EL BUENO DE AMANCIO
ANITA BOTWIN
Y entonces llegó el
hombre más rico de España a salvarnos. El bueno de Amancio, el donante, un
hombre hecho a sí mismo, el orgullo del neoliberalismo y el españolismo bien.
El bueno de Amancio vino a salvarnos, mientras otros padecían.
Sobre las claves de
estas donaciones tan sonadas en los últimos días, ya escribió este diario al
respecto. Pero ya que me dispongo a hablar del altruismo de Amancio, siento en
la necesidad de contar lo que hay detrás de sus donaciones. Y es que sin ir más
lejos, la Fundación Amancio Ortega, obtendrá un beneficio fiscal de entre 108 y
123 millones de euros a través de esta donación de aparatos para diagnosticar y
tratar el cáncer.
No sé cómo en
sentirse con cáncer y no puedo otorgarme esa necesidad de cura urgente, venga
de donde venga. Pero creo que ahí está el truco y quienes no padecemos esa
enfermedad creo que tenemos la responsabilidad de abrir un debate público al
respecto para mejorar la realidad de tantas personas. Y una pregunta que me
planteo: ¿por qué la única opción de cura tiene que venir de la mano de un
multimillonario presunto evasor de impuestos?; ¿por qué no deberíamos ser todos
quienes a través de nuestros impuestos los que hiciéramos posible ese fin?
En cualquier caso,
incluso suponiendo que el bueno de Amancio es alguien altruista que no ha
querido en absoluto lavar su imagen y darse publicidad, además de desgravar por
esta vía, podría entonces haber
realizado una donación anónima. Al menos es como imagino yo el altruismo, sin
medallas ni portadas ni los desayunos mañaneros televisivos aplaudiendo al
Amancio de turno.
Lo cierto es que el
bueno de Amancio, como ya denunció el grupo de Los Verdes / Alianza Libre
Europea en el Parlamento Europeo, eludió a través de su emporio el pago de 585
millones de euros en impuestos en varios países europeos, 218 de ellos en
España, mediante técnicas de elusión fiscal. Y esta es precisamente la crítica
que hizo Isa Serra, candidata a presidir la Comunidad de Madrid, y de donde
procede todo este revuelo.
No es ningún
secreto que la industria textil se sirve de la semiesclavitud para hacer
negocio. En Argentina y Brasil se destapó hace unos años cómo Inditex,
utilizaba mano de obra esclava para confeccionar sus productos. Primero, el
Gobierno brasileño destapó en 2011 decenas de talleres clandestinos y la
compañía fundada por Amancio Ortega fue multada con 1,4 millones de euros.
Por su parte, el
Ministerio de Trabajo de Brasil denunció un incremento en los casos de
accidentes laborales incluidos algunos especialmente graves. Igualmente, se
habrían detectado fraudes en el tiempo de trabajo, incluyendo jornadas ilegales
por más de 16 horas, así como el uso de menores en actividades insalubres. Como
ven no es oro todo lo que reluce ni caridad o altruismo todo lo que se viste de
ello.
“Las condiciones
laborales de algunos trabajadores y trabajadoras, son lamentables. Tenemos
gente trabajando 8, 12, 14 horas a la semana, con sueldos que no permiten
llegar a fin de mes. Y eso en la empresa de uno de los hombre más ricos del
mundo”, contaba una empleada de Inditex a Público. “A algunas empleadas han
llegado a preguntarles si no tienen quién pueda encargarse de los niños”,
denunciaba una sindicalista empleada de Zara en A Coruña.
Lo curioso es
además, que quienes apoyan estas donaciones, son quienes al mismo tiempo las
bloquean en la sanidad pública. Tanto PP y Ciudadanos de Madrid rechazaron en
2018 una enmienda a los presupuestos regionales de 2019 para financiar con 21
millones de euros la creación de un centro de prontoterapia – una novedosa
técnica en España para tratar el cáncer-. En su lugar, QuironSalud sí llevó a
cabo la construcción de este lugar y es la sanidad privada la que atienda a los
pacientes públicos que prueben este tratamiento (a través de dinero público,
dicho sea de paso).
¿Por qué se negó
PP-Ciudadanos a financiar ese centro de cura de cáncer? Pues es muy sencillo:
porque ya contaban con las famosas 13 máquinas de radioterapia de Amancio. El
bueno de Amancio había solucionado el desaguisado de la sanidad pública
madrileña a través de su fundación.
Sin embargo, nada
de esto sería necesario si Amancio y otros tantos como él pagaran lo que deben.
El historiador y escritor Rutger Bregman dejó, hace unos meses en el Foro de
Davos, un discurso clarificador al ir directamente a la posible solución a muchos
de los problemas del mundo: los impuestos. “Escucho a la gente hablar de
participación y justicia, igualdad y transparencia pero casi nadie menciona un
auténtico problema: la evasión de impuestos”, aseguró Bregman. Y añadió: “Dejad
de hablar de filantropía y empezad a hablar de impuestos. Impuestos,
impuestos…”.
Amancio Ortega ha
entrado en campaña electoral para quedarse. Porque este señor representa lo que
hacen las grandes empresas con sus enormes fortunas. Al final la opción está
entre elegir a quienes quieren optar por políticas que apuesten por medidas
sociales, o a otras que sigan recortando en sanidad, mientras tiran de
donaciones privadas. Si todo este debate
sirve para que entendamos la necesidad de pagar impuestos en nuestro país,
habrá servido para algo. Porque los impuestos pueden salvan muchas vidas,
muchas más de las que pueden salvarse por caridad.
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