CON ORTEGA SMITH REGRESA EL FANTASMA DE LA SECCIÓN FEMENINA
CARMEN DOMINGO
Cuando hace más de
diez años publiqué Coser y cantar. Las mujeres bajo la dictadura franquista, lo
hice, no solo convencida de que nunca volveríamos a vivir una situación semejante,
sino también de que había que explicar con detenimiento lo mucho que sufrieron
durante cuarenta años las mujeres españolas para no volver a caer en el mismo
error.
Si le dejan –que
esperemos que no–, el candidato de Vox a la alcaldía madrileña, Javier Ortega
Smith, declarado admirador del fundador de la Falange, José Antonio Primo de
Rivera, tratará de que las mujeres volvamos a las cavernas donde nos metió
durante cuarenta años la Sección Femenina, la rama femenina del partido fundado
por el ídolo de Ortega Smith. Al menos eso parece a la luz de unas
declaraciones que hizo el otro día en plena campaña: «Las mujeres tienen
derecho a hacer con su cuerpo aquello que crean conveniente, pueden comer más o
menos, cuidarse, cortarse el pelo o las uñas, pero lo que no es un derecho es
acabar con la vida de un ser inocente como es la vida del niño que llevas en tu
interior». Lo dijo y se quedó tan ancho.
Y yo, sin querer,
me retrotraje a aquellas arengas de Pilar Primo de Rivera –la hermanísima–,
quien, agarrada a las figuras “ejemplares” de Isabel la Católica y Santa Teresa
de Jesús en un intento de imponerlas como símbolos a imitar, repetía a diario:
“No hay que ser una niña empachada de libros que no sabe hablar de otra cosa…
no hay que ser una intelectual”. «No tomes el deporte como pretexto para llevar
trajes escandalosos». «Disimula tu presencia física en el trabajo. Seamos
hormiguitas graciosas y amables»…
La abnegada hermana
de José Antonio Primo de Rivera dirigió con mano férrea la Sección Femenina
entre 1934 y 1977, para atraer las ansias de las simpatizantes que no eran
admitidas en la Falange por razón de su sexo. En esos cuarenta años, la Sección
Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas, lo que equivalió a
suprimirles cualquier deseo de independencia o rebeldía: «Si sugiere la unión,
accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más
importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un
pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya
podido experimentar». ¿Es esto lo que, como su admirada Pilar, querría que
hiciéramos todas en nuestros hogares? Pues parece que habrá que explicarle a
Ortega Smith que las cosas han cambiado bastante y eso se contemplaría en la
ley de violencia de género que tantas ganas tienen de suprimir.
De modo que, Ortega
Smith, sí, las mujeres tenemos derecho a hacer lo que queramos con nuestro
cuerpo: abortar, hacer el amor, jugar al fútbol o ir a votar, recuerda, todas
lo haremos. Llevamos años luchando y peleando para ello y no vamos a dejar que
ni usted, ni ningún otro fascista disfrazado de demócrata nos lo impida, ni
impida que tratemos por todos los medios de mantener los derechos y libertades
que nos merecemos.
No queremos volver
a la Falange ni a Primo de Rivera, por mucho que el candidato a la alcaldía
madrileña de Vox lo añore, reivindique y admire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario