que la primera medida que tomaría el
próximo Gobierno socialista sería derogar la reforma laboral de Rajoy, «para
recuperar cuanto antes los derechos de los trabajadores». No se ha tocado ni
una coma de la ley. Durante su mandato como presidente del Gobierno, se le han
ido acumulando casos por cerrar, la fallida reforma de la ley de justicia
universal, son algunas de las promesas incumplidas y la exhumación de los
restos del general Franco, que está por ver.
En el programa
electoral del PSOE, con el que se ha presentado a las elecciones generales del
pasado 28 de abril, aparecen un conjunto de medidas con el compromiso de llevar
a cabo cuando gobierne. Su intención es abordar los problemas estructurales del
mercado laboral: el paro de larga duración, la alta rotación o el exceso de
temporalidad. El PSOE prevé modificar el Régimen Especial de los Trabajadores
Autónomos para que coticen de acuerdo a los ingresos reales, ampliando la
protección social, y equiparándola a la de los trabajadores por cuenta ajena.
Tendremos tiempo para ver en qué grado se cumple.
El PSOE prevé una
Ley contra el Fraude Fiscal para prevenir y combatir «las nuevas formas de
evasión». Además, promete un «Pacto de Estado contra la Corrupción», con una
ley para combatirla. En el apartado del modelo territorial, rechazando el
derecho a decidir, el PSOE también cuestiona la idoneidad de aplicar el 155 de
la Constitución en Cataluña, lo que ahora puede al tener la mayoría absoluta en
el Senado. Promete dar un nuevo impulso a la Ley de Memoria Histórica y a las
políticas de reparación de las víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura,
planteando que sea Estado quien asuma directamente la gestión de las políticas
y actuaciones de búsqueda de la verdad, justicia y reparación a las víctimas.
El PSOE propone una
Ley sobre Libertad de Conciencia, promoviendo un estudio de la incidencia de la
intolerancia religiosa. También se apunta a una ley para regular la eutanasia y
la muerte digna. Otras promesas electorales, están relacionadas con la
promoción de vivienda de alquiler social; un Plan de modernización de la Justicia.
Los socialistas prometen impulsar una política migratoria europea «para
contribuir al desarrollo de África Subsahariana, para luchar contra el tráfico
de seres humanos. Implantar un Plan de Choque por el empleo para las mujeres
que permita reducir la brecha de género. En cuanto al Sistema Nacional de
Salud, proponen mejorar los recursos y condiciones de los trabajadores, así
como adaptar tecnológicamente el sistema y ampliar la cartera de servicios.
En cuanto al Pacto
de Estado contra la Violencia de Género prometen para las mujeres del ámbito
rural y para aquellas que sufren alguna discapacidad, para las mujeres mayores,
las de minorías étnicas e inmigrantes. Promete una reforma del Código Penal
para garantizar que la falta de consentimiento explícito de la víctima sea
clave en los delitos sexuales («solo sí es sí») y supresión del delito de abuso
sexual.
El PSOE promete
reformar el sistema público de pensiones sobre «la base de la solidaridad
intergeneracional y el respeto a los mayores». Promete retomar el Pacto de
Toledo y eliminar el actual Índice de Revalorización, para actualizar las
pensiones anualmente con el IPC real. Proponen un Plan Nacional contra la
Pobreza Infantil, que combata la privación material y la exclusión de los
niños.
La mayoría de las
promesas en campaña de los partidos políticos no se cumplen. Unas veces por
razones y circunstancias sobrevenidas y otras perfectamente prevenidas a
sabiendas de que nunca podrán cumplirse. Y lo peor no es que se incumplan, sino
que la acción de los gobiernos sea contraria a lo prometido. Promesas que
quedan escritas en farragosos programas que pocos electores leen.
En España el
cumplimiento de los programas no es una obligación legal, pero al menos debería
ser un compromiso ético democrático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario