SI HUBIERAS ESTADO AQUÍ, DE
CECILIA DOMÍNGUEZ LUIS
POR SINESIO DOMÍNGUEZ SURIA
Voy a referirme a esta
novela, Si hubieras estado aquí, de
Cecilia Domínguez Luis, desde su construcción y desde algunos puntos de vista
muy interesantes: como novela de personajes, como técnica narrativa y como
novela social y urbana; y, también, desde su estructura y su lenguaje.
La autora nos presenta a cinco
personajes protagonistas y a algunos otros secundarios, la mayoría de ellos in absentia. Me atrevería a decir que no
solo los secundarios están en ausencia sino que muchos de los personajes
protagonistas están, también, en ausencia como intentaré explicar más tarde. Cecilia
Domínguez Luis, con su maestría habitual, juega con esos personajes, los mueve,
algunos se le rebelan y se manifiestan por sí solos, y genera una historia, un
argumento moderno y creíble. La novela comienza con el regreso a la ciudad y a
la casa materna, después de más de veinte años, de Marta, que se había marchado
por una problemática contrariedad familiar que a ella, y a los demás —familiares
y amigos—, les pareció y les parece muy
grave y que es el leit motiv de la
novela. Hay que hacer notar que lo que ocurrió hace veintidós años tenía —y tiene— una entidad social, ética, moral, etc., muy importante, sobre todo en una sociedad
ciudadana de pequeña entidad. Eso es fundamental para el entendimiento de la
novela.
Marta es una mujer joven,
muy atractiva, con un carácter intransigente, que gusta de la aventura y de su
independencia y que cautiva, al menos cautivaba, a los jóvenes que merodeaban por
la cafetería del aulario de las facultades. Marta es filóloga y profesora de
español.
María, su hermana de madre,
igualmente joven, con una belleza serena, es una mujer tranquila y ordenada,
que tiene un miedo terrible a las tormentas. Es abogada, trabajó primero en la
empresa familiar y luego se independizó. Marta y María son tan iguales físicamente
que uno puede confundirse si las ve por separado. Son modernas y, con palabras
de hoy, pijitas. María es la mayor,
fruto del primer matrimonio de su madre y Marta lo es de las segundas nupcias
de su madre al quedarse viuda. La justificación de esta boda, que da la madre a
sus hijas cuando son mayores, es que su segundo marido le hacía recordar al
primero. El padre de Marta prefiere a la que no es su hija carnal, a María, porque
le parece nada agresiva, más vulnerable. Eso, evidentemente, causa en Marta celos
que no son ni mucho menos enfermizos pero que la molestan y son la base de la
animadversión que siente por María. En alguna ocasión, en medio de la historia,
Marta recuerda que su padre regalaba a María cuentos infantiles y a ella un insignificante
paquete de caramelos.
Hago un inciso porque
tengo que confesar que cuando caí en el título, Si hubieras estado aquí, y en los nombres de las dos hermanas —Marta y María—, llegué a pensar, por esa manía impaciente de adelantarme a los
acontecimientos, que la novela tenía alguna connotación evangélica. Las dos
hermanas de Lázaro, el que es resucitado por Jesús, a quien le dice una de
ellas “Si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto”. Pero tengo que
añadir que estaba absolutamente equivocado y que la novela no tiene nada que
ver con este episodio evangélico, que es “una mera coincidencia”. Si hubieras estado aquí lo dice dos
veces María a su marido, que no estaba presente cuando sucedió el acontecimiento
familiar antedicho que hizo que Marta se marchara de la ciudad.
No estoy contando la
novela, por supuesto. Lo que he dicho hasta ahora no descubre ni desvela nada. Volviendo
a los personajes, Manuel es el marido de María, su apoyo incondicional, quien
la comprende y la tranquiliza en las noches de tormenta y en las situaciones
complicadas que, dado el carácter de María, la acometen. Es abogado como ella. Es
un hombre bueno, comprensivo y apaciguador. Luego, está Carlos, un periodista
que, por encargo del jefe del periódico donde trabaja, tiene que hacer una
entrevista a un empresario adinerado y famoso. Este Carlos, acuciado por su
jefe, parece no poder acabar nunca su trabajo. Es un cronista de los ecos
sociales que quiere conocer y difundir los entresijos de sus entrevistados. Y,
por último, Tono, que es amigo de las dos hermanas, aunque más de Marta que de
María. A mí me parece que Tono atempera el relato, que, por propia decisión,
nivela las consecuencias de las acciones de las dos protagonistas. A mí me lo
parece y esta es una de las cosas buenas de Cecilia Domínguez Luis: el lector,
libremente, se involucra e interviene como juez sobre la actuación de cada
personaje.
