¿QUIÉN VOTA A LA EXTREMA DERECHA?
JUAN CARLOS MONEDERO
A la extrema derecha le votan, de suyo, ricos, aristócratas, altos funcionarios, oficiales del Ejército y de la Policía (por lo general educados en las academias en un discurso nacional falso y desafecto a los derechos humanos); les vota gente educada en el odio, sea de clase, de género, de raza, de estatus o de cualquier otro tipo; también los patrioteros excluyentes, terratenientes, muchos corruptos, gente que quiere impunidad y cree que ahí la va a encontrar, pequeños propietarios atemorizados y gente egoísta, con la empatía de una zanahoria a la que sólo le interesa su bienestar. También gente asustada, que construye una tormenta en un vaso de agua por culpa de algún cambio que les atemoriza. Y gente frustrada. El verdadero problema es cuando a la extrema derecha les vota la gente frustrada en un momento de crisis. Porque así es como suman mayorías.
Votas a la extrema
derecha cuando te convences de que estás en un callejón sin salida y estás dispuesto
a convertirte en un canalla porque crees -y te lo repites todos los días- que
no te han dejado otra oportunidad.
Votas a la extrema
derecha cuando te ha invadido la frustración, pero no tienes herramientas para
endosar tu decepción a los responsables reales de que no tengas una vivienda
digna, un trabajo que te permita sentir que estás viviendo, cuando no
identificas con claridad quién te hace vivir con miedo y con angustia.
Votas a la extrema
derecha cuando has llegado a la conclusión de que no quieres hacerte más
preguntas, de que vas a empezar a aceptar explicaciones sencillas, cuando vas a
abrazar cualquier argumento que aleje de ti las culpas y la responsabilidad y
estás dispuesto a aceptar cualquier simpleza porque te vas a rodear de otros que
repiten las mismas simplezas que tú y así, juntos, os justificáis ante el
espejo.
Votas a la extrema
derecha cuando te bombardean con alarmas sobre la falta de "orden
público" para que no te des cuenta de que lo que no hay es "orden
social"
Votas a la extrema
derecha cuando te bombardean con alarmas sobre la falta de "orden
público" para que no te des cuenta de que lo que no hay es "orden
social", cuando te han convencido de que es peor para ti un contenedor
ardiendo, un escaparate roto o el piso de un banco ocupado antes que vivir en
una sociedad donde alguien se lanza por la ventana al vacío cuando la van a
desahuciar y prefiere quitarse la vida a vivir miserablemente.
Votas a la derecha
cuando eres un anciano y ves que tu mundo cambiar alrededor y te han
atemorizado en las televisiones, las radios, los periódicos y las redes con que
tu país se va a romper, con que va a ser legal atacarte y nadie va a
defenderte, con que van a ocuparte la casa, con que te van a bajar la pensión
los que no han hecho otra cosa que subírtela, con que van a sacar los fetos
vivos de los vientres de las madres o te van a obligar a cambiar de religión o
de opciones sexuales.
Votas a la extrema
derecha igual que te haces pistolero, te metes en una banda o cambias de equipo
harto de perder, cuando rompes con lo más digno de tu pasado, cuando te repites
hasta que te lo crees que todo el mundo es malo y tú no vas a hacer más el
imbécil.
Votas a la extrema
derecha cuando te engañas para justificar que vas a empezar a odiar a los que
antes no odiabas, que vas a perder los matices, que vas a olvidar de dónde
vienes y de dónde venimos.
Votas a la extrema
derecha cuando quieres líderes políticos que te autoricen a ser un canalla,
cuando quieres dirigentes que legitimen tu egoísmo, cuando prefieres no
estudiar los problemas, cuando consideras que es aceptable no saber nada de las
complicaciones de los demás, que tienes derecho a no saber, a mentir y a
solventar todos los asuntos con ataques a chivos expiatorios.
Votas a la extrema
derecha cuando escoges, para sentirte de tu tierra, señalar a los que no son de
tu tierra o a esos que son de tu tierra pero lo son de manera diferente, y esa
manera diferente, te dices, es propia de malos patriotas y te crees que son
mala hierba a la que hay que extirpar.
Votas a la extrema
derecha cuando quieres sentir que estás en un club de vencedores, formar parte
de "los que saben", aunque seas el portero, el que limpia, el chófer
o el que pone las copas, cuando te sientes parte de un grupo que no hace ascos
a la violencia, que solo te pide para darte el carnet de admisión que odies a
los que les hacen reforzar su condición de grupo y repitas sus consignas aunque
no termines de creértelas.
