lunes, 25 de enero de 2016

“POESÍA, UN ACTO DE VIDA”

“POESÍA, UN ACTO DE VIDA”


EDUARDO SANGUINETTI,
 FILÓSOFO

“Luchar para ser libre como pájaro azul”: últimas palabras escritas, por David Bowie, horas antes de morir. Las asimilo e instalo en este editorial, ante la multiplicidad de acontecimientos que se han sucedido en Argentina, cual explosión repentina y degradada de convivencia, en el transcurso de los últimos días del año 2015 y los inicios de este 2016.
Al meditar con pena y cierto idealismo vocacional, se impone aquí-ahora-ya, para quienes nos nutrimos de valores éticos y estéticos, lograr el prodigio de asimilarnos a convivir en “Tiempo de Poesía”, con estilo, conocimiento y educación: atributos insustituibles para el hombre, que intente ser merecedor de una existencia plena en armonía.
Nada se compara con el encanto de un hombre que no esconde ninguna de sus ideas y puede expresarlas sin la menor necesidad de ofensa, sino con espontaneidad, gracia y naturalidad suma.
En su acción de vida, el poeta, se niega a servir a las palabras destempladas de un político, de un empresario, tan carentes de sensibilidad e intuición humanista, tan procaces y sin sentido vital… el poeta lanza temibles palabras, envueltas en pasión del instante, solo en Tiempo de Poesía… palabras atemporales, fuera de las estrictas normas y reglas de un sistema esclerótico y falaz. De este modo, el poeta resiste a las imposiciones obtusas de los ridículos dueños del reino material, del “siempre jamás”, los asesinos de la vida en esplendor especular… los que dicen gobernar, en nombre del papel moneda y los pactos infectos hechos a espalda de los pueblos.
Palabras en Tiempo de Poesía, que no piden permiso en anunciar el porvenir, a estos oscuros personajes, que aún dictan y rigen en el mundo, operando desde las sombras, anulando, lo que pudo haber sido en acciones plenas de humanidad, en antípodas a sus brutales actos. Un espacio, donde prevalezca la paz y la igualdad, e impriman un sello distintivo a este tiempo impertinente, donde una comunidad, hoy sojuzgada y temerosa, soporta una esclavitud “modelo siglo XXI”.
Sin ser complaciente, pero tampoco ingenuo, pienso en las particularidades del poeta, haciendo hincapié en su discurso plenamente humanista y en su convicción de que el hombre debe vivir plenamente, dejando de lado las prácticas que el neoliberalismo impone brutalmente, dejándonos anclados en tiempos de inquisición y bestialidad, tan asimilados a estos brutales gobernantes de tiempo de la “peste negra”, metaforizada en actos genocidas, hacia quienes, son los depositarios de las deposiciones de estos “dictadores profusos”: los indigentes, los hambreados, los sin tierra, “los poetas”… los excluidos y exiliados de la vida.
Hoy la poesía no puede ser destrucción sino búsqueda del sentido. Realidad sin rostro y que está ahí, frente a nosotros, no como un muro: como un espacio vacante que intenta construir un espacio, donde el lenguaje adopte su necesidad de decir “algo”, encontrar “el sentido”, en un mundo donde el sentido, hoy carece de significado vital, marcado por el imperio de papel moneda.
Durante más de ciento cincuenta años el poeta se sintió aparte, en ruptura con la sociedad capitalista-burguesa.
Situación única: por primera vez el futuro carece de forma. Antes del nacimiento de la conciencia histórica, la forma del futuro no era terrestre ni temporal; era mítica y acaecía en un tiempo fuera del tiempo. El hombre posmoderno hizo descender al futuro, lo arraigó en la tierra y le dio fecha: lo convirtió en historia. Ahora, al perder su sentido, la historia ha perdido su imperio sobre el futuro y también sobre el presente.
Ayer, quizá, su misión fue dar un sentido más puro a las palabras de la comunidad; hoy es una pregunta sobre ese sentido.
Esa pregunta no es una duda sino una búsqueda. Mientras tanto, el poeta escucha. Es que en el pasado, fue el hombre de la visión. El poeta hoy escucha lo que dice el tiempo, aún si dice: nada.
Toda creación poética es histórica; todo poema es apetito por negar la sucesión y fundar un reino perdurable. Si el hombre es trascendencia, ir más allá de sí, el poema es el signo más puro de ese continuo trascenderse, de ser permanente imaginarse. El hombre es imagen porque se trasciende.
Tiempo de poesía, es conciencia de la separación y tentativa por reunir lo que fue separado. En el poema, el ser y el deseo de ser pactan por un instante. Poesía, momentánea reconciliación: ayer, hoy, mañana; aquí y allá; tú, yo, él, nosotros.
Todo está presente en el futuro que aguarda concretar el deseo de vivir en poesía, cualquiera sea el rol que elegimos para transitar esta existencia.

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