Estos personajes realizan
las acciones e interacciones de la novela alrededor del leit motiv que, como es obvio, no voy a desvelar. Lo que sucedió
está referido por cada uno de ellos desde su punto de vista y, por tanto, las
consecuencias que cada uno de ellos saca de ese suceso son diferentes y
opinables. Esa técnica de contar la misma historia desde ángulos distintos me recordó
a La mujer justa de Sandor Marai, que
narra la separación conyugal de una pareja desde las distintas perspectivas de
sus personajes. Esa técnica hace que el relato se enriquezca, que nadie esté en
posesión de la verdad y que la verdad pueda ser la suma de los diferentes
puntos de vista. Todos los personajes excepto Manuel, el marido de María, que
no estaba en el momento del suceso, fueron testigos del mismo.
La acción de la novela
comienza en octubre de 2011, cuando regresa Marta a la ciudad y a la casa de
sus padres, ya fallecidos, y termina en diciembre de 2011, cuando se desvelan
los motivos que tuvo para marcharse. En muchos aspectos, la técnica narrativa que
la autora usa es la de la novela de intriga, no la de la novela negra, que no
lo es en absoluto, sino la de la novela de intriga que va dando pautas y pistas
de cuál debió ser el motivo que tuvo Marta para huir de su hogar. Con esa
técnica, cada personaje va completando el argumento, enhebrándolo y
componiéndolo. La novela es muy viva y la autora tiene la habilidad de meter al
lector en el relato de manera progresiva. En dos meses, de octubre a diciembre
de 2011, se cuentan encuentros y desencuentros, encantos y desencantos, intenciones,
referencias y recuerdos, y la trama se va construyendo sola.
Desde el punto de vista
narrativo, la novela tiene sus peculiaridades, que no son innovaciones en
sentido estricto, pero que Cecilia Domínguez ha introducido con valentía y
decisión, como son algunos soportes
discursivos. Para relatar su visión del argumento, Marta utiliza el blog, lo que da una nota de modernidad a
la novela y, así, sus amigos y otros seguidores anónimos, usuarios habituales
de su blog, se enteran de las
circunstancias del suceso y sus efectos, y participan con ella, le preguntan y le
contestan, lo que permite a Marta iniciar los capítulos de la novela con
respuestas a esas preguntas, con lo que Cecilia Domínguez aporta verosimilitud
al uso de este recurso tecnológico que es el blog. María, la hermana mayor, utiliza el soporte del diario tan apropiado para la técnica
narrativa de la intimidad, de la introspección que refiere situaciones
personales y que sigue la tradición literaria de El diario de Ana Frank, o El Diario de Bridget Jones, de Helen
Fielding (que luego fue película), o El
Diario secreto de Ana Bolena, de Robin Maxwell y tantos otros. Como se ve,
María es lo contrario de Marta, al menos, distinta en la manifestación de los
sentimientos. Carlos, el periodista, usa como soporte narrativo el Cuaderno de notas, tan propio de los de
su profesión, unas notas que pueden ir desde lo escueto a lo detallado, de lo
nítido a lo oscuro, tal y como es su personaje. Manuel, el marido de María, utiliza
el método de la carta, la misiva que
escribe a Marta, su cuñada, aunque esta no le contesta. El resto de su relato
lo hace de viva voz. Y Tono se expresa, igualmente, de viva voz o mediante los
comentarios que introduce en el blog
de Marta.
Antes apunté que me
atrevería a decir que, excepto dos de los personajes, que son Manuel y Tono,
que hablan de por sí, Marta, María y Carlos están en ausencia, se expresan a
través de los soportes discursivos que he señalado: el blog, el diario y el cuaderno de notas. Son ellos, están en
la novela pero no hablan, no actúan sino escriben. Estos soportes discursivos
dan mucho juego en la novela. Todos los personajes, por otra parte, se expresan
en modo homodiegético, en primera persona con lo que la autora confirma el
aspecto intimista al relato. No tiene el mismo carácter de verosimilitud algo
que tú relatas que lo que otro relata por ti.
