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domingo, 23 de abril de 2023

YOLANDA DÍAZ Y LAS METÁFORAS DEL RUIDO Y LA UNIDAD


YOLANDA DÍAZ Y LAS METÁFORAS DEL 

RUIDO Y LA UNIDAD

JUAN CARLOS MONEDER

Una trama abierta                             

Durante los bombardeos alemanes de Londres, en las tiendas, y con mucha flema británica, colgaban carteles en lo que quedaba de las paredes invitando a entrar a los clientes: "Estamos más abiertos que nunca". En el sistema de partidos en España -aunque es bastante generalizable- pasa algo similar.

Es evidente que nunca le ha gustado tanto un liderazgo de izquierdas a la derecha española como dicen que les gusta Yolanda Díaz. Aunque sabemos que mienten. Si llega la ocasión, le dispararán como han disparado a todos los que se salen del bipartidismo.

Todos los columnistas enregimentados, sean de derechas o afines al bipartidismo, sancionan la ascensión de Díaz como si fuera la madre de sus hijos, eso sí, siempre en paralelo a la emisión del certificado de defunción de Podemos. Pero aún hay flecos abiertos.

Hace una década, cuando nació Podemos, pensé que iba a haber una gran coalición entre el PSOE y el PP (Susana Díaz y Rajoy), que el PSOE se rompería por esa ignominia y que los socialistas honrados se vendrían a crear un Frente Amplio. La cosa fue mucho más complicada porque defenestraron a Sánchez, Sánchez se "podemizó" y recuperó cierta credibilidad de izquierda.

De ahí el Gobierno de coalición, que ha logrado hacer cosas claramente avanzandas. Pero Sánchez, en sintonía con la derecha de su partido (Page, Lambán) ha abierto un negociado con el PP (el partido que pacta con la extrema derecha), como, por ejemplo, con la Ley del sólo sí es sí. Mientras alimenta a un sector a su izquierda menos confrontativo y con el que se encuentra más cómodo (que ayer representaba Errejón y hot representa Yolanda Díaz).

Es decir, el bipartidismo quiere reinventarse absorbiendo a las fuerzas que nacieron reprochándoles su corrupción y su cartelización. El PP ya se ha comido a Ciudadanos y en cuanto el sistema le quita apoyo a VOX, se desinflan (como vimos en Andalucía). Por su parte, el PSOE da volantazos, unos días apostando por Díaz y castigando a Podemos y otros entendiendo que sin Podemos no va a haber gobierno de coalición. ¿En qué acabará todo esto?

¿Fin del ciclo del 15M?

Hay una voluntad en la derecha, que repite la izquierda enmoquetada, de dar por cerrado, muerto y enterrado el ciclo del 15M. No hay problema en que los ciclos se cierren y es ley de vida que todo lo que nace, muera.  No dependen los ciclos de que uno los declare cerrados, aunque sí hay un problema cuando se quiere hacer trampa y en esa declaración de fin de ciclo se está al tiempo declarando que los tiempos de los cambios se han terminado. Porque aunque los cuerpos sigan sufriendo la dureza de los tiempos, se están hurtando palabras para expresar ese dolor. Es una incongruencia politiquera decir que en España tenemos un problema con la salud mental, especialmente de los jóvenes (algo radicalmente cierto y que llevó a que Unidas Podemos hiciera una ley de salud mental) y, en paralelo, decir que el hartazgo que llevó a la gente a las plazas a gritar "hasta aquí hemos llegado" ya no tiene sentido. Los que hemos criticado el régimen del 78 (en mi caso incluso le he dedicado un libro, La Transición contada a nuestros padres) nunca hemos negado todo lo logrado en esos años ni, mucho menos, hemos dejado de reconocer la violencia de la época -que costó casi tres centenares de víctimas-, al igual que el PSOE y el PCE son impensables sin la lucha antifranquista y que Izquierda Unida es impensable sin el movimiento Anti-OTAN).

Para que está cuenta les salga, los enterradores del 15M mienten y construyen, por ejemplo, la falacia del hombre de paja (inventan argumentos que nadie ha expuesto pero que les ayudan a parecer que ellos están llenos de razón). Por ejemplo, cuando afirman que el 15M era  una "enmienda total a la democracia representativa". La noche de las elecciones europeas donde emergió Podemos con 1,5 millones de votos, en la Plaza del Reina Sofia la gente congregada recibió a los nuevos eurodiputados y a los líderes morados al grito de "Que sí, que sí, que sí nos representan".

No hay cambios radicales. Pero las exigencias radicales son el péndulo que abre la ventana y que inicia la conversación. Las discusiones radicales pero realistas son las que permiten los cambios. Irse al extremo, como dice Hirschman, para que te vean, te escuchen y se inicie la conversación. La retórica populista -ellos, el poder, nosotros, el pueblo- sirve precisamente para eso. Abre una gran conversación.

El 15M fue el resultado de esas conversaciones que venían incubándose y que se convirtieron en una gran conversación que permite pensar hoy cosas que hace una década eran impensables. El cuestionamiento de la conducta delictiva de la monarquía, el encarcelamiento de ladrones aunque sean Ministros de Economía, el ensanchamiento de los derechos de las mujeres, la denuncia de la pederastia en la iglesia, del maltrato en las universidades y en los centros de investigación, la aprobación sin ruido de una ley de eutanasia. Pero sería ingenuo pensar que se han ganado todas las batallas. Al contrario. Se han perdido algunas enormes (Ley Mordaza, empresa pública energética, investigación de las tramas de corrupción, incluida la monarquía, Sahara, plan de paz en Ucrania, renovación del poder judicial...) y siguen pendientes los problemas estructurales que amenazan a la vieja Europa (calentamiento global, robotización de la economía, mafias financieras internacionales, migraciones, desigualdades de género, enfermedades mentales, guerras y violencia...).

Dar por finalizado el ciclo del 15M es una manera indirecta de decir: ya no hay espacio para seguir cambiando las cosas en España y en Europa. Y es el corazón de la discusión interna en Podemos entre los que querían transformaciones profundas y los que simplemente querían ponerse en el lugar de los que estaban mandando. ¿Sigue la misma discusión en el debate entre Sumar y Podemos?

Yolanda y las metáforas

Cuenta Steve Pinker en su libro El mundo de las palabras, que no todas las metáforas funcionan. Pasa cuando el tinte emocional en la comparación encaja tan mal que termina naufragando. Por ejemplo, decir "la bailarina se puso de puntillas con gracia y extendió una fina pierna hacia atrás, como hace el perro en una boca de incendios o en un árbol". Muy elegante no es.

Jordi Évole, que no deja de ser el follonero con mechas, planos cortos y más presupuesto, ha entrevistado a la Vicepresidenta y Ministra de Trabajo, que no deja de ser Yolanda Díaz con todo eso, además de una excelente gestión en su ministerio y algo más de presupuesto mediático. Évole se ha quejado de que le salió mal la entrevista. ¿No logró los fines que buscaba?

Las metáforas de Évole eran un jarrón chino de la dinastía PI, comida cruda japonesa y estética kill Bill, katana, metafóricamente incluida. Y es verdad que China y Japón están cerca pero no son lo mismo. Es lo que pasa con Podemos y Sumar. Katana incluida.

La entrevista no le salió tampoco bien a la vicepresidenta.

Se le torció la sonrisa, que es uno de sus grandes activos, no dio ideas sobre su programa, no explicó en qué se diferencia de Podemos ni por qué no quiso firmar un papel con Ione Belarra garantizando primarias, un rasgo, por cierto, de la nueva política, como lo era el pacifismo en Izquierda Unida.

Tampoco explicó por qué no sacó la conclusión correcta de su disgusto con su nombramiento, que hubiera sido no aceptar ser vicepresidenta. Se mostró todo el rato obsesionada con Pablo Iglesias (aunque no tanto como Évole y la culpa, a lo mejor, es de él porque de tanto querer malmeter a Díaz con Iglesias, debilitó los argumentos que viene expresando Díaz contra los morados).

La entrevista, sin duda,  era pura metáfora. Por eso Yolanda Díaz no tocó la comida al tiempo que se la comió toda.

Quizá lo más relevante de la entrevista es que obró como si tuviera detrás todo un movimiento social enfadado con toda la política, que es lo que le pasó a Podemos cuando nació después del 15M. Sin embargo, Sumar de donde nace es de la fractura de ese espacio político nacido del movimiento social, fractura en buena medida inducida por los mismos medios que ahora la aúpan.

Alguien no está haciendo un buen diagnóstico.

¿Qué fue de la creatividad?

Algunos fuimos a ver la entrevista esperando una explosión de creatividad que solventara todos los cuellos de botella de la izquierda, esperando que Yolanda Díaz sacara de la chistera el conejo de la unidad dejándonos a todos boquiabiertos, que fuera la "mamá pato" de toda la izquierda y nos convocara bajo su ala a todas, todos y a todes desde su autoridad, requiriéndonos que nos portáramos bien y poniendo como clave su propio ejemplo conciliador, exigiéndonos que nos dejáramos de pendejadas, olvidáramos viejas rencillas y fuéramos de la mano bajo su paraguas.

Cuando vi a los fulanos hablando de Podemos en dialecto asiático en un reservado para mafiosos, entendí que este año, como decía Eduardo Mendoza en El misterio de la cripta embrujada, tampoco ganaríamos el partido. Maldito Tarantino.

Nos encontramos con una persona que dudaba ante preguntas sencillas, llena de incertidumbres donde esperábamos respuestas, insistiendo en lo malos que son los demás y lo maravillosa que es ella (ella no insulta, no grita, no hace ruido, ella negocia, no le gusta el conflicto, no le gusta lo feo y, quizá por eso, no le gustan los partidos y, como guinda, no le gusta la izquierda, que al parecer es una cuerda de machistas infumables que dan golpes, son maquiavélicos y solo piensan en listas, cargos y financiación).

