lunes, 16 de octubre de 2023

VIOLACIÓN DE LA TIERRA

 

VIOLACIÓN DE LA TIERRA

Eduardo Sanguinetti, filósofo,

poeta y performer.

“Se impone hablar de ciertas cosas que no deben pasar inadvertidas para la humanidad, en lo que hace a la intervención del contexto de Naciones Unidas en el horror de guerras eternas de fuegos cruzados... Indispensable proteger hoy, aquí y ya. El entorno natural de nuestro planeta, en estado de degradación. En este sentido y en un mundo sin confrontación real de las ideas, sin prensa independiente, en un sin memoria, este editorial construirá quizás un buen golpe constitutivo de discontinuidad en un milenio de boatos fúnebres".

La ecología es una disciplina fundamentalmente anticapitalista y "liberadora", en antípodas al sistema neoliberal genocida vigente. Hace cuatro décadas, he manifestado en un Foro de Ecología, acerca de la especulación de Ceos de multinacionales que hacen alarde de poseer una conciencia ecológica, deviniendo una maniobra estratégica con miras a un doble objetivo.

 

El primero es desarticular la oposición ecológica, apropiándose de los argumentos y asimilándose a la plusvalía del capitalismo depredador, abrevando de los manifiestos de ecólogos fundacionales, como Edgar Morin, Goldsmith, Mansholt, Marcuse y otros, entre los que me cuento en Latinoamérica, allá por los /70… Trascendentes iniciáticos en llevar a cabo una épica de preservar el medio ambiente, en contra de todas las previsiones del neoliberalismo fundante.

 

Tras esta táctica tramposa del sistema neoliberal, se puede distinguir un segundo objetivo, mucho más ambicioso: el de incrementar con tecnologías sofisticadas la industria contaminante del medio ambiente, como la megaminería a cielo abierto, llevada a cabo por multinacionales con consecuencias irreversibles del medio ambiente…

 

La industria armamentista, aplicada al belicismo como política de estado, siempre tras la ley de capitalización de ganancias obtenidas con la sangre de pueblos enteros, víctimas y chivos expiatorios de imperios genocidas que no cesan de articular crisis inventadas… El siglo XXI contempla la ofensiva final de grandes teorías belicistas y de renovados escenarios de guerra: antesala de un final anunciado.

 

La nueva globalización se intenta construir sobre criterios de agresión y competencia. Todo está inserto en un juego de exclusiones y de eliminaciones ya sean mercantiles, económicas, culturales, políticas o bélicas, atentando al tan preciado medio ambiente.

 

Los derechos humanos pierden terreno ante los criterios de los gobiernos genocidas imperiales, regidos por la ley de mercado, eliminadora de la conciencia ecológica… El criterio de la cantidad se impone ante la calidad. La Globalización del discurso belicista eliminador de la vida en naturaleza, aplasta la necesaria institucionalización del derecho a la Paz y la armonía.

 

Un nuevo ciclo acumulativo basado en la capitalización de la Naturaleza misma, en el acaparamiento, por capital, de todos los factores y condiciones que hacen posible la vida en la Tierra. Entonces se habrá cerrado el circuito: la ley de la ganancia habrá invadido los últimos reductos de la Naturaleza, hasta el aire se habrá convertido en mercancía: se habrá consumado el totalitarismo capitalista y, con él, la monopolización de la economía.

 

¿Y quién podrá instalar los anticuerpos ante este virus patógeno del capitalismo en su cenit?, ¿El aparato estatal privatizado?, ¿En qué fuerzas sociales y parlamentos disfuncionales, se apoyaría para promulgar leyes y reglamentos que puedan aplicarse de inmediato para que no se produzca el atroz ‘terricidio’, que lleva al exterminio de la Naturaleza, incluida nuestra especie?…

 

¿No es una utopía de tintes románticos lo que propongo, contra el avance criminal de capitalistas esclavizadores? ¿No presupone una revolución ecológica lo planteado?

 

Es absolutamente cierto que lo que planteo es una utopía en este tiempo de mutantes… También es una realidad, que mientras más autónomo es el hombre en cuanto a individuo en función de ser, más precisa de la verdad, en asimilarse a una Naturaleza sana, un Medio Ambiente sin contaminaciones de ningún tipo… Dominar el dominio sobre la Naturaleza, y no ya ésta. Se trata de entrar a un combate nuevo por la hominización.

