ANDALUCÍA: MAYORÍA ABSOLUTA DE
QUIENES NO VOTARON A NADIE
DAVID BOLLERO
El resultado de las
elecciones en Andalucía no sólo es desesperanzador por el ascenso de la derecha
y la extremaderecha, sino por lo poco que parece importarles a los andaluces y las
andaluzas quiénes rigen el destino de su Comunidad. Más de 4 de cada 6 personas
prefirieron ayer estar de cañas al sol, sentad@s en sus poltronas o
importándoles un carajo quién gestionará su Sanidad, su Educación, sus
Servicios Sociales, su modelo productivo… Pues bien, ahora, durante cuatro años, serán ellos quienes le
importen un carajo a los que llevarán las riendas de Andalucía.
El nivel de los
partidos políticos es pobre. Lo es cuando en sus primeras valoraciones no ponen
el énfasis mayor en cómo más de 2,7 millones de personas de un total de 6,4 no
votaron a ningún partido. Si calculamos los porcentajes de apoyo real
considerando esas cifras, el PSOE no cuenta con un 27,95% de apoyos, sino de un
15,7%. Ciudadanos, que tantas ansias tiene de hacerse con el poder, 10,2% y la
amenaza de Vox, 6%.
Estaría muy bien
que todos los partidos hicieran una autocrítica, no sólo por qué la mayor parte
de ellos se ha pegado la hostia que se han pegado: PSOE ha perdido más de
400.000 votos; la pérdida de votos del PP, a pesar de su júbilo, supera los
316.000 votos; Adelante Andalucía, casi 280.000 votos… También sería muy
positivo que asumieran la responsabilidad que les toca en una abstención tan
elevada…
Sin embargo, hay
que poner también el énfasis en esas 2,6 millones de personas que ni siquiera
votaron. Si pobre fue la participación en 2015, más pobre lo ha sido esta vez,
a pesar de la amenaza de la extremaderecha (que, como nos ha enseñado Pablo
Casado, no sólo viene por Vox). Esas personas también tienen una cuota de
responsabilidad en el ascenso de la derecha y la extremaderecha en las
instituciones, que no les quepa la menor duda.
Susana Díaz, que no
ha perdido un ápice de soberbia a pesar de su descalabro histórico, puede
esgrimir ahora la bandera constitucionalista para establecer un cordón
sanitario a Vox en el Parlamento andaluz, pero lo que no puede esperar es que
sea ella quien gobierne. La Andalucía que ha votado lo ha dejado claro: es de
derechas. Así que si quiere ese cordón, tendrá que dejar vía libre al gobierno
de Juanma Moreno y, como lo llama el propio PP, “una coalición de perdedores”.
Por su parte,
Albert Rivera ha vuelto a demostrar la facilidad que tiene para que le patine
la neurona: ¿De veras, por mucho que haya crecido en votos, cree que merece
gobernar si sobre el total del censo sólo representa al 10,25%? El mismo
partido que no hace ascos al apoyo de la extremaderecha, casi nada. Un partido
que ni siquiera permite la entrada de la prensa a su sede en una noche
electoral…
Adelante Andalucía
ha fracasado. No sólo no ha conseguido movilizar el voto sino que tampoco ha
pescado en la sangría de 400.000 votos del PSOE. Inasequibles al desaliento, no
deberían cambiar su discurso y, como le escuché en una ocasión a Antonio
Maíllo, sí continuar haciendo pedagogía, seguir informando para que el discurso
tenga más calado en la ciudadanía que el miedo que sus opositores proyectan
sobre ellos.
En cuanto a Vox,
qué decir… Este mismo fin de semana, un amigo me contaba como un concejal (con
cargo en Ayuntamiento con otra formación extinta) presumía en el bar de que el
partido de extremaderecha tenía dos diputados por Murcia en estas elecciones
andaluzas… imaginen. Lejos de resignarnos al ascenso de la extremaderecha, la
gente de bien seguiremos plantando cara, luchando cueste lo que cueste para que
no impongan sus ideales fascistoides. Hay una diferenciua crucial entre ser
demócrata y utilizar la democracia. Vox es de los segundos.
Confío en que lo
sucedido en Andalucía, al menos, sirva para que esos cerca de 11 millones de
personas que en las últimas elecciones generales no apoyaron a ningún partido
tomen conciencia de que no votando, también votan, que incluso quienes dicen
“yo soy apolític@” o “a mí no me importa la política” serán las víctimas de sus
propios actos. A partir de hoy, lo sabrán esos cerca de 2,7 millones de
votantes andaluces que no tomaron partido, serán sus propias víctimas.
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