DESILUSIONADO
Juan Henríquez
La frase era de Largo Caballero: “A los
trabajadores hay que decirles la verdad, aunque les duela”. Tengo infinidad de
razones para pensar que la clase trabajadora está acojonada, o por el
contrario, no quiere aceptar una incuestionable realidad: nos han despojado de
las armas que nos permitían defendernos de la voracidad empresarial. Hemos
quedado al desnudo gracias a una reforma laboral que otorga el poder unilateral
de las condiciones económicas, laborales y sociales, a una insaciable patronal.
Entendí
a José Luis Sampedro cuándo hablaba del miedo de los trabajadores a no
secundar una huelga general, bien por presiones mediáticas y empresariales,
bien por amenazas de despido, incluso por no arriesgarse a perder dinero. Todas
esas circunstancias puede, aunque a mi no me sirvan de excusa, para jugar el
papel del esquirol, ¡ahora!, y lanzo la pregunta: ¿Qué presiones o miedos
impedían a los trabajadores/as acudir en un día festivo a las manifestaciones
convocadas el pasado miércoles, 1º de Mayo? Se los diré, y sin miramientos.
Ustedes, a los que se les llena la boca
hablando de lo mal que estamos, que presumen de una izquierda progresista, todo
el puto día quejándose de los recortes, lamentándose de la corrupción política,
del deterioro democrático, del despilfarro institucional, del paro, la miseria
y el hambre que estamos sufriendo; ¡usted!, sí, no mires para el otro lado, que te estoy señalando,
preferiste irte a la playa, al monte de chuletada, al Parque García Sanabria,
o, simplemente, no tenías ganas de salir de casa. Pues…¡mal hecho,
compañera/o!, tenías un serio deber que cumplir: dar la cara acudiendo a la
manifestación para defender tus derechos. Y te diré más, no cumpliste con tu
deber porque no te dio la gana.
Y
diré algo muy importante a los sindicatos canarios que hablan de una posible
huelga general: sí la participación en las manifestaciones del
1º de Mayo es la referencia, mejor no
convocarla. ¿Saben cómo me siento?: ¡desilusionado!
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