miércoles, 27 de julio de 2011

LYZ TAYLOR EN TENERIFE

Eleuteria, Lyz Taylor y papas con carne

Estimado amigo: Respecto a que mi tío Román fue partícipe y casi pionero del turismo en Tenerife no hay duda, especialmente de la expansión del turismo norteño. Sin embargo, fue otro de mis tíos, Félix Morales Ruiz, quien fue realmente el que originó, gestionó y alentó el turismo en el Sur. Gracias a este esfuerzo Santiago Puig y el viejo Tavío construyeron las urbanizaciones de Playa de las Américas y Tenbel, respectivamente; trajo a los suecos para que montaran su clínica, participó en casi todas las compras-ventas inmobiliarias de la zona e hizo venir hasta esta Isla a las sociedades y compañías constructoras y financieras más importantes de Europa. A propósito de ello, tengo infinidad de anécdotas que viví por simple cercanía familiar, aún siendo en aquella época un pollo recién emplumado.

Le contaré una de ellas:

A principios de los años 60, me refiero al siglo pasado (?) (¡joder!), mi tío Félix compró la finca Torviscas (lindante a Playa de las Américas), de dos millones de metros cuadrados y que nacía en la costa elevándose hasta una inaccesible meseta de la cordillera central. Le costó ocho millones de pesetas. Dos meses después se asoció con Lyz Taylor y Richard Burton, aportando a la sociedad la mitad de la finca por 120.000.000 ptas. Pasados cuatro meses los actores ingleses se desprendieron de su parte (excepto de la virginal y alta meseta que Lyz quiso conservar para construirse un hipotético castillo solo accesible por helicóptero) vendiéndola al Banco de Santander por 480.000.000 ptas. Félix dedicó el resto de la propiedad, en parte a construcción de apartamentos y en parte a venta de parcelas. Es decir, en un año, lo que le había costado 8.000.000 de pesetas, se convirtió mágicamente o más bien por arte de la incomprensible especulación, en más de 2.000.000.000 de pesetas, siendo reconocida como una de las grandes "operaciones financieras" europeas. Y este es el origen de la anécdota que le quiero contar.

Con motivo de la asociación Lyz/Richard/Félix, ella se trasladó a Tenerife acompañada de su asesor financiero, por cierto, un hombre muy simpático (cosa rara en un asesor financiero). Mi tío me encargó el curioso honor de ser el chofer de la Taylor (yo hablo inglés) mientras durara su estancia en la Isla. Me encargó los trasladase desde el Hotel Mencey hasta la finca Torviscas donde Félix se encontraba desde el día anterior "preparando la cama" para la probable asociación. Serían las 10,30 de la mañana cuando al pasar por el pueblito del Escobonal a la Taylor le dieron ganas de visitar el servicio, y, naturalmente, paramos en un bar de la carretera chimajera que se encontraba frente al pequeño cine del pueblo que funcionaba gracias a la electricidad que generaba el único motor de gasoil de la zona. ¡Sorpresa! la que se llevó la mujer de "Pepe el del Bar", que así se llamaba el dueño del "guachinche", cuando reconoció a la Lyz. Coincidiendo ese día, precisamente, con la matanza anual del cochino, empezó a preparar una extraordinaria carne con papas y una "carne fiesta" que nunca más he vuelto a comer en ningún lado (¡que bien comen las gentes de pueblo!). En menos de una hora todo el Escobonal se encontraba en el guachinche de Pepe el del Bar (incluyendo a sus guapísimas hijas), ¡ah!, y dos guitarras, un violín y un timplillo, y un general muy conocido, retirado y viudo, que tenía en el pueblo a su amante de siempre.

Mientras, Félix, desde luego cabreado y desesperado (¿qué habría hecho su inconsciente sobrino Sergio?), observaba rojo la roja puesta de sol desde algún peñasco torvisqueño del Sur.

Los chimajeros pasaron un cable desde el cine de enfrente y colocaron una bombilla en el bar. Ese día no "echaron" película, ¡faltaría más!.

Creo que la Lyz no había comido, ni bailado ni divertido tanto en su vida, como ese día. Sin duda, fue el gran día internacional del Escobonal. En aquellos momentos estaba seguro que un día memorable como aquel la Taylor lo recordaría siempre.

Pasaron los años, y coincidí con Lyz en un hotel en Barcelona. Apenas se acordaba de mí, pero cuando me reconoció me pregunto enseguida si había vuelto a ver a Eleuteria..., ¿Eleuteria?... ¡ah!, la mujer de Pepe el del Bar. Sí, la he vuelto a ver... ¡es mi suegra!.

Siempre he estado convencido de que si la Taylor compró en Torviscas no fue por los halagos, el perspicaz negocio y la perseverancia de mi tío Félix, sino por la carne con papas de Eleuteria.

@Sergio Gutiérrez Morales (junio/2001)

@ R. Cabrera/ El Vigía editora

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