Es decir, Yolanda hablaba como si acabara de llegar a este negociado, cosa que si electoralmente no hay que despreciar porque la derecha también busca insiders que parezcan outsiders y no le va mal, en términos de sinceridad, que es un valor en la izquierda, tuvo que chirriar a no pocos de quienes la escuchamos.

Aunque quizá el principal problema fueran sus certezas, especialmente su seguridad contra Podemos, quien han sido su principal soporte; y alguna otra certeza, expresada con arrogancia que, además, es un profundo error, que es lo que pasó cuando dijo que toda España sabía que iba a votar a Mónica García, la candidata errejonista de Más Madrid, que es de un partido diferente al de Yolanda Díaz. Porque en tanto en cuanto siga siendo Diputada de Unidas Podemos y vicepresidenta de Unidas Podemos, su formación es Unidas Podemos y su candidata a la Comunidad de Madrid es Alejandra Jacinto. Porque de lo contrario, esa promesa de voto hecha por Yolanda Díaz está en la familia de comportamientos de quienes sacan el escaño con un partido y terminan la legislatura en otro. Y me consta que Yolanda Díaz no es así, ni quiere ser así ni nadie con dos dedos de frente quiere que sea así.

Ferreras y las cabezas de caballo

La estética de Kill Bill de la entrevista nos lleva a la yakuza, que es la mafia japonesa. ¿Le estaría poniendo Ferreras y la Sexta una cabeza de caballo en la cama a Yolanda Díaz como hacían en El padrino? Me parece excesivo. Aunque si pensamos que podría ser una forma de decirle "si te portas bien, te trataremos como a Mónica García, a Errejón o a Baldoví, sacándote todos los días y preguntándote si te gustan los árboles y los perros. Si te portas mal, en cambio, te trataremos como a Mónica Oltra, a Pablo Iglesias y a Ione Belarra", pues el pensamiento no suena tan descabellado aunque no haya sido planeado.

Quizá por eso la entrevista no le salió bien a Yolanda Díaz. Porque no nos engañemos, Évole graba horas e incluso hace la misma pregunta varias veces a ver si pilla al entrevistado en un renuncio, y luego saca lo que quiere, es decir, lo que va a generar un mensaje y no otro. Que se lo digan a Iván Redondo.

Ese mensaje no es que se lo dicte Ferreras a Évole, porque Évole no se deja mandar ni le hace falta, pero es un mensaje que, imaginábamos, iba a tener como objetivo alejar a Yolanda Díaz de Podemos. Que es para lo que trabaja la sexta. Y que es lo que ha pasado con la entrevista.

Podemos nació gestionando políticamente la ruptura del 15M con el régimen del 78, cuando lo del Rey en Botswana, Rato y su milagro en la cárcel, Griñan y Chavez en los ERE, el PP envuelto en lo que Francisco Granados, su Secretario General de Madrid, llamó volquete de putas, con la iglesia que había apoyado al PP enredada en la pederastia...

Podemos tenía detrás el impulso de la calle, la frescura del momento, unos liderazgos poderosos y cinco millones de votos; Yolanda tiene también un liderazgo poderoso aunque, si se compara con el de hace un año, se va marchitando, precisamente por su oposición a Podemos. Su fuerza estaba en Sumar, no en recoger a todos los que se fueron de Podemos después de perder las internas.

Yolanda no tiene el impulso de las plazas, aunque tiene el impulso de los que se fueron de Podemos soñando la gloria que le prometían los medios y las falsas encuestas y que obran hoy como los caminantes blancos de Juego de Tronos. También tiene Yolanda, y es lo mas falaz y lo más peligroso para ella, el apoyo de los medios de comunicación que quieren acabar con Podemos.

Algunos consejos para caminar hacia la tan necesaria y acosada unidad

Yolanda Díaz tiene que escoger entre gestionar la cacería política contra Podemos que ejecutan las ruinas del régimen del 78 o entender el momento histórico y decir: vale, todos hemos cometido errores, pero vamos a sentarnos a ponernos de acuerdo.

Si escucha a los que quieren a Podemos muerto, como hizo Errejón antes que ella, esa cuenta no le va a salir. Y vamos a perder todos. Si se sigue equivocando de adversario y no entiende que contra quien hay que dirigir los dardos es contra el bipartidismo y adláteres y sigue dedicando tanto tiempo a disparar contra Podemos, habrá dilapidado todo el capital que se ha depositado en ella.

Yo le diría: convoca a todos y todas, Yolanda; deja de escuchar a los asesores que te dicen que Podemos ya pasó y que te hablan desde la ira, desde la vieja política y no desde la inteligencia. Olvídate también de Pablo Iglesias y entiende que la Secretaria General de Podemos es Ione Belarra. Escúchala a ella, que es quien representa a millones de españoles y españolas.

Y danos la alegría de la unidad, que tanto nos gusta.

Busca metáforas bonitas. Por ejemplo, una que diga: la unidad es un mosaico, que se va completando poco a poco, con algo de rompecabezas, donde cada tesela, cada pequeño azulejo, tiene un valor único e importante si lo que se quiere es completar la imagen final. Porque es al final, entre todos, que se logra el dibujo.

 

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