CUANDO ALLENDE ENTRÓ EN LA HISTORIA
Ayer
se cumplieron 40 años del golpe de Estado de Pinochet, el 11 de setiembre de
1973. En realidad, fue el golpe de Nixon y Kissinger, de la ITT y la Braden
Copper, la transnacional del cobre.
Había sido precedido por el golpe de Estado del 27 de junio de
ese año en Uruguay, y antes aún por el golpe de Estado contra Jango Goulart en
Brasil el 31 de marzo de 1964 (el golpe de Lincoln Gordon, el embajador
norteamericano), mientras en Paraguay pervivía la sempiterna dictadura del
general Stroessner y en Bolivia el breve mandato del gobierno progresista del
general Juan José Torres, llevado al Palacio del Quemado en hombros del
movimiento popular, quedó tronchado por el golpe de Estado del coronel Hugo
Bánzer en agosto de 1971. Posteriormente, en Argentina el golpe de Estado del
general Videla el 24 de marzo de 1976 derrocó el gobierno de Isabelita. Todo
ello, en su conjunto, era la aplicación sistemática del Plan Cóndor. Después se
inició el extenso proceso de la recuperación democrática, que habría de
culminar en el cambio de época que vive hoy nuestra América Latina.
Chile fue el país que más tardó (hasta 1990) en recuperar la
democracia. Hubo un período incluso en que el verdugo Pinochet mantuvo la
jefatura del ejército. En todos esos años el pueblo chileno sufrió una de las
represiones más sangrientas de la historia, con miles de muertos, desaparecidos
y torturados, con asesinatos perpetrados por la dictadura dentro y fuera del
país (como el del ex canciller Orlando Letelier en Washington). Es lo que se
recordó en los grandes actos de conmemoración que se sucedieron esta semana en
Chile, en particular una manifestación multitudinaria por la Alameda de
Santiago, en que se reclamó verdad y justicia, y continuar la búsqueda de los
desaparecidos.
Cabe destacar, en tal sentido, el pronunciamiento de la Corte
Suprema de Justicia, que reconoció no haber hecho lo necesario para investigar
la suerte de los desaparecidos, habiéndose pronunciado en sentido análogo la
asociación de los funcionarios judiciales. Se realizó otra concentración masiva
en la Explanada del Museo de la Memoria, en la cual la candidata presidencial
Michelle Bachelet señaló la responsabilidad de los que cometieron los crímenes
bajo la dictadura y de quienes los justificaron.
En este aniversario del golpe se registraron nuevos elementos
que avalan la conclusión de que Allende fue asesinado en La Moneda, rechazando
de plano la tesis “oficial” sobre su presunto suicidio. Se entregaron nuevos
antecedentes históricos, testimonios inéditos con información rigurosa de
médicos legistas, recogidos en el libro de la periodista Maura Brescia:
“Salvador Allende. La verdad sobre su muerte” que se presentó junto a un
recurso de casación ante la Corte de Apelaciones. Allí se incluyen
declaraciones de los capitanes de tres regimientos que ingresaron a La Moneda,
en las que informan de cruentos combates en los que participó el presidente.
Del mismo modo, han resurgido los elementos demostrativos de que la muerte de
Pablo Neruda (pocos días después del golpe) y antes la del candidato
presidencial de la democracia cristiana, Eduardo Frei Montalva, se debieron a
sendos envenenamientos.
Aquel 11 de setiembre Allende entró a la historia con su discurso
póstumo, el de las grandes alamedas por donde pasará el hombre nuevo. Antes
había sido el abanderado de la Unidad Popular (unión de los partidos Comunista,
Socialista y Radical con otros tres agrupamientos), victoriosa el 4 de
setiembre de 1970; el que procuró poner en marcha una inédita vía chilena al
socialismo e impulsó medidas de largo alcance como la nacionalización del
cobre, votada por unanimidad en el Congreso Pleno. Recordamos también la
benéfica influencia del triunfo de la Unidad Popular en la gestación del Frente
Amplio, cinco meses después.
Las manifestaciones en la fecha del golpe en Chile (que también
se efectuaron en otros países, como las jornadas contra el fascismo en
Venezuela) fueron la prolongación de las grandes manifestaciones que viene
desplegando el pueblo chileno, con gran aporte de la juventud y los
trabajadores, a favor de la educación pública y de los DDHH, enfrentando la
dura represión del gobierno de Piñera. Estas demostraciones han conmovido al
país y a todo el continente. Y se proyectan a las elecciones del 17 de
noviembre. Michelle Bachelet representa la continuidad de estas tradiciones,
mientras su oponente, Evelyn Matthei es un resabio del pinochetismo (sin
olvidar que Piñera tiene a tres ex pinochetistas en su gabinete).
El martes 10 Bachelet visitó el centro de torturas de Villa
Grimaldi, hoy convertida en Parque de la Paz, donde estuvo recluida junto a su
madre, siendo estudiante de medicina, tras la muerte de su padre, el general
Alberto Bachelet, detenido el día del golpe por su fidelidad al gobierno
constitucional. Allí reclamó “avanzar en verdad, justicia, en reparación y el
compromiso con un nunca más”.
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