BEN-HUR: UN SUBMARINO GAY EN SEMANA SANTA
DAVID TORRES
Fotograma de la película 'Ben-Hur'
En Semana Santa las televisiones suelen apostar por reponer clásicos cristianos sobre la crucifixión, un ramillete de películas que van desde la sencillez prodigiosa de El evangelio según San Mateo, de Pasolini, a la solemnidad de Rey de reyes, de Nicholas Ray. Mucho más escandalosas fueron La última tentación de Cristo, controvertida adaptación de Scorsese de la novela de Nikos Kazantzakis, y el terrible baño de sangre con que Mel Gibson salpicó La pasión de Cristo, una visión casi intolerable de la tortura y de la muerte rodada íntegramente en arameo y en latín.
No faltan tampoco
el redentor rockero y hippie de Jesucristo Superstar, de Norwan Jewison, ni el
interminable y algo ñoño evangelio del Jesús de Nazaret, de Zefirellli, una
teleserie que contó entre sus guionistas con el mismísimo Anthony Burgess,
quien explicó que por lo menos los decorados sirvieron para que los Monty
Python los compraran por cuatro duros y los reutilizaran en La vida de Brian,
una alternativa cómica y delirante a tanto dramatismo religioso. Burgess
añadió: "No me importaría nada haber firmado el guión".
Otro de los platos
fuertes cinematográficos en Semana Santa son esas producciones bíblicas al
estilo de Los diez mandamientos, de Cecil B. DeMille, o esas epopeyas de
romanos en las que Cristo sólo aparece de refilón: La túnica sagrada, Quo
Vadis, Barrabás. Entre estas últimas, la mejor de todas es, sin duda alguna,
Ben-Hur, la extraordinaria cinta de William Wyler que se llevó once merecidos
Oscar en 1960, incluyendo mejor película, dirección, actor principal,
secundario, montaje y fotografía. Todo resulta extraordinario en esa extenuante
aventura de casi cuatro horas de duración, desde el espléndido diseño de
vestuario de Elizabeth Haffenden a la magnífica banda sonora de Miklós Rózsa.
Lo que pasó
desapercibido a casi todo el mundo es la relación homosexual entre los
personajes de Messala y Ben-Hur, un subtexto desvelado años después por unos de
los guionistas, Gore Vidal, quien decía que la única explicación posible al
odio súbito y prolongado que siente Messala por su viejo amigo es la negativa
de éste a continuar un romance juvenil. Stephen Boyd, que interpreta a Messala,
estaba al tanto de ese secreto y actuó en consecuencia en la famosa secuencia
del brindis (se divirtió bastante haciéndolo, ya que Boyd era homosexual), pero
tuvieron que ocultársela al protagonista, Charlton Heston, por miedo a que
abandonara el rodaje.
De hecho, Heston se
enfadó muchísimo al estrenarse en 1995 el documental El celuloide oculto,
dedicado al análisis de la homosexualidad en la industria de Hollywood. Allí
Vidal revela que, al comunicarle a Wyler su idea de que Messala y Ben-Hur
hubieran mantenido una aventura en su juventud, el director expresó sus dudas
pero le dio el visto bueno con la condición de que no apareciera una sola línea
explícita, que hablara con Boyd, pero que no le dijera una sola palabra a
Heston. Cuando clava su lanza al lado de la de su amigo, Messala le da la mano
entusiasmado y dice: "Después de tantos años, todavía cerca". "En
todos los sentidos" responde Ben-Hur. Lo de las lanzas ya daba demasiadas
pistas.
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