LA JUSTIFICADA DESCONFIANZA DE CRISTINA FERNÁNDEZ
EDUARDO SANGUINETTI
Cristina
Fernández, en su discurso ante la Asamblea de Naciones Unidas días pasados,
instaló una frase a la que adhiero: “Yo ya desconfío de todo”.
La desinformación se despliega en un mundo en que no hay lugar,
ya, para ninguna comprobación cierta de nada. Cada día hay un mayor número de
hombres y mujeres formados e instruidos para actuar en el secreto, entrenados
para no hacer más que eso, ya sea desde las macro-corporaciones mediáticas o
desde cualquier poder, en acto de confrontar y defecar en la decisión de las
mayorías al elegir a sus gobernantes y adherir a sus acciones de gobierno.
Se trata de cuadros especiales de hombres de las más variadas
profesiones, armados de archivos reservados, de observaciones y análisis
secretos. Mercenarios rentados que disponen de diversas técnicas para la
explotación y manipulación de esos asuntos secretos, consumidos con fruición
por las burguesías neoliberales rioplatenses, hoy en pie de guerra abierta a la
gestión revolucionaria de Cristina Fernández, a pesar de cierto entorno
siniestro que podría desdibujar las acciones de la presidenta y al que no
adhiero.
Cristina Fernández, en absoluta soledad, se subleva
estupendamente a las escleróticas políticas de genocidios, entrega y sumisión.
Lo hace impregnada de aires revolucionarios indudables, instancia que provoca
la ira y el pánico de la denominada oposición liberal, peronista y de la
oligarquía grosera, publicitada en los pasquines “caretas” que conforman las
corporaciones económico mediáticas de la denominada prensa argentina.
Cristina escapa a los lugares comunes y a la política marcada
por EEUU, tan afecta a desvirtuar el destino de todas las naciones de
Suramérica, con su patrimonio cultural degradado. Solo el mercantilismo impuso
criterios siniestros para la vida en relación de los pueblos, sometidos a las
tendencias anquilosadas, vetustas y consumistas de importación de lo peor.
La presidenta Cristina Fernández, en actitud y aptitud, superó y
trascendió al peronismo y sus referentes fascistas, siempre presentes en
sindicalistas “gordos” que operan desde la clandestinidad y desde los espacios,
otrora asignados a los terratenientes, que conforman delirantes alianzas en PRO
del “modelo sojero”, de la Bolsa de Valores, que no encuentran entrada en las
salidas libertarias de la presidenta argentina.
Sería admirable que lo manifestado en los discursos de Cristina
Fernández, donde la legalidad ocupa un sitial de honor, sea puesta de
manifiesto en los medios del mundo, sobre todo y ante todo porque en ellos los
Derechos Humanos ocupan un espacio de trascendencia frente a todo tipo de
atropello a las libertades de las naciones, a los genocidios a repetición y a
todo aquel que tiende a desestabilizar artificialmente economías de países
independientes, atacando monedas en una suerte de accionar terrorista
económico, tal el caso de los denominados “fondos buitres”.
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