DOÑANA O EL DESGOBIERNO DE
LOS NEGACIONISTAS
JUAN LÓPEZ DE URALDE
Imagen de archivo de la
laguna de Santa Olalla, en pleno corazón de Doñana. EFE/Eduardo Abad
Durante décadas el ecologismo ha ido abriéndose paso en una sociedad mayoritariamente indiferente a la degradación ambiental. Lo que empezó siendo un movimiento minoritario, ha ido ganando la batalla cultural, seguramente más por la evidencia de la gravedad de la crisis climática que por otras razones. Al mismo tiempo que el ecologismo daba batallas, ha ido ganando peso en la conciencia de la gente la preocupación por esa degradación ambiental, antes ignorada. A su vez, han ido tomando cuerpo acciones políticas y legislativas específicas. Por más que esos pequeños avances todavía sean insuficientes para ganar la batalla a la crisis ecológica, las medidas que se van adoptando en política ambiental generan sectores descontentos, o directamente contrarios a las mismas; es el caldo de cultivo en el que cala el negacionismo, fomentado y amparado por las derechas.
En el caso del
Doñana la polémica viene de atrás. Son muchos años de luchas para tratar de
frenar las sucesivas agresiones que han amenazado al Parque Nacional, y que van
desde urbanizaciones, a proyectos de carretera para atravesar el Parque o los
almacenamientos de gas en el subsuelo de Doñana. Pero la riqueza fundamental de
Doñana es el agua, y es por ahí por donde puede morir Doñana definitivamente la
Doñana salvaje que hemos conocido. Por eso la reciente aprobación en el
Parlamento Andaluz de una ley para legalizar los regadíos ilegales ha generado
una alarma sin precedentes. Esta ley es la consecuencia que negacionistas
ecológicos estén al frente de un gobierno. Y de seguir adelante puede ser la
puntilla para Doñana.
Un estudio
científico reciente publicado en la revista científica Science of The Total
Environment, demuestra que el deterioro del sistema de lagunas de Doñana es
generalizado. Se ha constatado que el 59% de las lagunas de mayor tamaño de
Doñana no se han inundado al menos desde 2013. Según estos datos, el 80% de
estas lagunas se secaron antes de lo esperado por la precipitación y la
temperatura observadas y el 84% tuvo un área de inundación menor de lo que se
había previsto en función de los mismos parámetros, lo que indica que la
actividad humana está alterando el equilibrio natural de las lagunas. Es decir, los datos confirman que Doñana se
está secando.
Hay diversos
factores que influyen en esta sequedad creciente. Unos tienen que ver con el
cambio climático, la sequía y el aumento de la evaporación y la
evapotranspiración como consecuencia del aumento de las temperaturas. Pero
también la acción humana más directa, a través de la extracción de agua
subterránea para los cultivos de regadío en el entorno de Doñana tienen mucho
que ver con la crisis que estaña sufriendo el Parque.
Según datos de la
organización ecologista WWF en el entorno de Doñana ha ido creciendo año y tras
año la superficie de regadío ilegal, llegándose en este momento hasta las 1903
Has. Esos regadíos - que ahora el PP y VOX pretenden legalizar - se han ido
poniendo en marcha a base de la extracción de agua a través de pozos ilegales,
agravando año tras año la situación del espacio natural. El problema, por
tanto, no nace ahora, sino que se ha ido generando a pesar de las llamadas de
atención de las organizaciones ecologistas durante años. El sector de los
frutos rojos y de las fresas ha ido ganado espacios de poder amparándose en un
victimismo fomentado por las derechas para ganar peso político en las comarcas
afectadas.
Pero llegar a
tratar de legalizar esos regadíos ilegales es finalmente consecuencia de tener
negacionistas al mando de los gobiernos, y más en periodo electoral. Puesto que
hay un sector económico que se siente perjudicado si se limita su acceso al
agua (por cierto obtenido de manera absolutamente ilegal, y en una de las zonas
más sensibles ecológicamente de España) el gobierno andaluz decide favorecer a
esos intereses sea cual sea la consecuencia que esa decisión pueda tener para
uno de los lugares de mayor valor ecológico y biodiversidad de Europa.
Legalizar los
regadíos ilegales es dar vía libre a la continua extracción de agua del
acuífero de Doñana, y acabar definitivamente con este valioso espacio natural
que agoniza. No hay alternativa que pase por aportar aguas superficiales como
pretenden hacernos creer. La irresponsabilidad del PP y de VOX es total. Pero
también años de abandono y de desidia ante la situación. Es urgente que se
frene este despropósito. Pero al final, solo será posible si se para en seco
ese negacionismo cada vez más extendido, que ignora el valor de lo común para
conseguir un beneficio propio a cualquier coste.
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