SÍMBOLOS DE UN PRESENTE ABOLIDO
Eduardo Sanguinetti
Filósofo Rioplatense
Los políticos temen que el reconocimiento público
de la realidad pueda provocar pánico en la comunidad. ¿Desconocen que son miles
los que tienen plena conciencia de la impertinente realidad que transitan con
dignidad? El pánico no tiene espacio, sino la indignación y el hartazgo.
El
estado de resistencia tiene hoy su espacio de poder y se manifiesta con una
potencia de voluntad que impresiona, en hombres y mujeres de todos los
ambientes y edades; seres muy informados, estudiosos y muy al tanto de los
problemas que devienen de las administraciones corruptas y fraudulentas de los
estados que habitamos, que se sienten al margen del acontecer de la vida
política de este espacio y tiempo.
En
todo el mundo se vive y se soporta el mismo sistema, manipulado por el mismo
régimen tácito. La ideología ultraliberal ha sentado sus reales y pareciera que
estamos muy lejos de poder erradicarla, generando los mismas situaciones de
extrema gravedad en los más necesitados, los que han quedado fuera del sistema,
sobre todo y con mayor aspereza, en los países más pobres.
Lo
he experimentado y visto en muchos debates, en los más diversos países y
disculpen la autorreferencia, pero en este caso la considero válida, en cuanto
al contacto “in situ” de lo que intento transmitir, acerca de la unicidad en
conciencia del carácter político, de la dominación ultraliberal colonizante del
mundo, que causa degradación y estragos, demasiado visibles en las naciones
esclavizadas bajo el yugo del consumo y el sometimiento a las más variadas tendencias
de supervivencia.
Las
promesas redundantes de los políticos, empleados del poder de las
macro-empresas, intentan (y en verdad llegan a lograrlo) desviar la atención de
los pueblos en los temas estructurales a resolver y que es norma aplazarlos en
nombre de las ganancias bursátiles, que generan riquezas y fortunas cimentadas
en el hambre, la sanidad deplorable y la educación ausente, de pueblos en
estado de indigencia y debajo del nivel de pobreza absoluta.
Un
sistema tan deficiente podría dar pruebas de solidaridad legítima a los
abandonados al borde del camino, que se debaten con las promesas vagas de los
funcionarios de turno, de gobiernos disfuncionales que se replican a lo largo
de sus miserables existencias, llevadas como una carga, sin autoestima,
incapaces de valerse por sí mismos. Un sistema que a falta de poder remediar
los problemas de los indigentes, por ineficiencia, carencia de escrúpulos,
ausencia de sensibilidad o simplemente por la existencia de pactos con el Gran
Poder, que los inhibe de cumplir las promesas lanzadas en campañas electorales,
en las que precisaban el voto de estos millones de seres dejados al borde de la
ruta, traicionan, estafan y no ponen reparos en falsificar la realidad, en un
orden subyacente que origina una mutación legitimada, sin tiempo para el duelo
de una civilización a punto de terminar. Hasta las nuevas generaciones viven
del recuerdo de comportamientos y criterios superados, la mayoría de los cuales
se remontan a dos siglos atrás, hoy convertidos en símbolos de un presente
abolido.
Pero
es una verdad que cada uno, hoy, se siente convencido de una opinión etérea y
sin destino, en la soledad de la economía de sus propias convicciones, sin
recursos y soportando un malentendido demasiado evidente que da marco a una
propaganda colosal y simulada, que deja al desnudo la fragilidad atroz del
individuo que se niega a ser engañado, se rebela a la impostura y rechaza la
complicidad con las prácticas y artimañas del sistema ultraliberal, que
anestesia para mejor convencer, cubre con paciencia y persistencia el espacio
mental de la comunidad con una propaganda permanente, desenfrenada, cual
prácticas seculares jamás alcanzadas en ningún régimen totalitario de la
historia de la humanidad.
Impecable e implacable. Todo lo que leo de este pensador es acertado a mi entender y más que importante tomarlo en cuenta. No es optimista, pero me llena de optimismo saber que alguien se expresa como él lo hace. No entiendo nada, pues estoy realmente hasta la coronilla de los tímidos que escriben y se quejan, pero no dicen nada de nada de lo que sucede. Si escribiera, lo haría como Sanguinetti. Muchos Saludos.
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