 

La tan publicitada “toma de conciencia ecológica”, alardeada hipócritamente por los funcionales gobernantes del planeta, cumpliendo órdenes estrictas de sus jefes, el “círculo rojo”, en pleno uso y abuso de su poder omnívoro, en maniobras estratégicas, de doble moral y doble objetivo, están en acto de eliminar y mutilar el origen.

 

El primero se logra al desarticular el accionar de los reales y verdaderos ecologistas, al apropiarse de algunos de sus lemas y temas, y utilizándolos de coartada para introducir la simulación y la mentira, apuntaladas por los medios corporativos de comunicación. Además de financiar campañas de “cuidado del medio ambiente”, cuál estrategia de vender una realidad fraguada, que no forma parte de sus fines de lucro y explotación.

 

La ecología y quienes accionamos en proteger esta tierra, nos rebelamos rechazando la civilización capitalista de derecha y de izquierda travestida en conjunto, sin plantear explícitamente la cuestión relativa a la índole clasista de la sociedad, de la cual dicha civilización es el fruto. Es lo que explica el carácter 'utopista' que revisten casi siempre los movimientos ecológicos y los postulados científicos que los avalan.

 

La conciencia ecológica ha nacido con enormes esfuerzos y corre serios riesgos de ser eliminada, en este milenio donde la orientación de la civilización ha llevado a materializarlo "todo", logrando triunfar basándose en tres principios organizativos que hoy se han convertido en principios de su ruina: la separación cartesiana del hombre-sujeto de un mundo de objetos que manipular, la ciencia concebida como conocimiento objetivo que no se preocupa de su sentido ni de su fin y, por eso mismo, pasa a ser instrumento de los poderes y las potencias, por último, la concepción burguesa, luego de la marxista, del hombre conquistador de la Naturaleza, que finalmente, en un apocalipsis anunciado, llegará a ser el exterminador del planeta.

 

La reducción tecnológica ya está actuando. Se reduce la degradación del sistema ecológico a cuestiones de contaminación y encontrarle su remedio técnico: en un caso el control de emisiones de carbono de millones de máquinas (automóviles, aviones, etcétera), en otro, las limpiezas químicas, y en otro la reforma de pesticidas y herbicidas.

 

Pero simultáneamente se encubre el problema general, que no es un problema de basurales, sino un problema de organización de la sociedad entera, en su totalidad, de relación hombre-Naturaleza, de evolución a una existencia con sentido vital, que en definitiva nos une a todos en el destino de la humanidad.

 

La noción de desarrollo humano total y multidimensional, presupone, pues, una transformación radical del orden social.

 

Se impone investigar la cara oculta de la ciencia, sin restarle valor, pues todo lo que ha servido de base a la magnitud prodigiosa de la misma, a su fuerza de verdad, también tiene su rostro sombrío. La ciencia contribuye, al mismo tiempo, al desastre ecológico y antropológico, porque - como la técnica- parcela los problemas y ha llegado a ser un mero instrumento de los poderes ocultos bélicos.

 

Los despotismos y atrocidades que el sistema instala, por mensajeros de gobiernos sociópatas, ignorantes y plenos de energías inauditas de lograr ganancias a cualquier costo, en beneficio de imperios miserables, que se perpetúan, como podemos apreciar por enviados del caos y la eliminación de nuestra tierra...

 

La violación de la Tierra es un aspecto esencial de la recontrarrevolución del capitalismo y sus vertientes. El genocidio contra los pueblos y contra los todos los seres, es un “terricidio”, palabra que no dejo de replicar, pues elimina los recursos de la vida misma… No basta ya terminar con las personas vivas, hay que impedir la existencia en este planeta de los que aún no han nacido, envenenando la tierra.

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Eduardo Sanguinetti es reconocido por ser un filósofo, poeta, performer, ecologista, artista y periodista argentino. Pionero en el arte performativo. Precursor del minimalismo en América Latina y del Land Art según Jean Baudrillard. Autor del "Manifiesto de los Indignados contra el Neoliberalismo'' año 2011. Miembro-asesor de The World Literary Academy (Cambridge, Inglaterra), "Biography of the year Award" Historical Preservation of America (1986), "Man of the Year" IBC Cambridge 2004, Miembro activo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

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