lunes, 27 de agosto de 2018

SOY VIAJERO, NO COMO LOS POBRES


SOY VIAJERO, NO COMO 
LOS POBRES
ANTONIO MAESTRE
No veo el momento de pasear este mes por Dorothergasse y disfrutar de un vienés en el café que Leopold Hawelka abrió en la calle por la que paseaba Kafka cuando visitaba la capital austriaca. Disfrutar de la música clásica callejera y desgastar las botas por los empedrados imperiales. Viajar y enriquecerme culturalmente, no como esos lumpen de barrio que pierden sus vacaciones tirados en una playa masificada del Mediterráneo español comiendo en un buffet de saldillo para ahorrar y gastarse el dinero en cubatas de garrafón, y emborracharse después hasta volver a la playa a dormirla. Qué poca clase. Porque aquí también influye la clase, y creerse mejor por hacer lo primero es también clasismo. Estamos obsesionados por distinguirnos del resto, por ser mejores que los que tenemos al lado aunque seamos lo mismo. Y somos peores cuando nos creemos mejores por ver la galeria Uffizi sin acabar de comprender lo que vemos mientras juzgamos a quien disfruta tirado en una tumbona de Benalmádena.


Son las vacaciones, donde la desigualdad, el clasismo y la distinción socialaparecen de forma descarnada. Los pobres son turistas cuando pueden permitirse dejar el barrio una semana, la gente con estilo es viajera, aunque coja un vuelo barato para poder hacerse una foto frente a la torre Eiffel para colgar en Instagram. Turista o preferente. Albergue o casa rural. Hostal u hotel. Infinidad de estratos que te sitúan en el lugar que te corresponde. Las contradicciones comienzan a golpearte en la cara cuando viajas a una ciudad europea y ves una pintada que dice “Il turisti ci rubano il centro”, le haces una foto y no te das por aludido hasta que vuelves a casa y haces la misma pintada en castellano en el centro, pero esta vez de tu ciudad. Los alemanes nos echan de nuestras casas cuando visitan Madrid mientras echamos de sus casas a los polacos cuando viajamos a Cracovia. Buscas el mejor precio y te culpas por no tener más recursos.

Las circunstancias personales, culturales y económicas de cada uno son las que marcan la manera en la que se afronta la manera de viajar de cada clase, de cada individuo, todos creemos que la nuestra es la mejor manera de disfrutar y consideramos que los que no lo hacen como nosotros no saben pasarlo bien en su descanso. Porque a lo mejor lo que necesitan es un simple descanso. Dejar de sufrir unas jornadas extenuantes puede ser lo único que alguien necesite para sus vacaciones. En la piscina, en el pueblo, en la montaña o en su casa. Y eso cuando puedan permitírselas, si su trabajo precario les da derecho a ellas, porque siempre existen periferias de precariedad y alguien que no pueda soñar con lo que otro desprecia. No juzguemos a nadie por la manera de decidir sus vacaciones. Por no consumir el viaje más eficiente, contaminante o lesivo para el medio ambiente. No todos pueden elegir.

Un modelo como el nuestro destinado al turismo obliga a la mayoría a servir en el descanso de los que más tienen, al turismo que viene a nuestro país, y también a servirnos a nosotros cuando disfrutamos de nuestras vacaciones. Olvidamos que existen masas de trabajadoras y trabajadores temporales y precarios imprescindibles para que nosotros disfutemos de nuestros derechos. Poco podemos hacer para darles su merecido descanso, tratemos a los de nuestra clase con la consideración y tacto que merecen. Sin ellos no seremos turistas de borrachera, ni viajeros de salacot calado, tan solo snobs desclasados con ganas de distinguirse de los suyos. Buen viaje.
 


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