sábado, 13 de abril de 2024

FMI: ASFIXIAR AL PUEBLO Y CAMUFLARLO CON PROMESAS VACÍAS

FMI: ASFIXIAR AL PUEBLO Y CAMUFLARLO CON PROMESAS VACÍAS

M. CARACOL.

El organismo, representante de los intereses mafiosos de la oligarquía financiera, ha exigido a los poderes públicos y a los bancos centrales que no bajen aún los tipos de interés, cuya elevación ha disparado las hipotecas. Aunque se incrementen los desahucios y la pobreza, hay que reducir el consumo porque, para ellos, la prioridad es evitar que una subida de precios haga descender el poder adquisitivo real de las grandes fortunas nominales.

 

Sin embargo, para camuflar estas prácticas, su actual directora gerente, Kristalina Georgieva, ha optado por pronunciar una serie de lacrimógenos discursos en los que, al parecer, se declara muy preocupada por la creciente desigualdad económica. Toda una declaración de intenciones, aunque, ¿no habrá tenido algo que ver en dicha desigualdad que el FMI lleve imponiendo, desde su misma fundación, el flujo desregulado de los capitales, la liberalización de los mercados y la supresión de los derechos laborales?

 

Georgieva declara sentirse hondamente comprometida con un crecimiento inclusivo, sostenible, ecológico, centrado en la erradicación de la pobreza. Bellas y emocionantes palabras, sin duda, excepto cuando vemos que, al concretar cómo debe llevarse su utopía a cabo, la enchaquetada mandataria ha recurrido… a John Maynard Keynes. Sí, ese tan idolatrado por Sumar, Podemos y otros “progresismos” similares.

 

¿Y quién era Keynes? Un profesor obsesionado con que sus alumnos de Cambridge no se hicieran marxistas, en un contexto que, por desgracia, parece repetirse hoy en día. Así, el profesor prometió que el capitalismo saldría del caos y nos traería a todos una maravillosa prosperidad universal. Y, en fin, el capitalismo, efectivamente, salió de la crisis a través de una devastadora guerra genocida mundial (genocida no solo por parte alemana: los yanquis arrojaron dos bombas nucleares sobre civiles japoneses, sin olvidar el castigo de Dresde entre otras ciudades), con lo que, más tarde, los keynesianos se inventaron el cuento infantil de que la crisis había concluido gracias a las promesas de su mesías.

 

Pues bien, actualmente, Georgieva y el FMI intentan volver a vendernos el cuento del keynesianismo; eso sí, matizando que el economista británico fue “demasiado optimista”. Sin embargo, como dice Michael Roberts, no es que Keynes fuera demasiado optimista, sino que ignoró por completo la cuestión de la desigualdad y supuso que “las principales economías capitalistas” equivalían a “la economía mundial”, ocultando la distinción necesaria entre el núcleo imperialista y la periferia pobre (o incluso entre ricos y pobres dentro de un mismo país). Para Keynes, al que le daba exactamente igual la desigualdad, el crecimiento promedio era suficiente.

 

No es de extrañar, pues, que el propio FMI defienda ahora a Keynes. El mismo FMI cuyas recetas han incrementado el índice Gini de desigualdad global: de 50 a principios del siglo XIX a  66 en la década de 1930; y de ahí a 70 a finales del siglo XX. Eso sí, en las últimas décadas dicho índice se ha reducido. ¿Por las maravillosas recetas del FMI? ¿Por Keynes y todos los discursitos del progresismo? No: por el ascenso de China, que ha sacado a 900 millones de sus habitantes de la pobreza, según los propios parámetros establecidos por el Banco Mundial, revertiendo por primera vez en la historia la trayectoria del índice Gini de desigualdad.

 

Entonces, ¿por qué los economistas del FMI y la “humanitaria” Kristalina Georgieva no proponen que se apliquen las recetas chinas para alcanzar el (supuesto) objetivo de reducción de la pobreza? Si son las recetas de la planificación económica las que han funcionado, ¿por qué solo se habla de “redistribuir” un poquito tras haber permitido, previamente, la más extrema desigualdad del libre mercado desregulado? ¿Por qué tratar con paracetamol una enfermedad terminal, camuflando superficialmente algunos síntomas, cuando disponemos una vacuna socialista más que probada para erradicar el virus capitalista?

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