SOLO
CONTÁNDONOS ESTAREMOS A SALVO
Santiago
Gil
Leido en la presentación del libro “la
Voz del Anghel” , del periodista y escritor Anghel Morales
Cuando
alguien opina está dejando su impronta en lo que escribe. Corre el riesgo de
equivocarse con el paso del tiempo, pero cuando manifiesta su opinión tiene que
ser capaz de ir un poco más allá de ese tiempo que tiene delante. Se informa de
lo que se sabe con certeza, no caben especulaciones ni datos que no se hayan
contrastado con un par de fuentes; en cambio, cuando opinamos, la información
sí se puede emparentar con la especulación, la intuición y hasta con la ficción
literaria.
Quien
opina lanza su moneda al aire y se juega su propio punto de vista. Lo fácil es
callar o esperar acontecimientos. Al paso de los años, quien se la juega con
sus palabras puede quedar como un pésimo profeta o como una especie de
visionario que veía venir lo que otros ni siquiera eran capaces de vislumbrar
teniéndolo delante.
Las
columnas de Ánghel Morales trazan una línea que transcurre por la historia más
reciente del periodismo canario. Desde 1976 hasta 2009 pasaron muchas fotos por
las portadas de los periódicos o de las revistas de las islas. Ángel no solo
las ha visto pasar sino que ha estado en algunas de las reuniones de redacción
en las que se decidían esas portadas. Forma parte de esa generación de
periodistas de raza que pateaban las calles detrás de cada noticia. Entonces
había que salir a buscar las noticias que hoy nos llegan de todas partes ya sin
aquella añorada cercanía de quienes entendían el periodismo como una manera de
ser y de estar en el mundo.
En las
columnas de Ángel hay temas universales, pasajeros, cercanos, conocidos,
olvidados; pero sobre todo hay una voz que reconocemos tanto en los escarceos
de sus primeros escritos juveniles como en los planteamientos de sus textos más
recientes. En todo momento nos quiere contar lo que ve y lo que siente, y
además razona cada uno de sus planteamientos. No hay intención de convencernos
de nada. Él cuenta, narra los hechos, los interpreta, los contextualiza y luego
cada uno de nosotros somos los que sacamos nuestras propias consecuencias.
Pero ¿qué
es realmente una columna literaria de opinión?
Habría
muchas respuestas y muchos puntos de vista, pero, en esencia, yo la describiría
como una entrada de oxígeno en un periódico, o de otros aires distintos a los
que se suelen respirar en las distintas secciones a medida que vamos pasando
las páginas. Hablo de la columna literaria, no de la columna de actualidad o de
la de análisis nacional, internacional o financiero. La columna literaria se
mueve a otro ritmo, y casi siempre navega unas aguas distintas a las del resto
del periódico. Se escribe de lo que se quiere, subjetivamente, y generalmente
la crea alguien relacionado con la literatura, lo que le da un lenguaje y un
tono diferente al resto de la publicación.
Está por
un lado el escritor de periódicos, el periodista, con un lenguaje y una formas
bastante reconocibles y nada parecidas a las del columnismo literario, y, por
otro lado, estaría el escritor en periódicos. Han sido muy pocos los que han
logrado vivir de la literatura en España (y no digamos en Canarias), por eso
los periódicos, concretamente la columna en el periódico, siempre fue una vía
de salida profesional para los escritores, el ingreso más o menos fijo para
pagar las hipotecas y las facturas a final de mes; de ahí que prácticamente
todos los grandes escritores españoles han pasado, o están en estos momentos,
vinculados a un periódico. Eso ha enriquecido mucho al periodismo, y al mismo
tiempo al propio escritor, que ha de bajar
a la arena y acostumbrarse a comunicar, y a llegar a miles de personas,
tanto al señor que tiene estudios básicos como al catedrático de universidad.
Creo que ahí se produce una simbiosis interesante y vital para ambas partes.
En Ángel
confluyen el periodista y el literato, y solo partiendo de esa fusión
entenderemos los temas, los puntos de vista y la propia redacción de sus
opiniones. Periodísticamente sabe de lo que habla y literariamente sabe de lo
que escribe. Cuando te adentras en una hemeroteca, al final te terminas
deteniendo más en las opiniones que en las informaciones que te van contando
objetivamente lo que sucedía. Somos eminentemente subjetivos y necesitamos,
para entender el pasado, y para entendernos también en el presente, conocer las
subjetividades de los otros. Y quien cuenta sin traicionarse también está
expuesto al insulto o a la incomprensión. No siempre son bien recibidas las
verdades o los puntos de vista de los otros. La columna es la quintaesencia del
periodismo en una sociedad verdaderamente democrática. Cuando la diversidad de
opiniones desaparece de los periódicos también está desapareciendo la propia
amplitud de miras que evita que los árboles no oculten el bosque en el que los
corruptos y los indeseables tratan de perpetuar su malandanza. Solo contándonos
estaremos siempre a salvo.
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