Un programa de cuatro años para seguir siendo una colonia
El aspirante y único candidato a la presidencia del gobierno de Canarias, Paulino Rivero, leyó un tedioso discurso de más de una hora de duración que a nadie alegró y a nadie enfureció, nadie aplaudió y nadie abucheó, probablemente porque nadie escuchó.
Seguramente estaría pensando en el lesivo para la Naturaleza macro-puerto de Granadilla o en la montaña de Ti-n-daya de incalculable valor etnográfico y arqueológico cuando a duras penas leyó: un modelo que nos obliga a continuar dando pasos hacia la diversificación de la economía canaria, porque solo de esta manera reduciremos nuestra histórica dependencia del binomio turismo-construcción que nos recuerda, pero sin rima, aquel más talento y menos cemento de hace cuatro años, en los que ha cobrado como presidente unos honorarios de 319.852 euros, el triple de los 114.000 (menos el 5 por ciento) que como maestro hubiera cobrado. Si hay alguien despistado esto último no lo leyó, pues tampoco estaba en el guión.
Leyó también acerca de la protección de la biodiversidad. Esto es especialmente preocupante. La última vez que ocurrió sacaron el catálogo de especies desprotegidas, buscando la impunidad ante el arrasamiento de los sebadales, lugares de reproducción y cría marinas.
Incluso se atrevió con la química, pues con la geografía sigue sin poder, al continuar hablando de territorio español a noventa y ocho kilómetros de Cabo Jubi, región ultraperiférica en lugar de la colonia española en Canarias, etcétera. Lo de la química le salió sin empacho. Sacó pecho al exclamar: Canarias destino turístico C02=0 marcará la diferencia, sin tener en cuenta que el único trabajo de análisis de contaminantes realizado en los cielos de Canarias hace ya algunos años sorprendió a los investigadores que lo realizaron al comprobar que nuestro nivel de contaminación atmosférica, no sólo de CO2, era idéntico al de ciudades industriales como Düsseldorf, lo que además resulta contradictorio con lo incluido en el programa de llegar antes del 2020 al 10 por ciento del producto interior bruto en desarrollo industrial, sin especificar de qué tipo de industria se está tratando.
También resulta especialmente preocupante el tratamiento de lo que llama el aspirante el espectro audiovisual en Canarias cuando afirma: promoveremos la creación de un Consejo General del Sector Audiovisual que supervise y coordine el espectro audiovisual en Canarias, garantizando tanto la libertad de expresión como el derecho de los ciudadanos a una información veraz ¿Ese Consejo será el equivalente de la comisión que quiere acabar con las radios libres consolidadas en el espacio radiofónico de Canarias? ¿La información veraz, que no es lo mismo que rigurosa, seguirá el estilo de las noticias de “la de ellos” abriendo los informativos con noticiones como: en la Iglesia de Hermigüa se han vencido las barreras arquitectónicas, dicho sea con todos los respetos?
El aspirante autodenominado nacionalista, sin serlo (nacionalista viene de Nación), quiere continuar haciendo pactos al servicio del colonialismo, si es sindical con CCOO y UGT, como hasta ahora. Recuérdese que el programa de gobierno es para continuar siendo una colonia de España por lo menos otros 319.852 euros, con las respectivas subidas.
A medida que avanzaba la exposición más preocupante resultaba la misma. Léase si no el siguiente párrafo: un conjunto de acciones que persiguen la optimización del gasto público, para que los ciudadanos puedan seguir disfrutando en el futuro de unos servicios públicos eficaces, eficientes y de calidad. Ese disfrute debe referirse al cuarenta por ciento de fracaso escolar que sufren nuestros estudiantes (que propone reducir al 10 por ciento, pero en el 2020, olvidando que en el mejor de los casos para sus intereses la legislatura es de cuatro años, no de ocho), a las interminables listas de espera sanitaria o al cerca del treinta por ciento de desempleo, que abarata la mano de obra, privatizando el resto de los servicios públicos, aumentando el disfrute de los ciudadanos beneficiarios, claro, entre otros el mismísimo aspirante.
Hechos, no palabras. Ese es el mantra que eligió el aspirante a lo largo de su lectura.
A la jurisdicción internacional no la mencionó, a esa que sostiene según la Convención de Montego Bay de Naciones Unidas de 1982 que a las islas colonizadas por otro estado, como es el caso de Canarias, no se les reconoce sino 12 millas alrededor de cada una, recayendo la jurisdicción en el país colonizador o sea en España.
Tampoco mencionó al ejército de ocupación, ni a los denominados cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, que desde el año 1495 mantienen nuestra vergonzosa situación colonial.
El programilla tampoco contempla una ley de Residencia que haga sostenible la población que es capaz de soportar este archipiélago para no hipotecar nuestro futuro ¿Le ha importado eso alguna vez a España con sus colonias y a los esbirros colonialistas a su servicio?
El programa para un gobierno sin competencias, que más que gobernar administra, tampoco contempla un poder legislativo o parlamentario con capacidad para legislar en materias como la inmigración, delincuencia, nacionalidad, vecindad civil, regulación de una policía canaria, de las milicias canarias y de un ejército propios, concertar la paz, pactar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados independientes, incluyendo los asuntos exteriores.
No sólo no contempla un poder legislativo competente, sino que tampoco incluye un poder judicial para delimitar claramente la separación de poderes, pues no conviene a los intereses colonialistas del PSOE ni tampoco a los oligárquicos de CC. Conviene recordarles a ambos que la suma de sus votos es de cuatrocientos mil, la quinta parte de las personas empadronadas en canarias.
El pacto incluye a la educación, pero no para disminuir la ratio de alumnos por profesor a un máximo de 23, de acuerdo con las recomendaciones de la UNESCO, ni para introducir en el sistema educativo los contenidos canarios, incluyendo, junto con el inglés y el español hablado en Canarias, el idioma que hablaron y escribieron nuestros antepasados los awaras, bimbaches, gomeros, mahos, canarios y tinerfeños, muy al contrario, se trata de perpetuar el dominio colonial mediante la lectura y relectura por nuestros alumnos y alumnas del Lazarillo de Tormes, la Celestina, el Cantar de Mío Cid o el Alcalde de Zalamea y que seguirán llamando Lengua y Literatura (españolísima, por supuesto).
Tampoco contempla el programa el desarrollo de nuestro sistema Científico, Tecnológico y Cultural, actualmente inexistente.
En conclusión y parafraseando a nuestro entrañable poeta Don Francisco Tarajano (que nuestros alumnos deberán estudiar junto con el resto de nuestros literatos):
“El programa que tu me ofreces
Te puedes quedar con él
No es que yo lo desprecie
Es que no me sale el querer”
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