Alegoría del hoy
Eduardo Sanguinetti
Debemos negarnos a ser engañados y
declararlo sin vueltas, a quienes intentan asimilarnos a los ritos de la
“economía de mercado”, hoy plenamente vigente, en un mundo homogeneizado por la
ideología neoliberal.
Revelar la impostura y rechazar la complicidad de gobiernos
simuladores y falaces en su tarea eficaz de distorsionar nuestra realidad,
construida por la potente maquinaria ultramediática en abierta y publicitada
complicidad con las corporaciones económicas, que no admiten otra lógica que la
de la ganancia privada.
Un situación muy extraña y trágica, la de creer vivir en una
democracia, maltratada y apenas presente, sobre la cual rige una dictadura sin
dictador que ha caído como una red sobre todos. Se ha impuesto una tendencia de
la ganancia sin otro objetivo que la omnipotencia del poder financiero
ilimitado, que no aspira a tomar el poder sino a dominar a quienes lo ejercen:
gobiernos disfuncionales de cualquier nación del mundo, hoy, gobernando sin autonomía
y libertad para accionar según sus principios fundacionales. Estos aún toman
decisiones, conservan la gestión de administración de sus estados, pero en
función y bajo la férula del terrorismo financiero.
El mundo ya no vive en el seno de políticas diferentes, solo
epidérmicamente en los magros discursos de campaña, donde las promesas de un
cambio que saben jamás tendrá sitio, no serán aplicadas, mientras la dictadura
de la “economía de mercado” mande sobre el planeta. Quien se niegue a aceptarlo
como modelo único de sociedad, como definición misma de la democracia, será
sentenciado y ejecutado como un peligroso terrorista.
El totalitarismo de una ideología única, instalado en las
naciones de esta tierra, disimulado detrás de la tan mentada y aplicada “globalización”,
no deja sitio a un contrapoder. Sin necesidad de conspirar, todo el espectro de
políticos mendaces y cómplices, se asimiló a esta realidad nutrida de la
ganancia privada y sus imposiciones. De manera sistemática, se redujeron hasta
desaparecer los espacios de los disidentes, los que no admitimos esta dictadura
de la “economía de mercado”, los que cuestionamos al sistema y nos permitimos
recordar que existen otros modos de relación en la instancia de “vivir nuestra
vida” dando sitio a la solidaridad, la fraternidad y a la voluntad del pueblo y
sus necesidades más urgentes; creo no hace falta enumerarlas, pero de todos
modos lo haré: vivienda, educación, salud, alimento y trabajo digno y muy bien
remunerado…como el de los funcionarios políticos, tan generosos en sus dádivas
a ellos mismos.
A los privilegiados les parece normal que los hambreados,
desocupados, indigentes, sin techo y con salud precaria, sigan viviendo
expuestos a privaciones elementales e insostenibles por tiempo indeterminado,
que sigan sufriendo padecimientos y privaciones impuestos por este sistema
coercitivo, explotador y chantajista.
Y para finalizar, se impone una pregunta: ¿Cuántos ciudadanos,
considerados honorables y bondadosos, de todos los tiempos y regiones, han aceptado
la legitimidad del horror y terror ejercido por dictadores de toda especie y
color, bajo el amparo de la libre y santa contradicción?
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