Votas a la extrema
derecha cuando has decidido no hacerte más preguntas y estás convencido de que
lo que dicen los medios de comunicación es la única verdad y has llegado a la
conclusión de que no buscar interrogantes es una virtud.
Votas a la extrema
derecha cuando crees que lo que le hacen a los demás a ti no te lo van a hacer
nunca porque estás convencido de que eres uno de ellos y que su fiereza con los
más débiles, sean ancianos, mujeres, migrantes, niños, pobres, minorías, forma
parte de la manera normal de estar en el mundo, que el pez grande tiene derecho
a comerse al pez chico y que es mejor estar con los verdugos que con las
víctimas.
Votas a la extrema
derecha porque te dejan hacer algunas cosas que son gratis y prefieres ignorar
que si hicieras otras cosas que causaran a los poderosos algún contratiempo, te
verían también a ti como a un enemigo.
Votas a la derecha
cuando crees que aullar con los lobos es la mejor estrategia para que no te
devoren
Votas a la extrema
derecha cuando tienes tanta incertidumbre que quieres un padre autoritario para
que te marque un camino claro, aunque esté vallado, vigilado, lleno de castigos
y te obliguen a uniformarte para caminarlo.
Votas a la derecha
cuando crees que aullar con los lobos es la mejor estrategia para que no te
devoren.
Y entras en una
espiral de la que, cuando quieras volver, es tarde.
A la extrema
derecha le votan los que esperan enormes beneficios económicos de un gobierno
autoritario que, como pasó en Indonesia, Japón o Filipinas, en Chile, en
Argentina o en Brasil, en Alemania, Italia o España, siempre mima a los grandes
capitales. Se suman a esos grupos de las élites tradicionales los que viven
para sí mismos y sus familiares y no quieren que las mayorías tengan salarios
más altos, derechos sociales o una mayor participación porque ponen en cuestión
sus privilegios. Los que votan a la extrema derecha no lo hacen tanto porque
les guste éste o aquel partido de extrema derecha sino principalmente por su
odio feroz a la izquierda, que es lo que realmente les une.
Y a la extrema
derecha les vota esa legión de frustrados que creen que la izquierda no ha
cumplido sus promesas, que se sienten amenazados por realidades con las que no
saben, no pueden o no quieren lidiar porque amenazan su estatus, los que han
comprado el discurso de que vivir es consumir y les dejan a las puertas de los
centro comerciales con un palmo de narices.
No está escrito en
el programa de VOX que quieran fusilar a 26 millones de españoles o matar a una
persona como Manuela Carmena, Pablo Iglesias o yo mismo, como dicen los
oficiales retirados y los policías en sus chats, pero la mera enunciación ya es
un aviso
No es cierto que 11
millones de alemanes votaran los campos de concentración, pero los lager
estaban anunciados en el comportamiento de los nazis. No estaba en el golpe del
36 que Franco fusilara a 200.000 españoles y que restaurara la monarquía, pero
los monárquicos y los falangistas fueron los que consiguieron los aviones de
Mussolini para empezar el levantamiento militar. No está escrito en el programa
de Vox que quieran fusilar a 26 millones de españoles o matar a una persona
como Manuela Carmena, Pablo Iglesias o yo mismo, como dicen los oficiales
retirados y los policías en sus chats, pero la mera enunciación ya es un aviso.
Empiezas rompiendo
las placas que recuerdan a los asesinados, pones calles con el nombre de los
asesinos, dejas morir en las residencias a los que te sobran, retiras las
condiciones de supervivencia a los más humildes, justificas a violentos que
utilizan maneras neonazis para defender la propiedad privada, permites o
acompañas marchas de uniformados que rugen gritos amenazantes por las calles,
haces todo lo posible para que los asesinados por las dictaduras sigan
desaparecidos en el mar o en fosas comunes, zanjas o cunetas, presentas a los
que quieren trabajar lo justo para vivir como vagos y parásitos, entiendes a
los que disparan a un negro que se equivoca de calle, apruebas que la Policía
mienta para condenar a un inocente que no es de tu clase, de tu raza o de tus
ideas políticas. Usas a los jueces para obtener favores o para conseguir en los
tribunales lo que no conseguiste en las urnas. Votas a la extrema derecha, o a
la derecha que pacta con la extrema derecha, y aprovechas que los medios de
comunicación son de los tuyos para justificar todo eso diciendo que tienes
derecho.
Y vas poniendo otra
vez ladrillo tras ladrillo para el próximo campo de concentración.
Mientras que le
memoria nos dice a cada paso: que no vuelva a repetirse, que no vuelva a
repetirse, que no vuelta a repetirse.
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