LA VENTANA 13(NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ
Me lleva, me atrae. Una especie de magnetismo que consolida en nuestras manos bien agarradas. Descubre donde su cuerpo se cubre sábanas, sábanas blancas y su mano me invita al auge de su hoguera. Una hoguera donde la belleza de sus ojos corretea en los míos. Sí, porque son bellos. Aquí, en este viaje, donde todo lo conozco y desconozco a la vez. Aquí, en este viaje, donde el universo aletea el aliento perfecto, el aliento de la dejadez humana. Nos tumbamos, así, en la unión de dos cuerpos como derrotados, como preciso en el imperfecto movimiento del sudor. Nos queremos, como se quiere un pequeño instante que pasará a ser una leve memoria en nuestro mañana. Lo callado se cuece y somos resonar del jadeo cuando lentamente hacemos el amor. Y ya no queremos más nuestros ojos, desviamos la mirada por la ventana del camarote y un firmamento al que pertenecemos nos augura buenos vientos. Nuestras manos se lían, se enredan en el hilar de una conversación huida y ello produce cierta confianza. Nos olvidaremos, recorremos nuestros mundos como exorcismo de una noche donde los hielos se perecen. Como perecemos ahora, en este agotamiento de nuestros sentidos.
Derrochamos todo aquello preso en nuestro vientre, todo aquello
resentido en nuestro espíritu y somos ….eso somos. No más, somos dos almas
perdidas en el abrazo, en la caricia cuyo ruido se consume con el paso de las
horas, de los minutos, de los segundos. Y nos besamos, una lengua que se pega a
otra lengua. Y esto es el culmen de la vida, de la vida cuando la zozobra marca
nuestro ritmo. Por un momento nos detenemos, miramos a través de la ventana,
una ventana que nos dice de una noche estrellada, de una noche donde la luna es
baza que hemos de admirar, de una noche donde los amantes se esparcen en un
apartado callar. Y continuamos, cuerpos inagotables en el curso de nuestros
caminos. Somos el todo…somos la nada. El crujido violento de la ruptura nos
sobreviene. Y seguimos, seguimos donde lo imperfecto es quejido de cuerpos que
se desean. Su mano. Mi mano. Nuestras manos. El amor ¡Qué será de el¡ del amor.
Habrá después algo, no lo sé, sin más nos entregamos a la cima del éxtasis por
puro deseo. El deseo arma blanca, de terciopeladas nubes que nos hace soñar y
soñaremos. Aunque exista la brevedad, aunque nos consumamos en estos instantes.
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