lunes, 6 de mayo de 2013

LA ÉPICA DE LA REPÚBLICA


LA ÉPICA DE LA REPÚBLICA
Por Eduardo Sanguinetti
Filosofo Argentino
Las convicciones solo resultan creíbles cuando se fundan en una trayectoria, tal el caso de LA REPÚBLICA, medio que posee un valor de relevancia única en la historia del periodismo en el Uruguay, asimilado desde su fundación a la estatura ética de su creador, el Dr. Federico Fasano Mertens, quien supo defender la hoy tan [...]
Las convicciones solo resultan creíbles cuando se fundan en una trayectoria, tal el caso de LA REPÚBLICA, medio que posee un valor de relevancia única en la historia del periodismo en el Uruguay, asimilado desde su fundación a la estatura ética de su creador, el Dr. Federico Fasano Mertens, quien supo defender la hoy tan proclamada libertad de expresión, de toda información relevante y probadamente verdadera de que dispuso, sin analizar costos y conveniencias, adhesiones o rechazos; dicha epica de LA REPÚBLICA, la asume dignamente el escribano Gustavo Enrique Yocca, en conocimiento del camino a recorrer, en defensa de la comunicación, como derecho humano inalienable.

A fines del año 2005, cuando comienzo a escribir mis artículos en LA REPÚBLICA, manifesté que “la compra de un diario es la mayor inversión cultural que realiza un pueblo”; y lo reitero de manera contundente en este momento en que este medio gráfico cumple su primeros 25 años, contribuyendo a fomentar la vida en libertad, transformando la información en conocimiento, fin de todo gran medio, en visible contraste con los diarios corporacionistas, que transforman los hechos en información.

Los adversarios de LA REPÚBLICA han sido siempre los medios maniqueístas, conformados por informantes rentados con tendencias dogmáticas anoréxicas, que junto al aditamento de lo falaz y la ausencia de vocación periodística, articulan sus periódicos apuntalados por demasiados aliados, demasiados recorridos seguros dentro de las distintas ciudadelas del poder, sin riesgo alguno en ser excluyentes, aún en detrimento de sus fieles lectores, imbuidos de la influencia ultraliberal globalizada.

LA REPÚBLICA no ignoró jamás que el riesgo al silencio es infinitamente mayor que el riesgo de la palabra, que no debe desaparecer en su función vital de “decir algo”, a pesar de todos los obstáculos y riesgos que ello implica en este mundo, violentamente afectivo el asumir dicha función.

La información no digerida no es información, es solo una suma de datos que crean una ilusión de que se tuvo acceso a la información: “noticias son las mismas cosas que les pasan todos los días a personas diferentes” y “evento es algo relativamente curioso que sucedió ayer”. Todo lo que manifiesto acerca de la denominada prensa de hoy, lógicamente tiende a oscurecer el panorama de la realidad y limitar su comprensión. Pues cada nueva información hace desaparecer la anterior, dejando un vacío que deviene en perder el rigor histórico para que perdure la memoria.

LA REPÚBLICA no ignora que los recursos económicos de las empresas editoras provienen de sus lectores y anunciantes, pero resiste a la política del mercado de la información sin escrúpulos, donde la lógica empresaria capitalista latinoamericana concede a la rentabilidad un papel único -todo es cuestión de precio-; LA REPÚBLICA no accede a esta política de rentabilidad, solo accede a la filosofía de comunicar, sin mediar en instancias ajenas a este fin.

LA REPÚBLICA persiste admirablemente en su tarea noble de comunicar e informar, en verdad y pluralismo, fin conciliable con la libertad de expresión de la que está imbuido su director, como todos los periodistas que conforman el grupo editorial.

LA REPÚBLICA, un medio donde la diferencia tiene su espacio de trascendencia, que hace de esta existencia algo digno de ser experimentado.

Como hombre que gozo de mi libertad, dueño de mí mismo aún, elevado más allá de la cotidianeidad y del pasajero sentimiento de cosa archivada, me sirvo de la justiciera arma de la idea, con ideales y con sumo placer y deseo reivindico la libertad de expresión que LAREPÚBLICA pone en acto, día a día.

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