EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Se cumplen tres
años del gobierno PRO, con Mauricio Macri como presidente de la República
Argentina en función, ocupando un sitial de honor para el cual, según el
parecer de innumerables especialistas en política del planeta, no estaba
capacitado, ni en bagaje de idoneidad-conocimiento-responsabilidad, ni en la sensibilidad
que lo haría sentir y pensar al pueblo, a quien se debe por entero, en acto de
administrar una nación.
He anticipado desde
mi exilio interior poético y patético la desmesura, la exclusión y el
sojuzgamiento que soportaría el pueblo argentino, expuesto a los caprichos y
patologías del gobierno de Macri… lo he dejado plasmado en editoriales
publicados en este medio plural por excelencia, desde el inicio del gobierno
“tilingo” PRO. Es mi deseo dejarlo muy bien aclarado para los desprevenidos que
abundan… Imposible no anticiparse a la caída anunciada, en degradación,
ignorancia y miedo, que han tomado por entero a la comunidad argentina. Y lo
peor no ha acontecido aún, que persista la memoria, no olviden que los
caníbales no tienen cementerios.
En estos tres años
de soportar mentiras, fraudes, represión (latiguillo de la campaña para las
elecciones de 2019), ignorancia y total ausencia de conocimiento sobre las
prisas de una comunidad mansa, no quedan dudas de que los especialistas en
política del mundo, no se han equivocado… sólo me remitiré a la acuñada frase
de campaña electoral de Macri de 2015: “Pobreza 0”, devenida en el peor humor
noir de un presidente blindado, ignorante y mitómano… millones de niños en
estado de pobreza, denunciado por la Unicef, bastan para denunciar la “gran
mentira”.
Sin el pueblo
paciente y temeroso, por cierto, que le ha concedido el voto, Macri no sería
nada más que un “vago” recuerdo… La voz de un pueblo ignorante de sus derechos
y garantías, como el argentino, debería ser escuchada por Macri y el “caretaje
tilingo” que lo acompaña, incluidos quienes hoy parecen ser disidentes al
régimen, no como algo lejano e intangible, sino como la voz que clama en
silencio y miedo, una vida en alegría y libertad, pero sin jugarse por una
democracia real y concreta.
Hoy, el pueblo en
estado de desamparo, explotado, sin empleo, con hambre, en estado de
indigencia, no es oído ni tenido en cuenta, como queda demostrado en el día,
por el penoso transitar de millones de ciudadanos, indigentes y reprimidos,
intentando hacer valer sus derechos constitucionales, hoy en jaque… solo el
imaginario popular, un relato casi imaginario, para este presidente, tan
limitado en su hacer y tan funcional a los intereses de los ricachones
parásitos… conforma el guión de un filme de “terror” que se está produciendo,
del cual somos actores y espectadores. El miedo que ha caído como una red sobre
Argentina, elimina la libertad de sentir, pensar y actuar; quien vive con miedo
es un esclavo, un ser sin pulsión de vida.
“Argentina hoy
llora con miedo”, por una historia perdida, en su carácter de ciencia objetiva,
comprobable, para adquirir el carácter de discurso: un nuevo tipo de relato
cercano a la escritura de ficciones, aplicable a las oportunistas informaciones
del aparato de medios, que opera dibujando una realidad inversa, en la voz de
rentados informantes de realidades obtusas, fabulando lo que jamás ha tenido
sitio ni espacio y blindando, silenciando, los desaciertos cotidianos de
Mauricio Macri y su Corte de los “milagros medio pelo”… Todo pintado de
amarillo, el color del PRO, en Occidente asociado a la desvalorización y
perturbación, amarillo asociado al color de la bilis y la ictericia, lo que
representa desenfreno, la mentira, la traición y el desorden para Oriente.
Tendrá alguna idea
este presidente, que, el núcleo sustancial y esencial del “drama argentino”, es
construir desde la educación una cultura de excelencia, desde la universidad,
los colegios públicos y centros culturales, reflejados en un profesorado que
garantice idoneidad, capacidad y rigurosidad, ante la emergencia del instante,
a un estudiantado dinámico y con ánimos de sentar las bases de una política de
autodeterminación y emancipación cultural.
Se trata entonces, de
preparar nuestras mentes para el combate vital por la lucidez, sin los inútiles
candidatos de siempre y eso significa que hay que estar siempre buscando cómo
conocer el propio acto de conocer, haciendo de lado privilegios que reciben
legisladores incapaces, bien rentados, que ya no se representan ni a sí mismos,
en nombre de la democracia y el orden vetusto, que ya no tiene espacio para
quienes somos herederos legítimos de una tradición, donde el conocimiento
implica responsabilidad y el pensamiento tenga un sitio de honor en la vida de
nuestra comunidad.
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