miércoles, 14 de octubre de 2015

UN SUSPIRO, POEMAS

UN SUSPIRO

Luis Castro Pérez
Pasaste ante mis ojos tan coqueta,
¡Hermoso el rostro! ¡Majestuoso el paso!
que quise convertirme en un abrazo
¡que te atrapara espléndida y completa!

Pasaste de belleza tan repleta,
¡Tan linda, nena, que de aquel vistazo,
me quise transformar en un pedazo
de caricia arcangélica y discreta!

¡Pasaste tan preciosa que por eso
me quise convertir, con suave giro,
en un romántico y rendido beso!

Sin embargo, de tanto que te admiro,
extasiado en fantástico embeleso,
¡Me transformé nomás... en un suspiro!

TE AYUDO A SER INFIEL
Te ayudo a ser infiel, como se ayuda
a dar al niño sus primeros pasos,
que en medio de mis ósculos y abrazos
como un espectro volará tu duda.

En la nocturnidad oscura y muda
te llenará cupido de flechazos
para que al fin olvides tus rechazos
mientras mi loca mano te desnuda.

Déjame ser tu cómplice al pecado:
romance por destinos florecidos
no quede por prejuicios perturbado.

Tu cuerpo con mi cuerpo tan unidos
que luego cada quien ya por su lado
a cuidar tornaremos nuestros nidos.
  

CULTIVASTE UNA FLOR
Cultivaste una flor en tu jardín.
Y con todo el cuidado de hortelana
lograste que sus pétalos al fin
abrieran a la luz de una mañana.

En los atardeceres de embeleso
aquella flor repleta de fragancia
la regaste amorosa con tu beso...
sólo al principio con sutil constancia.

Mas te fuiste a cuidar otros jardines
donde quizás tuvieras muchas rosas,
pensando en los comienzos, no en los fines,
o creyendo en las Hadas milagrosas.

Y al dejar esa flor abandonada
por darles a las otras tus cuidados,
se fue muriendo, convirtiendo en nada,
seco el tallo, sus pétalos doblados.

Pero por esas cosas del destino
que a veces nos parecen disparate,
apareció como astro vespertino
una mano de luz a su rescate.

La cambió de jardín dándole riego,
de amores la llenó y agradecida
aquella flor agónica muy luego
recobró sus colores y la vida.

Y en medio de la brisa mañanera
sus pétalos abiertos parecían
suplicarle a su nueva jardinera
como polluelos que a su madre pían:

No me tires también al abandono
como antes ya lo estuve en el desierto,
necesito tus riegos y tu abono,
como requiere un fruto de su huerto.

Fue como el Lázaro que de su fosa,
con levántate y anda que le vino,
volvió a la vida en forma milagrosa
para seguir andando su camino.
ES COSA MÍA
No tienes que pedirme que te olvide
porque esa decisión me corresponde,
tú puedes retirarte no sé a dónde,
que en lo demás mi voluntad decide.

Que nada tu partida la intimide
como avestruz que la cabeza esconde,
a tus propósitos nomás responde
y nada de lo ajeno se te anide.

Cuando la barca de tu amor ya parte,
porque te vas como llegaste un día,
si deja o no mi corazón de amarte

no ha de secarse entonces la bahía:
que si vuelvo amoroso a recordarte
o si acaso te olvido, es cosa mía.


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