LAS TRES PATAS DEL FASCISMO SE ALÍAN CONTRA LA OKUPACIÓN EN
BARCELONA
LAURA SOLVES FONTANA
Desde hace dos semanas, el CSO la Ruina y la casa el Kubo (Barcelona) se han convertido en el foco mediático con motivo de la campaña electoral de desprestigio iniciada por partidos políticos de derechas, para los que la okupación se erige como la problemática central de la sociedad. Las personas que okupan se ha convertido en el enemigo público interno que siempre ha necesitado el poder y donde el cuarto poder, los medios de comunicación —con la ayuda de empresarios oportunistas y grupos de extrema derecha—, han hecho gala de la teoría de la agenda setting, a base de noticias sesgadas, manipuladas y fake news, con el objetivo de sembrar el terror entre el vecindario y ganar adeptos, votos o dinero, según el caso.
“Montag ha muerto.
Su crimen contra la sociedad ha terminado.” Así finalizaba la persecución política contra el protagonista
de Fahrenheit 451 en televisión, que concluía con su falso asesinato
televisado, después de que su compañero le advirtiera de que el espectáculo
tenía que continuar. El Kubo es una vivienda liberada en 2016, que desde
entonces ha albergado a centenares de personas, y la Ruina es un centro social
inaugurado en 2019, que cuenta con una biblioteca, una kafeta y un albergue
habitacional. Por último, la tercera parcela la okupa un huerto liberado.
Según Jordi,
habitante del Kubo, desde que se paró el desalojo y empezaron a concentrarse
cada martes —el primero fue el 25 de marzo— enfrente de la casa Ciutadans,
Valents y Vox, han vivido un acoso y hostigamiento constante más generalizado,
dándose situaciones totalmente manipuladas en las que, algunas televisiones de
corte conservador, alientan a jóvenes a lanzar objetos al espacio para grabar la respuesta de los habitantes.
Estas convocatorias
no han tenido gran alcance, exceptuando la del martes 25, a la que se sumaron
muchos jóvenes profiriendo insultos y lanzando todo tipo de objetos. Los
habitantes y personas solidarias, por su parte, trataron de salir del espacio
para manifestarse y recibieron palos e
identificaciones por parte de los Mossos d'Esquadra. De cara al
siguiente martes, el Departamento de Interior les visitó días antes,
advirtiendo de que desplegarían un gran dispositivo con el objetivo de que no
se encontrasen las dos convocatorias “de ideología contraria”. Por su parte, la
propiedad, la Sareb, ha solicitado el desalojo cautelar, después de dos
intentos fallidos parados por el abogado del denunciado.
8 años de alianzas y enemistades
Las personas que
habitan estos dos espacios, conscientes de la hostilidad del barrio, ya
vislumbraban desde el principio que la okupación supondría un desafío con parte
del barrio, pero no se imaginaban este nivel de hostilidad. Así lo proclamaba
la pancarta de celebración del segundo aniversario del CSO la Ruina 'Dos años
arruinando el barrio'. Porque vivir —y más, tratándose de un centro social
anarquista— no consiste simplemente en ir al supermercado y ver la televisión
en tu casa como si de un barrio residencial se tratase. Habitar es también
ocupar el espacio público, y encontrarse con punkis y personas de otra clase en
la calle o reciclando no es algo del agrado de
algunos habitantes del barrio. El mensaje que lanzan actualmente es
contundente: 'Vuestro lujo es nuestra miseria.'
A pesar de que se
han hecho muchas actividades abiertas al barrio y se ha tenido en cuenta el
descanso, son pocas las personas nacidas en el barrio las que se han sumado a
la asamblea del centro social. El espacio ha sido punto de encuentro, al igual
que la antigua Tecla, de asambleas vecinales y también de la ciudad. Los
miembros han participado de okupaciones, como del 8M y de la plataforma
antifascista del barrio. “¿Dónde estaba esta gente cuando se crearon las redes
de apoyo mutuo durante la pandemia?
Cantando Sobreviviré en los balcones mientras pedían Glovos por el móvil
haciendo que otra gente, de clase baja, arriesgase su salud por elles”, crítica
María, miembro del CSO la Ruina.
María explica que
ya desde el inicio ha habido ataques contra el espacio, al igual que a otros
espacios okupados en el distrito. La Pirata, una nave okupada encima de la
ronda de Dalt, sufrió también ataques de nazis y visitas de Daniel Esteve,
mientras que el Ateneu popular de Sarrià vivió también una campaña de partidos
políticos y medios de comunicación, finalizando su actividad con el trágico
desenlace en 2018 de un incendio firmado por neonazis, que pintaron esvásticas.
Al principio, los
ataques al Kubo eran aislados, la mayoría lanzamientos de objetos, llegando a
romper ventanas, destacando un intento de incendio y la presencia en la puerta
de un grupo armado con bates y cascos, coincidiendo con las protestas de la
sentencia y la apertura del club Empel, un bar al que acuden asiduos de la
ultraderecha, situado a escasas calles de la plaça Bonanova. El día anterior al
8 de marzo les lanzaron piedras a la casa mientras se reunían y, después,
encontraron pintadas con mensajes nazis plagadas de misoginia en las paredes
del barrio.
Paulatinamente, los
ataques se han ido sucediendo con mayor frecuencia y el nivel de estos se ha
ido intensificando, escalando de destrozos a furgonetas, agresiones a animales
y personas a intentos de incendio de los tres espacios. “Si no llegamos a estar
despiertas, una de las noches nos queman vivas”, lamenta María. Las redes
sociales del colectivo están repletas de amenazas de muerte al colectivo los
últimos días. Cuando un vecino del bloque de enfrente empezó a disparar balines
a todo aquel que se asomase, el servicio de mediación del Ayuntamiento acudió
al bloque y al Kubo y confirmó que había empezado él.
