Esta
carta dirigida a la canciller alemana es de Roberto Centeno, catedrático de la
Universidad Politécnica de Madrid
Roberto Centeno
Respetada Canciller Federal:
Hace tres semanas, el profesor e historiador norteamericano David Spengler publicaría una carta abierta en The Asian Times dirigida a su persona, en la que la pedía “que dejara caer a España”, y explicaba las razones, que iban desde la incompetencia, el despilfarro y la corrupción generalizadas del Gobierno y particularmente de las administraciones territoriales, donde nadie controla nada y nadie responde de nada, lo que implica una asignación del grueso de los recursos públicos (45 % del PIB) en forma tan disparatada e ineficaz que supera todo lo imaginable. Adicionalmente, según el Dr. Spengler, el Gobierno miente en todo: sobre su situación económica, sobre la bancaria y sobre la fiscal. Su deuda y los intereses son ya inasumibles y, en consecuencia, somos insalvables.
No
obstante, y aun reconociendo la veracidad de sus afirmaciones -que tengamos hoy
más PIB real que en 2007 resume la falsedad inaudita de las cifras oficiales-,
España no sólo es salvable es que ni siquiera necesitaría la intervención, sólo
necesita la supresión del sistema autonómico, que representa un despilfarro
anual de más de 120.000 millones de euros, equivalentes al 12% del PIB. Sin
embargo, la oligarquía política se opone radicalmente a desmontar esta
gigantesca estructura que ha levantado en su exclusivo beneficio y escapa a las
manos de los españoles el poder de cambiar este expolio de proporciones épicas.
A día de hoy, el déficit de las regiones y ayuntamientos asciende a unos 5.000
millones de euros mensuales, y está siendo cubierto por el Gobierno con
supuestos “adelantos presupuestarios”, supuestos porque jamás serán devueltos,
lo que ha elevado el déficit del Estado en un 50% hasta abril, equivalente al
10% del PIB en términos anualizados. Y tampoco pueden pagar los vencimientos de
deuda, más de 25.000 millones, y esperan que el Gobierno con el dinero del BCE
lo haga por ellos.
Con una
deuda pública total -no solo la computable- del 118 % del PIB oficial, un
déficit 2012 estimado en más de 110.000 millones y unos intereses del 4,5% del
PIB oficial en los próximos 12 meses, España ha superado el punto de no retorno
y ocurre que sólo Ud. como Canciller de Alemania y líder más cualificada de
Occidente tiene el poder de acabar con una situación que supondrá la ruina, no
solo de España sino tal vez el fin de la zona euro. Y para evitarlo bastaría
exigir, condicionando a ello cualquier ayuda, la reforma radical de las
instituciones territoriales responsables de los dos tercios del gasto público.
Es absolutamente inaceptable, tanto social como económicamente, que la UE y el
FMI exijan a España que suba impuestos y recorte prestaciones, sin antes acabar
con el despilfarro autonómico. ¿Cómo se puede subir el IVA y recortar pensiones
y mantener 30.000 coches oficiales o dos millones de empleados públicos
inútiles? ¿Cómo destruir la economía productiva y de las familias y mantener
intacta la improductiva? Y es ahí Sra. Canciller, donde los españoles
necesitamos desesperadamente su ayuda.
Como
conoce perfectamente, porque lo ha vivido en primera persona, España ha estado
gobernada durante más de siete años por un presidente poco cualificado y ahora,
a pesar de las ilusiones populares puestas en el cambio, Mariano Rajoy se ha
revelado un fracaso total. Ni tiene coraje, ni tiene un plan ni intención
alguna de tenerlo, toda su gestión ha resultado una auténtica tragedia. Ambos,
junto con el aparato de sus propios partidos, funcionan exclusivamente como una
oligarquía -España tiene 450.000 políticos, cuatro veces más por habitante que
la UE- de intereses comunes y nunca como partidos nacionales. Para ellos son
más importantes sus ventajas partidistas y personales que los intereses de la
nación, lo que les lleva a mantener a toda costa un modelo de Estado cuyo nivel
de despilfarro y de corrupción nos conduce a la ruina.
Vivimos
bajo un modelo que dividió la nación en 17 autonomías territoriales, totalmente
contrarias, excepto dos, a la Historia y a la realidad objetiva de España.
Estas autonomías, cuyas competencias más que duplican a las de los Estados federales,
son el vehículo con el que la oligarquía política fue colocando a sus
familiares, amigos y correligionarios, creando para ello, el equivalente a 17
mini estados con todos los órganos propios de una nación, desde 17 Parlamentos
a 19 televisiones públicas (todas en pérdidas), 23 Universidades sin alumnos
que las justifiquen a 22 aeropuertos con 300 pasajeros/mes, pasando por
infraestructuras absolutamente ruinosas. A ello se unen 8.200 Ayuntamientos,
cuando no se justifican más de 3.000, y con niveles de despilfarro inauditos.
