LA PRENSA DE DERECHAS HIZO PERDER A FEIJÓO
ANTONIO
MAESTRE
"El ridículo que hemos protagonizado muchos columnistas ha sido de órdago a la grande, a la chica, a los pares y al juego", lo decía Alfonso Ussía, columnista de El Debate, eminente clasista, furibundo ultra e hijo del segundo conde de los Gaitanes. Cuando hay que dar la razón a la aristocratada se le da por muy rancia que sea. No solo darle la razón, sino agradecerle el servicio prestado como parte de la columnata filofascista para que la izquierda haya tenido la posibilidad de hacer de dique ante sus camisas negras y sastres. Los amigos de la derecha extrema que escribían en prensa hicieron creer a Feijóo que el electorado rojo era una proyección de sus propios odios, complejos, prejuicios y miedos y abocaron al desastre al líder del PP. Abrir un periódico conservador y leer a los columnistas de opinión tiene que ser un ejercicio que alimente el ego cuando eres el aspirante a Moncloa de la derecha, pero no puede servir de guía para hacer un diagnóstico preciso del sentir del electorado progresista. Tú sabrás de quién te fías para comprendernos, Alberto.
Ramón González
Férriz escribió una columna en El Confidencial llamada "La prensa de
izquierdas no ha hecho su trabajo" en la que auguraba la derrota electoral
de la coalición de gobierno porque no había hecho caso a los columnistas
conservadores, de centro y de extremo centro, en sus análisis sobre los errores
que le costarían la reelección. Entre esos errores el articulista, que suele
estar más acertado otros días, incluía los indultos a los líderes independentistas,
la reforma del Código Penal, la mesa de negociación con ERC, los pactos
legislativos con Bildu, la coalición con Podemos, los errores durante la
pandemia y el apoyo a Marruecos durante la cuestión del Sáhara Occidental, la
dificultad para gestionar los fondos europeos o los errores derivados de la ley
del "sí es sí".
La relación de
errores que el columnista consideraba que pasarían factura al PSOE solo muestra
un enorme desconocimiento de las prioridades y valores de la izquierda. Si la
prensa de izquierdas no ha incidido en muchas de las cuestiones que Ramón
González Férriz incluyó en el listado es simplemente porque para la izquierda
no son errores, o al menos no son una prioridad relevante a la hora de cambiar
de voto. La paradoja es que se dejaba las que sí son cuestiones fundamentales
que son relevantes en los valores que mueven el voto progresista y que no
aparecen en ese listado como, por ejemplo, no haber derogado la Ley Mordaza.
Las medidas que sí se criticaron por parte de la prensa de izquierdas son
aquellas que sí podían afectar, como la eliminación del delito de malversación,
la gestión de la ley del sí es sí o el abandono del Sáhara Occidental. El resto
es solo una proyección de los marcos conservadores en el sentir progresista que
no se corresponden con la realidad.
Es normal que los
asesores del PSOE con los que hablaba Ramón González Férriz no le hicieran
caso, porque demostraba un enorme desconocimiento sobre el pensamiento de la
izquierda. Los pactos legislativos con Bildu no es que puedan pasar factura a
Pedro Sánchez, es que son defendidos por todos y cada uno de los electores
progresistas que no se dejan intoxicar por el relato de que ETA sigue viva y
priorizan que esos pactos incluyen la aprobación de los presupuestos o la subida
de las pensiones no contributivas. De forma paradójica la columna de Ramón
González Férriz más que enseñar lo que no ha ocurrido con la derrota del PSOE
nos enseña por qué ha perdido Alberto Núñez Feijóo.