Existen los otros
personajes, los secundarios. Todos están, como he dicho, en ausencia, son
contados por los personajes principales: El padre de Marta, la madre, Javier,
un novio que tuvo Marta en su época de estudiante, Carola, una amiga de Carlos,
Lucía que comunica a todos la llegada de Marta, Gato, un personaje anónimo que
contesta al blog de Marta.
Si hubieras estado
aquí es, también, una novela social y urbana, que narra acontecimientos
sociales realizados por ciudadanos que viven en sociedad y, en este caso, en
una comunidad vivencial que es la ciudad. Cecilia Domínguez Luis, pienso que a
propósito, ejerce una deslocalización geográfica. La novela traza una geografía
de personajes y sentimientos y por eso deja en segundo plano la geografía
física del lugar; es un hecho que pudo haber sucedido en cualquier parte. Pero el
lugar es isla, sin duda. Ese escenario muy bien puede ser la ciudad de Santa
Cruz. No hay nada que lo indique pero si hay mucho que define un entorno urbano
conocido. Relata las noches de juventud en una ciudad con mar y con puerto, con
bares, con un barco-bar anclado en el muelle que bien puede ser un hipotético
correíllo convertido en terraza de verano. Este es un escenario importante en
la novela porque en él se desarrolla parte de la trama, interviene en ella. Hay
un detalle en el que me apoyo para señalar que Si hubieras estado aquí es una novela de Santa Cruz: en p. 113 escribe
María en su diario: “Hace frío en la
ciudad de Aguere y ha estado lloviznando. Regreso en el mismo tranvía”. Aguere
y el tranvía, más claro imposible.
Estructuralmente, compositivamente
si se quiere, la narración se construye a partir de 41 apartados o capítulos
cortos: las intervenciones de Marta, a través de su blog, son 9 (4 en octubre 2011, 3 en
noviembre, y 2 en diciembre); las de María, a través de su diario, son 10 (5 en
octubre, 3 en noviembre y 2 en diciembre); las de Carlos, el periodista, a
través de su Cuaderno de Notas, son 7 (5 en octubre, 1 en noviembre y 1 en
diciembre). Manuel interviene 7 veces (4 en octubre, 2 en noviembre y 1 en
diciembre) y Tono 8 (4 en octubre, 2 en noviembre y 2 en diciembre). En esos
apartados, los personajes van dando sus puntadas atrás, que son las más, y
adelante, y van componiendo la historia argumental de la novela.
El lenguaje es claro y ordenado como debe corresponder a
personajes que han pasado por la Universidad. Es un lenguaje moderno. Cecilia
Domínguez, que es una magnífica narradora, usa en todo momento la palabra
adecuada y exacta. Incluso hay partes en las que los personajes se expresan de
manera coloquial como cuando Carlos dice que, para dormir, se pone en su televisor
una película muermo, que es algo que
muchos hacemos.
Para concluir, tengo que
decir que la mayor parte de la obra de Cecilia Domínguez Luis ha sido poética. Y
lo seguirá siendo. En alguna otra ocasión, la he definido como “una voz potente de la poesía”. Tampoco
sé, a estas alturas, si la he definido yo o he tomado estas palabras de otros.
Lo cierto es que es una voz potente de la poesía general, no solo de la poesía
canaria. Esto de lo canario es una limitación que nosotros mismos nos hemos
impuesto y que ya debemos soslayar. Claro está que Cecilia Domínguez es
canaria, nacida en La Orotava como sabemos todos y también sabemos que vive y
escribe en Canarias, pero este es un sello que debemos pasarlo ya por alto. Es
una voz potente de la poesía, de toda la poesía, se escriba donde se escriba,
se cante donde se cante. Desde hace unos años ha
emprendido, también, el camino del relato y de la novela y ha alcanzado una notable
obra narrativa. Su novela anterior, Los
niños de la lata de tomate, publicada por Alfaguara, ha merecido el
respaldo de la crítica y su difusión ha alcanzado algunos miles de ejemplares.
Espero que esta nueva novela publicada por Ediciones Aguere en unión de
Ediciones Idea y al cuidado del incansable Ánghel Morales tenga el mismo éxito.
Si hubieras estado aquí, es una excelente
novela por lo que felicito muy sinceramente a la editorial y, por supuesto, a
Cecilia Domínguez Luis, e invito a que la lean.
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