Sólo Madrid, la capital más endeudada de Europa, tiene 1.500 asesores inútiles,
180 coches oficiales, personal cinco veces más que los grandes ayuntamientos
mundiales y ha gastado 500 millones de euros en dotarse de la sede-palacio más
lujosa de Occidente, mientras el 23% de madrileños vive por debajo del umbral
de la pobreza, de ellos 140.000 niños. Y ahora ¡quieren organizar los Juegos
Olímpicos!
La rémora
del empleo público
. Primero
colocaron a decenas de miles, luego a cientos de miles y hoy totalizan dos
millones de empleados públicos nombrados a dedo –causa principal del brutal
nivel de desempleo, ya que en España cada empleo público destruye 2,8 puestos
en el sector privado- y donde para no tener que dar explicaciones a nadie
crearían hasta 3.000 empresas públicas, la gran tapadera del despilfarro, una
inmensa telaraña de ocultación de deuda y corrupción, empleando a 400.000
personas amigas y con sueldos un 35% superiores a la media del sector privado.
El grueso
de la crisis bancaria derivaría también del modelo de Estado. El 54% de los
depósitos de la banca se concentraba hasta el año 2.000 en cajas de ahorro, que
habían sido el referente de las clases humildes españolas durante casi dos
siglos y que se convertirían en botín preferido de los Presidentes autonómicos,
que impondrían a personas políticas afines no profesionales al frente de las
mismas, al objeto de poder disfrutar de un poder económico casi ilimitado para
financiar sus obras faraónicas y los disparates más inauditos.
Veinte
“gestores” irresponsables y moralmente corruptos, interrelacionados política y
económicamente por 14 presidentes autonómicos, que les garantizaría la no
intervención del Banco de España primero y la ocultación de la realidad de sus
balances después, financiarían los proyectos inmobiliarios más inauditos, que
junto con las grandes obras públicas llevarían a la quiebra a la mayoría de
estas instituciones bicentenarias en solo ocho años. PP, PSOE y nacionalistas
sellarían un pacto de silencio para que ninguno de los responsables de tamaña
catástrofe fuera procesado. La última acción al respecto la protagonizaría el
Sr. Rajoy, de acuerdo con el PSOE, al no destituir al Gobernador del Banco de
España por grave incumplimiento de sus obligaciones a cambio de su silencio.
En
conjunto, esta situación ha llevado a España a un nivel de endeudamiento
público y privado del orden del 400% del PIB, el más elevado del planeta, una
cantidad que jamás podrá ser devuelta. Dentro de ella, la deuda pública no cesa
de crecer, gracias a la actitud absolutamente irresponsable del BCE, cuyos
préstamos se entregan sin control alguno para financiar el gasto corriente y
los agujeros bancarios, y donde ni un euro va a la economía productiva, lo que
arruinará España para varias generaciones. El rescate bancario ha sido de nuevo
insuficiente, porque se ha infravalorado la morosidad –la real es doble de la
oficial– y porque las viviendas caerán aún un 35% y no se ha tenido en cuenta.
Además crea un círculo vicioso de bancos quebrados comprando deuda con el
dinero del BCE para mantener un Estado quebrado, que a su vez se endeuda para
salvar a estos mismos bancos quebrados. Sólo la actuación simultánea sobre el
sistema financiero, cerrando los bancos inviables y cambiando de modelo de
Estado, puede salvarnos.
Sin
embargo, si la ya inevitable intervención se hace en forma indiscriminada,
desconociendo la realidad económica de la nación, reduciendo salarios y
prestaciones y subiendo impuestos, sin cortar de raíz los focos de despilfarro
y manteniendo intactos los 450.000 políticos, parásitos sociales en su mayoría,
que nos han llevado a la ruina, el resultado sería un desastre histórico y la
miseria y el hambre para millones. Es por ello Sra. Canciller, que como única
persona que está hoy en condiciones de ayudar al pueblo español, me dirijo a
Ud. para pedirla que antes de la intervención exija en su lugar la supresión la
locura económica que implica la actual administración autonómica y local. La
eliminación de un gasto inútil de 120.000 millones de euros anuales, permitiría
reducir el endeudamiento y crear empleo significativamente en relativamente
poco tiempo, mientras que la alternativa conllevaría una brutal deflación
interna con unas consecuencias económica y socialmente devastadoras. Un
sufrimiento casi inimaginable para los españoles actuales y futuros, para
mantener los privilegios de una oligarquía política parasitaria y corrupta.
Roberto
Centeno, Catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de Madrid
(Se envía
copias a Wolfgang Schäuble, Ministro de Finanzas de Alemania; Christine
Lagarde, Directora Gerente del FMI; Olli Rehn, responsable de Asuntos
Económicos y Euro de la Comisión, y Mario Draghi presidente del BCE)
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