Si el amigo del
narco hubiera querido conocer la realidad de España a través de la radiografía
construida por aduladores y odiadores estaría plenamente convencido de que los
ciudadanos españoles repudiaban a Pedro Sánchez, de que la izquierda estaba
vencida y de que el gobierno de coalición y los aliados en la gobernabilidad
pasarían factura al presidente porque el electorado de izquierdas compraba
todas y cada una de esas reducciones al absurdo. El antisanchismo es una
construcción fantasmal que solo sirve para bunkerizar convencidos pero que
nunca podrá atraer votantes desencantados con el gobierno de coalición,
aquellos que pudieran estar molestos con alguna política y alianza jamás
pasarían de dar su apoyo a un gobierno que incluya a Vox solo por no estar
satisfecho.
Ese electorado
molesto con el PSOE, que lo hay, para irse al PP hubiera necesitado una
propuesta económica moderada, que huyera de una política frentista y que no se
dedicara a insultarlo al considerar su voto igual que el de un etarra como
Txapote. Todo aquel que pudiera haberse alejado del PSOE, esa izquierda
jacobina que representa Page, ya se habría ido del partido hace mucho tiempo y
con esa campaña de desprecio y ultra lo único que podrían conseguir es atraerle
de nuevo hacia las filas socialistas, pero en ningún caso atraer nuevos desencantados
con el PSOE.
Uno de los
capitanes de la ceguera soberbia que ilumina a aquellos que siempre se han
creído mejores de quienes le rodean es el jefe de opinión de El Mundo, nuestro
ilustre Bustos, que todavía recuerda quién le puso ahí y ejerce en cada columna
como un alabardero de Génova o de Sol o de quien toque obedecer. El oficialista
mayor de Ayuso fue sin duda el mayor exponente del engreimiento que adorna la
sonrisa complaciente de nuestras plumas reaccionarias. Una de las obras culmen que
tiene que aparecer en las glosas del antisanchismo caricaturesco fue una
columna publicado por Jorge Bustos el día de reflexión y que se llamaba
""Reflexiona, Pedro" y que tenía uno de los pasajes más
memorables del gatillazo carcundero: "Este es el final de tu escapada y es
posible que el aterrizaje forzoso -perdona la metáfora falconiana- en la
realidad te deje aturdido durante un tiempo. A Casado le pasó. Ojalá luego seas
capaz, cuando se disipe el polvo, de pedir la caja negra y analizar honestamente
por qué los españoles decidieron estrellarte el avión. Por qué no soportaron
más la neurótica sujeción a los caprichos en zigzag de tu ego
acomplejado". Se puede hasta paladear al leerlo, sabe muy rico después del
resultado electoral.
La columna, lejos
de caricaturizar a Pedro Sánchez, deja en evidencia el ego del plumilla de
lenguaje rococó. A Bustos y a los de su especie los asola el mal que narraba
G.K Chesterton en los novelistas de los barrios bajos, literatos de alta
alcurnia que intentando describir a las clases bajas y todo aquello que
despreciaban mostraban más su propia esencia que la que querían novelar. El
error fundamental de la burbuja de columnistas de derechas es que no conoce la
sociología de la izquierda porque miran desde arriba con una condescendencia
clasista que les ha golpeado con una urna reventándoles su altivo gesto. La
izquierda conoce mejor a la derecha que a la inversa. Los columnistas
progresistas tienen entre sus valores la idea de que es inaceptable llegar a
acuerdos con los fascistas de Vox, pero no son tan inocentes como para
equivocar su propia percepción con la de los votantes de derechas y trasladar
ese análisis para concluir que las alianzas con fascistas van a hacer que el el
PP pierda sus propios votos. Ese error analítico flagrante lo ha cometido de
manera constante el columnismo patrio de derechas al creer que los electores de
izquierdas compran el relato de los filoetarras y de que pactar con Bildu es
inaceptable para ellos. Es normal que Feijóo perdiera leyendo las filípicas
mañaneras de Bustos, eligió como referentes a quienes no conocen España a pesar
de su onanismo patriotero y aún así pretenden saber lo que piensa el pueblo que
transita el camino que conduce a una estrella.
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