El País, Carlos Boyero
Aseguran
los rótulos de las tertulias televisivas que el pintoresco personaje Francisco
Marhuenda dirige un periódico llamado La Razón. Es el primer enigma de su
personalidad. En los muchos años que llevo frecuentando periódicos he
constatado la presencia física y casi cotidiana en ellos de las personas que
los dirigen. En algún caso, ofreciendo la sensación de que no solo dirigen el
periódico, sino que también viven en él, que la profesionalidad se ha adueñado
hasta extremos abusivos de su existencia.
Por
ello, me asombra el misterio de que cada vez que enciendo la televisión, en
múltiples cadenas, mañana, tarde y noche, aparece inevitablemente este hombre
compartiendo los debates políticos, ofreciendo sus impagables opiniones sobre
la actualidad. Sé que existe el don de la ubicuidad y que esta ha protagonizado
inolvidables relatos de fantasmas, pero sigo flipando sobre el proteico milagro
de parir día a día un periódico desde los platós de las televisiones.
Y
deduzco que este surreal analista de la realidad puede hacer pensar a cualquier
espectador mínimamente racional que lo que dice no va en serio, que obedece a
un guion voluntariamente esperpéntico, a una farsa con pretensiones cómicas, al
disparate como supremo género humorístico, le ofrece un espectáculo jugoso y
amortizable a las televisiones (la barbarie militante puede tener poder adictivo
para el alucinado espectador) y que necesitaban desesperadamente encontrar un
sustituto a la altura discursiva del inolvidable Ignacio Villa, algo tan
grotesco y viscoso que posea capacidad para alterar el sistema nervioso de
cualquier receptor con dos dedos de frente. Aunque tampoco imagino que abunde
excesivamente el intelecto entre los enganchados a los infinitos y clónicos
debates televisivos dedicados a la innegociable misión de arreglar España.
Muestran
en el programa Al rojo vivo imágenes de las masacres que perpetra el ejército
egipcio con esos Hermanos Musulmanes que ganaron democráticamente las
elecciones y a los que además de balearlos, los van a ilegalizar. El templado
Marhuenda afirma vehementemente: “El ejército egipcio es muchísimo más democrático
que Morsi y sus seguidores”. Con dos cojones. ¿Fascismo sin complejos,
embriaguez o solo cinismo?
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