REBELDIA EN ACTO
Por
Eduardo Sanguinetti Filósofo
(Ph.d.,
Cambridge, England)
Los hombres que no transigen, que no pactan, que son fieles a
sus ideales y no se entregan haciendo uso del derecho irrenunciable de ejercer
su individualidad dentro del marco del derecho son pocos. Son los que el poder
considera "rebeldes" y de extrema peligrosidad para nuestra
denominada"democracia". Curioso, ¿no?
En antípodas de los denominados rebeldes encontramos a los
personajes que ocupan puestos de privilegio en el régimen, a lo largo de sus
pobres y repugnantes existencias deshonradas, mancilladas que como rutina
entran en el juego de las traiciones, prebendas, ventajas y negociados basura.
La diferencia entre ambos es manifiesta.
Por supuesto, hablo en estas líneas de los sombríos funcionarios
argentinos de las últimas décadas, responsables del genocidio en manos de
dictaduras militares con la anuencia de una ciudadanía silenciosa incluidos
personajes que hoy se manifiestan contrarios al exterminio. Hoy lo vemos en
menemistas devenidos en kirchneristas, en gorilas devenidos en peronistas y así
sucesivamente hasta terminar con el grueso del ejército de seres iluminados por
una apagada luz de neón de un espacio siniestro donde habita el poder político
argentino... necrofilias mediante.Estos personeros de la nada modifican
constituciones o elecciones para re-re-re-elecciones de héroes de barro,
perpetuadores de farsas. Y no olvidemos a los empresarios del sistema siempre
dispuestos a negociar, no importa quién detente el poder, su sentido vital es
la moneda: venga de donde sea.
¿Puedo hablar todavía de ideas o ideales ante este espectáculo
en el que marchan todos juntos, incluida la pseudooposición en un rebaño
parecido a los animales de Grandville, negociando pequeñas representaciones por
2 o 3 ventajas simbólicas con las cuales se jactan cual pavos reales mostrando
impunemente sus plumas de colores y cacareando como aves de corral?
Por otra parte no es extraño que en estos tiempos exista una
simpatía generalizada en los independientes y estudiantes hacia los más dotados
en el arte de "renegar", manteniendo una posición rebelde ante el
estado de las cosas. Lo vemos en filmes, libros, historietas, etc., en las
cuales el individuo solitario, libre y honesto, que obedece sólo a su instinto
de justicia, tan ausente en las instituciones, cobró inusitada vigencia. Estos
jóvenes no olvidan esa verdad fundamental de la antropología política: comprar
a un hombre cuesta menos que persuadirlo de renunciar a sus ideas, y además
parece más seguro. En consecuencia toman como norte y ejemplo la imagen del
héroe que ya corre en los sueños y toma perfiles nítidos recordando hoy como
nunca la imagen de Ernesto Che Guevara, héroe-rebelde que ofrendó su vida por
una América Latina independiente y libre de lacras y parásitos, que hoy
utilizan su nombre en forma oportunista tanto sea en camisetas, banderas de
manifestaciones o simplemente posters: que más da el Che en imagen les viene
bien.
Hoy en día, una política grande podría inspirarse en este modelo
del hombre-rebelde, casi un héroe dadas las características difusas y peligrosas
del espacio donde debe aplicar su rebeldía, y permitir a individuos con similar
combinación de afectos y energías llevar a cabo un proyecto independiente y
libertario.
El objetivo de esta posición al margen de un sistema prostituido
que produce sometimiento, servidumbre y otras modalidades de la violencia
burguesa, apunta a la acción directa, sin intermediarios, sin el paso obligado
por las asambleas y comisiones de concertaciones y otras agrupaciones
gregarias, aspirando al reemplazo de los profesionales de la representación
política.
Tengamos presente que los poderes sindicales y políticos a cargo
de las diferentes políticas de negociación, son siempre e indefectiblemente
cómplices. Todas estas líneas de fuerzas llevadas a cabo por una política de
rebeldía son pertinentes para la formación del "hombre nuevo" que
nuestro recordado Che Guevara imaginaba para nuestras tierras y para este
tercer milenio. No olvidemos jamás que el individuo libre sigue siendo
irreductiblemente la piedra angular con la que se organiza el mundo. *
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