A pesar de que la
policía últimamente patrulla día y noche, y tiene nombres y matrículas de
algunos atacantes, gozan de bastante impunidad. Tampoco hay, en cambio,
ninguna denuncia de robo de móvil por
parte de ningún niño, como afirma Daniel Esteve que hacen les okupas. La
afectación en la salud mental de vivir así son muy palpables, aseguran sus
habitantes: “Cada vez se hace más difícil vivir aquí, porque no tenemos derecho
a la intimidad ni al descanso. No hay una noche en la que no haya alguien
despierte. No podemos arriesgarnos a que nos quemen o nos desalojen”, se queja
Jordi. Aun así, la solidaridad por parte de otras okupas ha sido elevada y
ahora la casa se considera una vivienda del colectivo okupa. Por último,
afirma, que “nos hemos defendido y nos defenderemos, obviamente”.
Miguel, el conserje
de la iglesia de la Bonanova, afirma que las personas que okupan la Ruina y el
Kubo “son muy buena gente y todo lo que dicen de ellos es mentira. Después del
28 de mayo no se acordará nadie, todo es política”
Apoyo de las vecinas
Por otro lado,
algunas vecinas del barrio se han acercado a mostrar su apoyo, llevar comida e
intervenir en programas de televisión, pero algunas de sus declaraciones
favorables a les okupas no han llegado a ver la luz. Las alianzas que se han construido durante estos ocho años, con mayor
o menor fuerza, se han dado con las vecinas organizadas en colectivos del
barrio de la izquierda independentista, el Cau, las pocas vecinas que todavía
gozan de un alquiler de renta antigua, personas que ocupaban el solar adyacente
—que actualmente es un huerto— u otros espacios del barrio, o las personas sin techo. Miguel, el
conserje de la iglesia de la Bonanova, también les tiene mucho aprecio y no
duda en decir lo que opina a les feligreses después de misa o a cada jovencito
que escucha farfullando: “Son muy buena gente y todo lo que dicen de ellos es
mentira. Después del 28 de mayo no se acordará nadie, todo es política. De lo
que te digan no te creas nada y de lo que te cuenten, la mitad”, afirma apenado
por todo lo que está pasando.
A Nuria, una madre
de la escuela de enfrente de la casa, le preocupa el impacto que está
teniendo sobre las criaturas la
criminalización que se está haciendo sobre la okupación. “Algunas piensan que
les okupas les quieren hacer daño.” Desde hace una semana, la recogida se está
haciendo desde una puerta diferente a la principal, llegando incluso a
suspender las actividades de este jueves y viernes, días en los que estaba
prevista una jornada de actividades
familiares.
Los partidos
políticos de extrema derecha, grupos fascistas y sus altavoces mediáticos han
tildado la problemática de una cuestión de convivencia derivada de la okupación
La problemática en
la Bonanova, ¿una cuestión de convivencia?
Los partidos
políticos de extrema derecha, grupos fascistas y sus altavoces mediáticos han
tildado la problemática de una cuestión de convivencia derivada de la
okupación. Desde el CSO la Ruina explican que no es únicamente una cuestión de
fascismo y antifascismo, sino que “desde aquí hemos querido confrontar el
Estado, las desigualdades y las opresiones desde diferentes frentes de lucha”.
Se puede observar en algunos de los insultos profesados van desde ‘veganos de
mierda’ o ‘feminazis’.
El barrio donde se
ubican estas casas, Sarrià-Sant Gervasi, es el distrito con más renta per
cápita de la ciudad y las personas que okupan ambas casas ponen sobre la mesa
que, además, se trata de una cuestión de
lucha de clases y que, en este caso, el neoliberalismo está poniendo en
cuestionamiento un modelo de vida que apuesta por la vida en comunidad y una
manera de relacionarse lejos de jerarquías y opresiones como el racismo y el
patriarcado, poniendo en jaque la lógica del valor, el trabajo asalariado y la
propiedad privada.
En este sentido,
uno de los primeros vídeos en televisión en relación con el desalojo que se
hizo de las barracas, autoconstruidas en 2017 en el solar, era de una vecina,
quejándose de que las habitantes del Kubo se duchaban en el terrazo desnudas.
Por otra parte, advierten de que el apoyo o el silencio que están teniendo los
partidos demócratas es relativo: “Los que nos están dando apoyo, o no se
han sumado a la oleada, lo hacen por interés
electoral también, y nosotres estamos en
contra de su circo y sabemos perfectamente que cuando les convenga nos
la jugaran y que nos desalojarían igual”. Recuerdan que el mismo partido de Ada
Colau que ahora afirma que “Barcelona es antifascista” es el que desalojó en su
momento la REA (Residencia de estudiantes autogestionadas) y más tarde el CSO
Mayday, entre otros.
El Gobierno de la
Generalitat tampoco ha dudado en personarse como acusación en denuncia de delito de odio sobre actos antifascistas,
como es el caso de la causa contra 18 personas por impedir un acto de Societat
Civil Catalana en la universidad. Por último, enfatizan en que se habla más de
la propiedad del edificio, el banco malo que creen que “debería disolverse y entregar las llaves
de sus propiedades”. Después de la amenaza de Desokupa y de desalojo cautelar,
el futuro del Kubo, la Ruina y el huerto es incierto, pero se afrontará con
resistencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario