El facherío se nos vuelve
antimonárquico
ANÍBAL MALVAR
El rey Felipe VI y Pedro Sánchez se
saludan en el palacio de la
Zarzuela este pasado martes. - Juanjo
Guillén | EFE
Fue éste un martes glorioso para el republicanismo, un 14 de abril tuitero, una jornada comunera e irmandiña. Felipe VI El Preparao (cual plato Findus congelao) encargaba a Pedro Sánchez que cocinara su investidura, y las redes sociales y las calles y los periódicos cuarteleros atronaron con los berridos y rechinares de dientes de nuestra siempre estrepitosa fachería.
La
monarquía ya no es garante de la unidad de España. Los mismos fachas han rebautizado al rey como Felpudo VI.
"Para mí el rey ha muerto", escribía uno; "Ya hace falta otro
23-F urgentemente, luego no lloréis", arengaba otro; "Decepción
absoluta. Era la única y última esperanza, y ha dejado la unidad de España en
manos de los mayores separatistas. La figura de su majestad ha caído enteros
después de lo de hoy. Lástima que haya sido así. Esperábamos un apoyo al pueblo
español, y le ha dado la espalda"; "Siempre me he sentido más cercana
a ser monárquica que republicana... pero viendo esto... por mí que haya un referéndum
sobre la monarquía... voto en contra de ella... traición...", y así
cientos de mensajes, con sus errores ortográficos (que he corregido: ¿qué tiene
la derecha contra la ortografía?), con una rabia nacida de lo hondo, de la
bilis hirviente, de las sentinas de la razón, de la ponzoña y la cizaña. Qué
gustazo, majestad. El odio de esta gente le dignifica.
Tampoco nos vayamos a poner estupendos, borbónicos ni vasallos. Felipe VI ha optado por lo único que podía, constitucional y
democráticamente, hacer. No era plan que pusiera a la cadete Leonor
al frente de los ejércitos para un alzamiento nacional, pues es menor de edad y
aun no ha acabado la mili. Aunque, si recordamos el torpe, tendencioso y
amenazante discurso del rubio monarca el 3-O, lo mismo ganas no le faltaron.
En
todo caso, no hubiera estado mal que, tras conceder a PS carta blanca para
negociar investidura, Felipe embarcara en el Bribón y, como
su bisabuelo, se largara con su familia y millones a surcar los exilios,
sablear a sus ricos condotieros y a beber dry martinis.
Porque,
si hacemos caso a esta galerna de fascistas
neoantimonárquicos, ya no le queda ningún apoyo a nuestro pobre
monarca. Desde el PP, Feijóo El Ilustrao (no por culto, sino porque le han
pintado la cara) acusa veladamente a Su Majestad de propiciar
gobiernos nacidos de "oscuras negociaciones, teatralización de la política
y muchas mentiras", y de "reeditar y agravar el peor
gobierno que ha tenido España en 45 años". Feijóo hace a don Felipe
cómplice doloso de un contradiós, de un borbónico aquelarre contra la unidad de
España. Música republicana celestial.
De Santiago Abascal, Ortega-Smith, Buxadé y sus heroicas huestes, ni
os digo. Deben estar devorando a dentelladas sus adargas y sus
yelmos y espingardas, y llorando virilmente sobre las incorruptas momias de
Franco y don Pelayo. Sin Felipe VI, los pretores de la fachifascinería se han
quedado huérfanos de caudillo al que rendir rodilla y erigir estatuas, un
sinvivir en el que un fascista no puede ser persona.
Al otrora Preparao solo le falta que monseñor
Blázquez y el presidente de la Conferencia Episcopal lo amenacen de excomunión,
y que Florentino Pérez lo vete en el palco del Bernabéu. El acabose.
En
esta complicada y más que divertida tesitura, se acerca la parada militar del 12 de octubre, con sus
himnos, banderas, pompas, boatos, cabras legionarias, rigodones fusileros y
silbidos y abucheos a Perro Sanxe, que sin esto último no se hace patria.
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