lunes, 15 de mayo de 2023

CARTELERÍA


CARTELERÍA

GERARDO TECÉ

El polémico cartel de Podemos en el barrio de Salamanca (Madrid). / Twitter

Celebración familiar. Mi padre cumple 70 y vuelvo al barrio en el que crecí. No venía desde hacía unas cuantas semanas. Las calles están engalanadas por las elecciones. De las farolas cuelga, cada 10 metros, el rostro del candidato del PP. El barrio ha envejecido, como mi padre. Su demografía ha cambiado y con ella la cartelería. Cuando era pequeño se veían más caras de candidatos por aquí. Los había del PP, del PSOE, e incluso en la calle que no era de paso en la que los chavales mayores fumaban porros escondidos, se veían candidatos de Izquierda Unida. Antes la cosa estaba más repartida, lo cual indicaba que era un barrio en disputa. Hoy eso ya no existe, tal y como explica que, además de ver poca gente joven, tampoco veas un ápice de color rojo en el inmobiliario urbano. Tiene que ver con el funcionamiento de la ley electoral. Hasta hace un rato pensaba que la cara que colgaba de las farolas dependía de qué partido había sacado mejor resultado cuatro años atrás en esas calles. Pero no. Mientras llegan los postres y la comida familiar se disuelve parcialmente porque el nieto, cabeza de cartel absoluto de la familia, ha sacado la pelota, saco el móvil y descubro que no funciona así.

 

Al parecer la Junta Electoral habilita ciertas calles de la ciudad para colgar caretos, y los partidos, por orden de votos conseguidos en la convocatoria anterior, van eligiendo, una a una, como los niños eligen equipo en el patio del colegio, las calles en las que quieren estar. El resultado final acaba siendo el mismo, lo cual da que pensar. Los partidos eligen, sistemáticamente, estar en aquellos lugares donde ya les votan. No deja de ser curioso, si uno es capaz de abstraerse de los vicios instalados, que una campaña electoral consista, también mediante la cartelería, en hablarle a los tuyos. Según la ley que regula todo esto, en teoría los catorce días de campaña electoral suponen un proceso mediante el cual los políticos deben convencer a la ciudadanía. Es una ley vieja, como el barrio en el que crecí. Si fuera moderna diría que la campaña electoral consiste en recordarles a los que te votan que vuelvan a votarte para que no ganen los otros. Cada uno lo hace a su forma. Feijóo con sus lapsus, Sánchez con sus promesas. En eso la ley electoral no se mete.

 

Los partidos eligen, sistemáticamente, estar en aquellos lugares donde ya les votan

 

La cartelería de las farolas no es solo cartelería. Es también la demostración de que la cámara de eco en la cual uno se relaciona con los iguales para escuchar lo que quiere escuchar no es un invento de las redes sociales. Las farolas ya estaban ahí antes de la llegada de Twitter. Lo sé porque existen farolas fernandinas –única aportación positiva de Fernando VII a este país–, pero no existen las redes sociales fernandinas, por mucha estupidez y borbonismo que abunde en ellas. Esta cámara de eco en la que vivimos, en campaña y fuera de ella, provoca que la salida de la cámara sea considerada un movimiento agresivo. El otro día Podemos colocaba un cartel gigante con la cara de su candidato para el ayuntamiento de Madrid en pleno barrio de Salamanca, y el asunto fue entendido como cosa exótica para hacer reportajes de televisión. Una especie de cámara oculta a los vecinos a los que, lógicamente, les pareció una provocación innecesaria, mientras a los de Podemos se les antojó un buen motivo para echarse unas risas, aunque traducido a votos en la zona aquello fuese dinero tirado.

 

Tal es la potencia de la cámara de eco que no hay candidato que no sepa lo que debe decirles a sus votantes, quienes, a su vez, también saben a la perfección lo que deben escuchar. El mejor ejemplo lo vemos hoy. Una candidata de Vox al Ayuntamiento de Parla ha sido detenida en una operación contra el narcotráfico acusada de ser parte de una red de venta de cocaína. A pesar de dedicarse al tráfico de drogas, horas antes de ser detenida, la candidata le contaba a sus votantes lo que sus votantes querían escuchar: que en Parla hay mucha delincuencia. No la culpen. Es cuestión de cartelería.

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