miércoles, 18 de diciembre de 2013

TVC SOCIALIZA EL FÚTBOL

TVC SOCIALIZA EL FÚTBOL

Juan Henríquez
Tengo amigos que conocen mi afición al futbol, en particular todo lo que tenga que ver con mi TETE del alma. Pues bien, a pesar de de esa circunstancia muy personal, estoy radicalmente en contra de que se gasten cuatro millones de euros para difundir en la Televisión Canaria los partidos del Tenerife y Las Palmas, es, simplemente, una golfada política. Porque hay que ser  un miserable insecto, inhumano y mísero,  para destinar esa brutal cantidad de dinero al fútbol con más del 35% de paro, de los que más del 50% no percibe ninguna prestación por el desempleo,  el 38% de personas en el umbral de la pobreza, y, lo más grave de todo, miles de niños desnutridos por falta de alimentos.
Vamos a ver si nos aclaramos. Resulta que las operadoras que compran todos los partidos de la 1ª y 2ª división, lo hacen pensando en ofrecerlos  a través de cadenas privadas  a todo aquel que quiera verlos mediante el pago correspondiente, algunas de ellas pertenecientes a dichas operadoras, caso de la Sexta y Cuatro, a los que se les autoriza retransmitir algunos partidos en abierto. Pues miren ustedes por dónde,  estos cara duras de la Televisión Canaria, encabezados por  Willy García, con el visto bueno de su padrino Paulino Rivero, y de su compinche Javier González, más conocido en los círculos políticos y empresariales cómo el hombre del maletín, se gasta la friolera cantidad de cuatro millones de euros, por supuesto, tirando del bolsillo de todos los canarios y las canarias.
Alguien podrá pensar que hago demagogia criticando este perverso destino del dinero público, pero no nos engañemos, se hace para contentar a una minoría de la sociedad canaria, o, tal vez, pensando en ganar algunos votos, incluso, generar una caja para cubrir gastos de próximos procesos electorales; porque claro, especular, sin pruebas que lo avalen, en un espurio beneficio personal, no se me ocurría afirmarlo. Pasar del paro, el hambre y la desnutrición infantil, tiene nombre propio: ¡Morralla política!


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