LOS
HIJOS DE VIDELA
Los medios y la historia reciente
Eduardo Sanguinetti
Filósofo
Rioplatense
La historia es una de las maneras en que pensamos la política: una
historia donde los anquilosados intelectuales, desde el oportunismo y la
ideología de ocasión, siempre se instalan donde no queda nada que decir.
No
es sino un revisionismo que sirve al gobierno de turno, pero jamás a la vida de
los pueblos, al borde de lo esencial y utilitario; son figuras anteriores de un
destino que nos involucra en grado superlativo, pues, en fin, se trata de la
vida de un pueblo enmarcada en el relato de la historia, cual metáfora que nos
hará pensar nuestros errores y repasar nuestros proyectos, hoy inexistentes en
la práctica de una existencia en comunidad igualitaria y con fines comunes,
para la conformación de una nación.
Debemos
interrogar el pasado sin remordimientos, juzgarlo y condenarlo, en la medida
que la injusticia de hechos que degradaron nuestra condición humana y nuestras
tradiciones tan arraigadas en nuestras comunidades, han impreso su impronta de
sojuzgamiento, sangre, tortura y genocidio a los pueblos.
Me
refiero, en este caso puntualmente, a la última dictadura militar, encabezada
por el recientemente fallecido general Videla, dictador y militar argentino que
en nombre del liberalismo y las sagradas escrituras, aniquiló a una generación
de jóvenes con ideas e ideales, que resistían y luchaban a sangre y fuego por
una América del Sur independiente y socialista, nutridos de la impronta del
glorioso Ernesto Che Guevara, quien en vida y obra marcó un sendero a seguir.
El
liberalismo, una ideología mercantil y falaz, instalada en nuestras democracias
de mercado que en este impertinente presente perduran en nuestras economías,
con cómplices de la civilidad que siguen accionando desde las sombras, son los
“hijos de Videla”, en sus prácticas de una dictadura extraña, que se prolongan
hoy, sojuzgando en tendencias de consumo extremo y prostitución, esclavizando
al pueblo, convirtiéndolo en objeto del destino a cualquier costo.
En
Argentina se vivieron situaciones límite, y hubo gente que reaccionó de
diferentes maneras. Es decir, hubo quienes se bañaron en democracia: los “hijos
de Videla” y sus crías, cómplices de la dictadura genocida, entre los que se
encuentran periodistas, intelectuales, deportistas, políticos, modelos, músicos
populares y actores, y hoy dictan cátedra de aquel tiempo, dibujando una
historia de resistencias y exilios inexistentes.
A
no dudarlo, el enemigo permanece y se infiltra en los denominados movimientos
sociales para la liberación y otros grandilocuentes nombres, que dan al
simulacro articulado, para seguir accionando a favor de las tendencias
ultraliberales, siempre en detrimento del pueblo.
La
mayoría de los políticos y la burguesía infecta en todo su esplendor, se
manifestó en tiempos de la dictadura a favor del genocida Videla (abundan los
documentos en los archivos de las publicaciones de aquellos años), desde los
monopólicos medios de comunicación neoliberales y, paradójicamente hoy, esa
misma gente continúa haciéndolo a favor de sus tendencias prostibularias de
explotadores de un pueblo indefenso y anestesiado.
Los
monopólicos medios de comunicación, los “hijos de Videla”, que armaron el
relato fabulado de la dictadura, arman hoy falaces artículos a favor del
entendimiento, simulando ser críticos del horror de aquel tiempo de genocidas,
actuando como contragolpe constitutivo de discontinuidad en nuestros gobiernos,
al intentar legitimarse como referentes de opiniones etéreas y enemigos de la
libertad de expresión.
Nadie
puede ser el mismo, antes y después de ese negro período de horror; si hay
prohibiciones que pueden incomodar, es “prohibir a la comunidad que olvide”.