LA VENTANA (NARRATIVA) 1
DUNIA SANCHEZ
MI ventana da una masa de dragos que sangran cuando la lluvia hace presencia. Mi ventana da a un sol cuando los sonoros rincones de los párpados se abren en el brío de su clemencia. MI ventana dice que alguien pasea por los caminos de la ausencia cuando el despertar interfiere en nuestros sueños, efímeros, agotados en los años. Mi ventana dice que los callados besos de mis labios perduraran mientras estática siga aquí, bajo este techo donde las sombras del ayer perduran en mi vientre, en mi corazón…Ah, ese corazón. Ese corazón roto en los amores. Porque yo me enamoro, de la esencia virgen de las palabras, del aroma del recuerdo, de la mirada perdida en la firmeza, de los actos naturales en la secuencia del yo. Observo esos dragos, un boscaje reinante en esta parte de la isla. Ahora, me recojo y suspiro cuando mis manos cogen la mochila. Esa mochila a rayas azules, blancas, verdes, rojas para ser fuga de esta masa de lava bañada por el Atlántico. El barco está en el muelle. Cierro la puerta con la lentitud de quien lleva demasiado peso sobre sus hombros. Dejo la memoria en sus paredes, en cada uno de los muebles que la componen. En cada olor que me despide cuando le doy a la llave. En este
pueblo se respira, a estas horas, un aliento sereno y fresco.
Me estimula. Me dice que tengo que marcharme a donde las ruinas no rasguen mis
sentidos. Dejo la plaza y me posicione en la parada , un taxi después de un
tiempo fugado aparece , me monto. Se van dibujando en mi cada particular forma
de esta isla, cada estrato que va discurriendo a medida que descendemos hasta
donde el mar rompe contra los diques. Voy con tiempo. Llegaré, me tomaré un
café y cabalgaré donde los cetáceos se recogen en su hogar, el mar. Mi espíritu
dice del adiós. Mi espíritu dice de la aventura. Mi espíritu dice del misterio.
Mi espíritu dice de ese túnel del tiempo en un mundo de hoy, en un mundo donde
la diversidad cultural enriquecerá cada pensamiento que hay en mí. Ya me
despedido de los dragos. Ya me he despedido de cada calle de ese pueblo. Ya me
he despido de esta ciudad donde ahora aborda el taxi. Un taxi mudo, un taxi
poco coloquial cuando mi mirada se cruza en el espejo retrovisor de este auto
con su chofer. Una sensación de invalidez penetra en mis venas. No es que sea
cobarde. Me pregunto que me deparará este rumbo que toma. Qué será de mi
destino. Un destino fraguado en el instante perfecto o imperfecto del tiempo,
de las experiencias, de mi caminar. Veo ya el buque. Un buque blanco. De lejos
parece pincelado de pequeños paneles, de cual uno de ellos, será mi camarote.
Un nerviosismo me inunda, aunque no hay marcha atrás. Yo lo he decidido así. El
olor ha reboso penetra en mi olfato, hay mala marea.,,,CONTINUARÁ
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