UNA COLINA
DUNIA SÁNCHEZ
Una colina donde se
luce un viejo árbol. Ramas que evocan a violines mecidas por el viento. El
crujir de la hojarasca. Desde allí miramos el océano. Un océano de aves que
esbozan sus últimos vuelos cuando la noche es venidera. Nos emocionamos. Y con
un antes y después nuestros sentimientos brotan en el sentido de la serenidad.
Todo está en calma. Tal vez está noche podremos navegar, introducirnos en esa
mar que nos llama y desea y evocar a la danza de las algas, de las estrellas
marinas. Extiendes tus brazos y sumisa al ronroneo de una canción te lanzas
colina abajo a abrazarlo. Te sumerges en su cuerpo, en lo frágil de su mundo y
desde ahí eres ballena que se mueve desde las profundidades hasta la
superficie. Huyes, tu mundo azul es esperanza que hay que salvaguardar con la
distancia de tu ida. Ves el viejo árbol. Y cierta añoranza te ampara. Pero no
puedes, no debes ascender de nuevo a ese lugar donde las leyendas flotan en el
aire. Todo está raído. Todo se ha ido. Ahora que lo ves de manera diferente, una
oscuridad alumbra sus ramas, su entereza. Es como si se extinguiera. Todo se
extingue. Y tu, ballena de las aguas azules huyes, huyes.
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