lunes, 22 de julio de 2013

SOLO CONTÁNDONOS ESTAREMOS A SALVO, por Santiago Gil

 
SOLO CONTÁNDONOS ESTAREMOS A SALVO

Santiago Gil

Leido en la presentación del libro “la Voz del Anghel” , del periodista y escritor Anghel Morales

Cuando alguien opina está dejando su impronta en lo que escribe. Corre el riesgo de equivocarse con el paso del tiempo, pero cuando manifiesta su opinión tiene que ser capaz de ir un poco más allá de ese tiempo que tiene delante. Se informa de lo que se sabe con certeza, no caben especulaciones ni datos que no se hayan contrastado con un par de fuentes; en cambio, cuando opinamos, la información sí se puede emparentar con la especulación, la intuición y hasta con la ficción literaria.
Quien opina lanza su moneda al aire y se juega su propio punto de vista. Lo fácil es callar o esperar acontecimientos. Al paso de los años, quien se la juega con sus palabras puede quedar como un pésimo profeta o como una especie de visionario que veía venir lo que otros ni siquiera eran capaces de vislumbrar teniéndolo delante.
Las columnas de Ánghel Morales trazan una línea que transcurre por la historia más reciente del periodismo canario. Desde 1976 hasta 2009 pasaron muchas fotos por las portadas de los periódicos o de las revistas de las islas. Ángel no solo las ha visto pasar sino que ha estado en algunas de las reuniones de redacción en las que se decidían esas portadas. Forma parte de esa generación de periodistas de raza que pateaban las calles detrás de cada noticia. Entonces había que salir a buscar las noticias que hoy nos llegan de todas partes ya sin aquella añorada cercanía de quienes entendían el periodismo como una manera de ser y de estar en el mundo.
En las columnas de Ángel hay temas universales, pasajeros, cercanos, conocidos, olvidados; pero sobre todo hay una voz que reconocemos tanto en los escarceos de sus primeros escritos juveniles como en los planteamientos de sus textos más recientes. En todo momento nos quiere contar lo que ve y lo que siente, y además razona cada uno de sus planteamientos. No hay intención de convencernos de nada. Él cuenta, narra los hechos, los interpreta, los contextualiza y luego cada uno de nosotros somos los que sacamos nuestras propias consecuencias.
Pero ¿qué es realmente una columna literaria de opinión?
Habría muchas respuestas y muchos puntos de vista, pero, en esencia, yo la describiría como una entrada de oxígeno en un periódico, o de otros aires distintos a los que se suelen respirar en las distintas secciones a medida que vamos pasando las páginas. Hablo de la columna literaria, no de la columna de actualidad o de la de análisis nacional, internacional o financiero. La columna literaria se mueve a otro ritmo, y casi siempre navega unas aguas distintas a las del resto del periódico. Se escribe de lo que se quiere, subjetivamente, y generalmente la crea alguien relacionado con la literatura, lo que le da un lenguaje y un tono diferente al resto de la publicación.
Está por un lado el escritor de periódicos, el periodista, con un lenguaje y una formas bastante reconocibles y nada parecidas a las del columnismo literario, y, por otro lado, estaría el escritor en periódicos. Han sido muy pocos los que han logrado vivir de la literatura en España (y no digamos en Canarias), por eso los periódicos, concretamente la columna en el periódico, siempre fue una vía de salida profesional para los escritores, el ingreso más o menos fijo para pagar las hipotecas y las facturas a final de mes; de ahí que prácticamente todos los grandes escritores españoles han pasado, o están en estos momentos, vinculados a un periódico. Eso ha enriquecido mucho al periodismo, y al mismo tiempo al propio escritor, que ha de bajar  a la arena y acostumbrarse a comunicar, y a llegar a miles de personas, tanto al señor que tiene estudios básicos como al catedrático de universidad. Creo que ahí se produce una simbiosis interesante y vital para ambas partes.

En Ángel confluyen el periodista y el literato, y solo partiendo de esa fusión entenderemos los temas, los puntos de vista y la propia redacción de sus opiniones. Periodísticamente sabe de lo que habla y literariamente sabe de lo que escribe. Cuando te adentras en una hemeroteca, al final te terminas deteniendo más en las opiniones que en las informaciones que te van contando objetivamente lo que sucedía. Somos eminentemente subjetivos y necesitamos, para entender el pasado, y para entendernos también en el presente, conocer las subjetividades de los otros. Y quien cuenta sin traicionarse también está expuesto al insulto o a la incomprensión. No siempre son bien recibidas las verdades o los puntos de vista de los otros. La columna es la quintaesencia del periodismo en una sociedad verdaderamente democrática. Cuando la diversidad de opiniones desaparece de los periódicos también está desapareciendo la propia amplitud de miras que evita que los árboles no oculten el bosque en el que los corruptos y los indeseables tratan de perpetuar su malandanza. Solo contándonos estaremos siempre a salvo. 









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