SI EVITA
VIVIERA
POR:
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
RIOPLATENSE
El
irresponsable y degradante comentario del candidato oficialista, Daniel Scioli,
intentando torpemente (su habitual estilo), minimizar un acto de barbarie
evidente, silenciar la represión que sufrieron, los ciudadanos tucumanos el 24
de agosto de 2015, en la Plaza Independencia, declarando su indignación, ante
un presunto fraude en las elecciones celebradas dicho día, en Tucumán, deja en
claro la nula vocación democrática del candidato y del gobierno que representa.
“Si
Evita viviera”, frase que según pasaron los años, se sigue escribiendo en muros
y paredes de las más diversas regiones de Argentina, una frase que proyectada
en “acto de vida”, de esta mujer-personaje, que supera, su mera relación con
los hechos históricos, taparía la boca del motonauta y lo llamaría a
reflexionar, acerca de renunciar a su candidatura a presidente de la Argentina…
sin dudarlo lo haría extensivo a los “otros” candidatos, los del discurso
homónimo, ¿o es que algo ha muerto?.
Candidatura,
para que la cual no está capacitado, ni en bagaje de
idoneidad-conocimiento-responsabilidad, ni en la sensibilidad, que lo haría
sentir y pensar al pueblo, no como algo lejano e intangible, sino como la voz
que clama, sin ser oída, ni tenida en cuenta… solo el imaginario popular, un
relato casi imaginario, para este inocultable oportunista y funcional a los
intereses, de vaya a saber quién… conforma el guión de un film que se está
escribiendo, del cual somos actores y espectadores.
“Argentina,
hoy llora”, por una historia perdida, en su carácter de ciencia objetiva,
comprobable, para adquirir el carácter de discurso: un nuevo tipo de relato
cercano a la escritura de ficciones, aplicable a las oportunistas informaciones
del aparato de medios, que opera dibujando una realidad inversa.
Frente
a la imposición del olvido y a la reconciliación amnésica del relato del poder,
muchas de los mejores escritos de los últimos años, en Argentina, ejercieron
una obstinada interrogación sobre la historia nacional y una polémica, en
ciernes, cuando se silenciaba la voz de quienes clamaban con el relato
histórico, no ficcionalizado: los memoriosos.
Juicios
y parcialidades, víctimas a cada instante de sus repugnancias y fantasmas, a
los que convocan, estos candidatos-actores-funcionarios, arriesgan a torcer la
proa de una historia, la argentina, ya de por si degradada, en su
ficcionalización, en “la sombra de una grotesca representación”, donde “ellos”,
asumen roles de virtuosidad, simulada, deplorando toda señal de dar sitial de
honor a la ética y la virtud.
Tendrán
alguna idea, estos candidatos, que, el núcleo sustancial y esencial del“drama
argentino”, es construir desde la educación una cultura de excelencia, desde la
universidad, los colegios públicos y centros culturales, reflejados en un
profesorado que garantice idoneidad, capacidad y rigurosidad, ante la
emergencia del instante, a un estudiantado dinámico y con ánimos de sentar las
bases de una política de autodeterminación y emancipación cultural.
¿Con
qué finalidad nos presentan a estos candidatos, enviados del olimpo financiero?
Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia frente a
cualquier manifestación original, en todas las expresiones que conforman la
cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico idóneo que representa
el “peligro” de una discusión seria al volver a poner en juego algunos valores,
revolucionando, en giro de 180º, al estado de las cosas.
La
revolución no es únicamente una transformación de las estructuras sociales, de
las instituciones del régimen, cómo se proclama a diario por la maquinaria
oficial propagandística del gobierno y del slogan “cambiemos”, del “otro”
candidato; es además una profunda y radical transformación de los hombres, de
su conciencia, costumbres, valores y hábitos, de sus relaciones sociales.
La
base fundamental del Hombre Nuevo, meditada por el heroico “Che Guevara, es la
educación. Es allí, donde se va a lograr el cambio de conciencia,
ideológicamente hablando. De esta manera, se irá formando esa nueva generación,
que crecerá, con un amor ferviente característico de un buen revolucionario;
encontrando la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana una actitud
heroica-solidaria y fraterna… Un frente
“hasta la victoria siempre”, se logrará con genuinos revolucionarios, con muy
definidos fines y precisos sentimientos; para así realizar un caudal de
acciones y hechos concretos orientados hacia un solo objetivo, lograr modificar
el estado de las cosas del sistema imperante, que ha convertido las
revoluciones en un sueño, sin revolucionarios.
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