¿QUÉ MENSAJE HABRÁ ENTENDIDO
PEDRO SÁNCHEZ?
JUAN TORTOSA
Cuando el domingo
por la noche gritábamos “Con Rivera, no” a las puertas de Ferraz, a Pedro
Sánchez se le veía azorado, incómodo, como sorprendido por la reclamación.
“Creo que ha quedado bastante claro, ¿no?” respondió la primera vez que lo oyó
pero a la tercera, ya más bien molesto, no pudo evitar replicar “¡Que ya lo he
escuchado!”, lo que traducido al castellano significaba “¿por qué no os calláis
de una vez?”. A continuación salió del paso con una frase ambigua y nada
tranquilizadora: “Nosotros no vamos a ser como ellos, no vamos a poner cordones
sanitarios.” ¿Y por qué no, Pedro? ¿Acaso los avezados demoscópicos con que
cuentas entre tus asesores no tienen claro que buena parte de los votos
obtenidos el 28A tienen carácter de préstamo para frenar a la derecha, sus
soflamas fascistas, machistas y antiabortistas, su pasión por las armas, o por
construir muros xenófobos entre otras lindezas?
Preocupante que en
ese momento Sánchez desaprovechara la oportunidad de subirse al carro y coreara
también “Con Rivera, no” junto a sus incondicionales. Aquella misma noche vi en
internet cómo los directores de los diarios madrileños de papel apostaban ya
abiertamente por un pacto con Rivera. La mañana siguiente, a la patronal y a
varios bancos les faltó tiempo para proclamar abiertamente las bondades que a
su juicio tendría un pacto del PSOE con Ciudadanos. Ni un pelo se cortaron, los
muy sobrados, ¿para qué? Los súbditos, parecían querer decir, ya habíamos hecho
nuestro trabajo, y ahora les tocaba a ellos, a quienes nunca se presentan a las
elecciones pero mueven sin pudor los hilos en la sombra, indicarle al ganador
quiénes han de ser sus compañeros de cama, por mucho que Arrimadas y Alberto
Carlos se hagan un poquito los remilgones de cara a la galería.
El “Con Rivera, no”
del domingo recordaba al “No nos falles” a Zapatero en marzo del 2004. ZP,
claro está, acabó fallando, plegándose a la voluntad superior de los
“supercicutas” y a la peculiar manera que estos tienen de conjugar según qué
verbos:
Yo espero,
Tú ganas las
elecciones,
Él vota,
Nosotros decidimos,
Vosotros hacéis lo
que os decimos,
Ellos se joden.
Sánchez tiene esta
vez la oportunidad de demostrar, como lo ha hecho ya alguna vez en su vida, que
es capaz de salirse del carril, que no va a hacer como Zapatero ni tampoco como
Felipe González en 1993, cuando tras asegurar que había “entendido el mensaje”,
nos creímos que iba a pactar con Izquierda Unida y acabó haciéndolo con los
nacionalistas, con Jordi Pujol a la cabeza.
No nos falles tú
también, Pedro. Con Rivera, no. ¿Has entendido tú nuestro mensaje? ¿O vas a
continuar dando largas a los asuntos firmados en el pacto que te llevó al
gobierno hace diez meses? Ese mensaje que tú, Ábalos y compañía aseguráis haber
entendido, ¿va a poner por fin orden en los alquileres, en el precio de la
vivienda, en los taxis, en la televisión pública? ¿liquidarás la reforma
laboral del PP, te atreverás de una vez por todas a coger por los cuernos el
toro de las pensiones? ¿O te vas a dedicar a tranquilizar a los poderosos que
no te han votado, a continuar mareando la perdiz sin entrar a saco en asuntos
de máxima prioridad como Catalunya?
Has llegado hasta
donde estás porque eres osado y arriesgas, es verdad, ¿a qué viene entonces la
ambigüedad de la noche triunfal? ¿por qué no recoges el guante de tus
incondicionales y proclamas alto y claro que con Rivera no vas a pactar? Hemos
conseguido parar a la derecha y eso hay que celebrarlo, es verdad, pero ahora toca
pasar cuanto antes a la página siguiente de un libro que hace tiempo que tenía
que estar leído. Tienes a tu izquierda los apoyos suficientes para acometer una
legislatura productiva y sabrosa que pase a la historia con letras de oro. Es
la ocasión. Nuestros vecinos portugueses lo han hecho dejando en evidencia
oráculos y agoreros. Ahora te toca a ti. Y recuerda: son votos prestados.
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