Por
EDUARDO SANGUINETTI
“Mañana, cuando yo
muera, no me vengáis a llorar: nunca estaré bajo tierra: ¡Soy viento de
Libertad!”.
Che Guevara
Hay que cambiar ¡ya! el
modo de existir de nuestros pueblos. Tratar en paz y silencio las urgencias más
inmediatas de la humanidad.
Cambios de arriba a
abajo y viceversa, en todo lugar, en todos los campos de la conciencia.
El enemigo no es la enfermedad, la enfermedad no es más que un efecto. El enemigo del hombre, sigue siendo el hombre mismo, con sus prejuicios, orgullo, creencias, intolerancias, mentiras y sobre todo con sus carencias. Contra eso no existe comunidad alguna inmunizada, ni sistema alguno que ofrezca solución a corto o largo plazo.
Es inútil llamar a los
dioses en nuestra ayuda, como es vano oponer fuerza a la fuerza.
Todo el espectáculo, al
que asistimos a diario, en confrontaciones de todo tipo, devenidas en guerras,
torneos de fútbol, publicidades de productos basura que consume una humanidad
que se cocina un porvenir con restos, confrontando en pantallas de TV o en el
universo de la Web, comentando la noticia del día, armada por las corporaciones
que manipulan a su antojo este planeta. Una humanidad que desde su sitio de
comentaristas, al borde del acontecer del mundo, creen participar de una
realidad que ya no les pertenece, con sus intolerancias, pobres argumentos,
enorme estupidez y resentimiento epistolar.
Nada me impide hablar y
manifestar con la libertad con que transito mi existencia, acerca de la “moral
cristiana” y la condición de su existencia y perpetuación del fraude histórico
que trajo consigo. Portando la mentira como dogma de ninguna fe, por una
eternidad célibe, sacrifica un estadio de vida en el presente de cada
individuo, apelando a la “buena conciencia” y a la bondad del sacrificio y de
la censura para arribar a una existencia en felicidad y plenitud, que harían
que el milagro de “ser un humano” no muera, en nombre de ningún rito, que no
olvidemos nacen de la realidad. Así han hechizado a una comunidad temerosa de
anteponer el ¡sí! del placer de vivir, al ¡no! de la fe cristiana, en nombre de
la cual crucificaron a tantos visionarios y prohombres que resistieron a
supercherías y fanatismos, en Cruzadas eternas, contra la libertad y verdad.
La tarea del hombre
dueño de sí es impedir que muera el milagro. No rendir homenaje a nada, sino
vivir milagrosamente, no morir más que milagrosamente y recordando a Nietzsche:
“Dionisíacamente, el nacimiento del cristianismo a partir del espíritu del
resentimiento, no a partir del ‘espíritu’, como de ordinario se cree, un
contramovimiento por su esencia, la gran sublevación contra el dominio de los
valores nobles…”. En fin, ha llegado el tiempo de poner en juego los valores de
siglos, anquilosados en los principios y dogmas cristianos que manipularon y
manipulan a su antojo la existencia de miles de millones de seres, los
denominados “buenos ciudadanos”, chivos expiatorios de una moral de autómatas
fanatizados, degradadas sus existencias con una doble moral, siguiendo las
tendencias del capitalismo, consumiendo, acumulando, estafando, asesinando,
pero sin olvidar participar de las ceremonias fúnebres dominicales, “recibiendo
el cuerpo y sangre de Cristo”, estos “buenos ciudadanos” pertenecientes a modos
y maneras burguesas, “peste de la humanidad”, asimilados a la denominada fe
cristiana: “Negación de la voluntad de vida”, devenida religión.
Coincido con José
Mujica, en su recurrencia a la palabra “feliz”, aplicada incluso a manifestar
su descreencia en “feliz ateísmo”, como norma de existencia ética,
anteponiéndola a cualquier acto y asimilándola a una manera de vivir, no creo
haberme equivocado en proponerlo humildemente a recibir el Premio Nobel de la
Paz; creo que sería un referente, un punto de partida para caminar otro mundo,
en sintonía con la armonía que se predica y no se practica.
Sumo a ello las
enseñanzas que se esconden en el fondo del dolor, en el caso de Mujica
puntualmente, en sus años de confinamiento. Y termino esta columna con palabras
de Don Pepe, con quien coincido en el equívoco de Brecht, hablando de él: Que
Pepe Mujica es un veterano, un viejo que tiene unos cuantos años de cárcel, de
tiros en el lomo, un tipo que se ha equivocado mucho, como su generación… y que
trata hasta donde puede de ser coherente con lo que piensa, todos los días del año
y todos los años de la vida. Y que se siente muy feliz, entre otras razones,
por contribuir a representar humildemente a quienes no están… Yo discrepo con
Bertolt Brecht porque no hay hombres imprescindibles, sino causas
imprescindibles, caminos imprescindibles. Quienes no cultivan la memoria no
desafían al poder. Es una herramienta más para construir el futuro, que pese a
quien pese es nuestro, porque no nos pudieron derrotar.
¡Hasta la victoria
siempre!
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