POR FAVOR, ¡QUE VUELVA EL PERIODISMO YA!
JUAN
TORTOSA - CANAL RED
¿Qué nos ha pasado? ¿No nos da vergüenza el periodismo que estamos haciendo? ¿No nos parece a todos que esta deriva en la que hemos ido desembocando tiene que tener fecha de caducidad más pronto que tarde?
¿Dónde está aquel espíritu periodístico que se mamaba en los periódicos y revistas de antes, aquellos jefes que te decían vete a la calle y no se te ocurra volver hasta que no traigas una buena historia?
¿Dónde están los Enrique Vázquez de ahora, dónde los jefes como él, que siendo director de informativos de tve confiaba en nuestro trabajo y pocas veces, o ninguna, lo revisaba antes de la emisión?
¿Dónde están los José Antonio
Plaza de ahora, que cuando fue mi jefe en Antena Tres de Radio, nos daba las
instrucciones por la mañana temprano para trabajar los temas asignados y, a
partir de ahí, ya solo veía el guión cuando iba a leerlo en antena y lo hacía
palabra por palabra, tal y como se lo habíamos escrito?
¿Dónde están los Martín Ferrand
de ahora, un señor de derechas, sí, pero sumamente respetuoso con el trabajo de
sus reporteros, a quienes nos decía que lo único que le importaba es que a él
no le tuvieran que sacar los colores porque un reportaje nuestro no estuviera
suficientemente verificado y contrastado?
¿Dónde están los José Antonio
Gurriarán de ahora para quien, como director, su preocupación máxima era no
defraudar al lector y siempre te animaba a sacar lo mejor de ti cuando estabas
trabajando en un tema?
¿Dónde están los Álvarez Solís de
ahora, quien dirigiendo una revista como Interviú, y con el reconocimiento que
ello comportaba, no se le caían los anillos por ir a declarar ante los jueces
cada vez que un reportero suyo se metía en un charco?
¿Donde están los Vázquez Montalbán
de ahora, que nos enseñen en la facultad a diferenciar entre una noticia y un
rumor, que sean tan rigurosos para publicar una información como empecinados
defensores del punto de vista propio a la hora de escribir una columna de
opinión?
Dónde están los Darío Giménez de
Cisneros de ahora, que como director ejecutivo de Interviú no tenía reparos en
tirar una información a la basura, por mucho que hubiera costado elaborarla, si
tenía la más mínima sospecha de que contenía inexactitudes?
¿Donde están los Josep Pernau de
ahora, quien tanto como director de diario o como profesor en la facultad
dejaba siempre bien claro que un periodista tiene la obligación de ir a los
sitios donde están pasando las cosas, ver bien, oír mejor, preguntar a los
testigos y solo entonces ponerse a redactar una información?
¿Dónde la Anna Balletbó de ahora
quien, a pesar de dedicarse a la política, nos enseñó discernir entre política
y periodismo e insistía mil veces en que jamás se debe confundir ni mezclar
nunca una cosa con otra?
¿Dónde están los Martínez
Albertos de ahora, enorme profesor con la humildad suficiente par aclararnos
que lo que nos enseñaba era teoría, que él no había ejercido el oficio, y por
eso nos dejaba cancha libre para que complementáramos sus enseñanzas con
nuestras experiencias propias, ejercicios de prácticas que nunca olvidaremos
quienes fuimos sus alumnos?
¿Dónde están las Mar Fontcuberta
de ahora, también teórica ella, pero defensora de la veracidad, la
verificación, el carácter de servicio del oficio periodístico, dónde están?
¿Dónde los Miguel Ángel
Bastenier, con su mala leche entrañable, transmitiendo con cada gruñido
sabiduría y esfuerzo por mejorar?
¿Dónde los Josémarías Izquierdo,
siempre minuciosos y tolerantes con las debilidades y los fallos, pero jamás
con las trampas de los listillos?
¿Que diría ahora Juan Teba si
pudiera presenciar la deriva de antiguos compañeros suyos a los que enseñó a
hacer bien las cosas, qué diría si pudiera ver la cara dura que esos mismos le
echan ahora a la vida y el antiperiodismo que practican?
¿Dónde la Margarita Landi de
ahora?, con su pipa y su seiscientos pateándose las comisarías de toda España,
documentándose a fondo sobre cada crimen del que escribía, hablando con todo el
que podía y no escribiendo nunca nada que no hubiera contrastado antes? ¿Qué
diría ahora ante quienes se dedican a hablar y escribir de sucesos con
desvergüenza, sensacionalismo y falta de respeto a las familias de los muertos?
«¿Dónde está aquel espíritu
periodístico que se mamaba en los periódicos y revistas de antes, aquellos
jefes que te decían vete a la calle y no se te ocurra volver hasta que no
traigas una buena historia? »
¿Qué diría Pere Oriol Costa, con
la mejor cantera que supo crear en Tele/eXprés, si comprobara que todo aquel
espíritu de respeto al ciudadano con el periodismo que se practicaba entonces,
prácticamente ha desaparecido?
¿Qué diría Josep María Cadena,
que siempre nos infundió el amor al dato, a la comprobación, a la búsqueda en
los archivos, a las fechas, y que no consentía que se titulara con inexactitud,
ni que se emplearan adjetivos o juicios de valor en las informaciones?
¡Que debe estar pensando Paco
Basterra de los canales de información continua, de los debates, de las
tertulias actuales, con el amor y la exquisitez con la que él puso en marcha la
parrilla de programación de CNN+
¿Qué nos ha pasado?
¿No nos da vergüenza el
periodismo que estamos haciendo?
¿No nos parece a todos que esta
deriva en la que hemos ido desembocando tiene que tener fecha de caducidad más
pronto que tarde?
Por favor, que vuelva el
periodismo ya!!!
NOTA 1. Este artículo está
inspirado en reflexiones mías durante la procesión laica a la que asistí días atrás
por el cementerio civil de Madrid, tras la despedida definitiva a Ramón Lobo.
Siguiendo sus instrucciones y con Nieves Concostrina como maestra de
ceremonias, íbamos depositando en tumbas como las de Carmen de Burgos, Almudena
Grandes, la Pasionaria o Giner de los Ríos las flores de las coronas que le
habían enviado a nuestro amigo reportero recién fallecido. La presencia de
muchos buenos periodistas hoy ya ancianos, retirados desde hace bastante tiempo
pero que acudieron allí y formaron parte de la nutrida comitiva, fue lo que me
indujo a hacerme parte de las preguntas que dejo escritas más arriba.
NOTA 2. Por cierto, el periodista
Pablo González Yagüe lleva ya más de 500 días encarcelado en una prisión
polaca. Es bueno recordarlo –y denunciarlo- cada vez que se pueda.
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