UN SUSPIRO
Luis Castro Pérez
Pasaste ante mis ojos
tan coqueta,
¡Hermoso el rostro!
¡Majestuoso el paso!
que quise convertirme
en un abrazo
¡que te atrapara
espléndida y completa!
Pasaste de belleza tan
repleta,
¡Tan linda, nena, que
de aquel vistazo,
me quise transformar
en un pedazo
de caricia arcangélica
y discreta!
¡Pasaste tan preciosa
que por eso
me quise convertir,
con suave giro,
en un romántico y
rendido beso!
Sin embargo, de tanto
que te admiro,
extasiado en
fantástico embeleso,
¡Me transformé
nomás... en un suspiro!
TE AYUDO A SER INFIEL
Te ayudo a ser infiel,
como se ayuda
a dar al niño sus
primeros pasos,
que en medio de mis
ósculos y abrazos
como un espectro
volará tu duda.
En la nocturnidad
oscura y muda
te llenará cupido de
flechazos
para que al fin
olvides tus rechazos
mientras mi loca mano
te desnuda.
Déjame ser tu cómplice
al pecado:
romance por destinos
florecidos
no quede por
prejuicios perturbado.
Tu cuerpo con mi
cuerpo tan unidos
que luego cada quien
ya por su lado
a cuidar tornaremos
nuestros nidos.
CULTIVASTE UNA FLOR
Cultivaste una flor en
tu jardín.
Y con todo el cuidado
de hortelana
lograste que sus
pétalos al fin
abrieran a la luz de
una mañana.
En los atardeceres de
embeleso
aquella flor repleta
de fragancia
la regaste amorosa con
tu beso...
sólo al principio con
sutil constancia.
Mas te fuiste a cuidar
otros jardines
donde quizás tuvieras
muchas rosas,
pensando en los
comienzos, no en los fines,
o creyendo en las
Hadas milagrosas.
Y al dejar esa flor
abandonada
por darles a las otras
tus cuidados,
se fue muriendo,
convirtiendo en nada,
seco el tallo, sus
pétalos doblados.
Pero por esas cosas
del destino
que a veces nos
parecen disparate,
apareció como astro
vespertino
una mano de luz a su
rescate.
La cambió de jardín
dándole riego,
de amores la llenó y
agradecida
aquella flor agónica
muy luego
recobró sus colores y
la vida.
Y en medio de la brisa
mañanera
sus pétalos abiertos
parecían
suplicarle a su nueva
jardinera
como polluelos que a
su madre pían:
No me tires también al
abandono
como antes ya lo
estuve en el desierto,
necesito tus riegos y
tu abono,
como requiere un fruto
de su huerto.
Fue como el Lázaro que
de su fosa,
con levántate y anda
que le vino,
volvió a la vida en
forma milagrosa
para seguir andando su
camino.
ES COSA MÍA
No tienes que pedirme
que te olvide
porque esa decisión me
corresponde,
tú puedes retirarte no
sé a dónde,
que en lo demás mi
voluntad decide.
Que nada tu partida la
intimide
como avestruz que la
cabeza esconde,
a tus propósitos nomás
responde
y nada de lo ajeno se
te anide.
Cuando la barca de tu
amor ya parte,
porque te vas como
llegaste un día,
si deja o no mi
corazón de amarte
no ha de secarse
entonces la bahía:
que si vuelvo amoroso
a recordarte
o si acaso te olvido,
es cosa mía.
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