TÚ VOTAS AL PP, PERO EL PP
VOTA CONTRA TI
DAVID
BOLLERO
Vista del embalse de Valmayor, en
Valdemorillo, Madrid.
- Jesús Hellín / Europa Press
¿Se imaginan el desierto del Sáhara adentrándose en España, y que Galicia terminara pareciéndose a Almería? ¿Están dispuestos a que determinados alimentos desaparezcan de la cesta de su compra y otros como los tomates, si los quiere, tenga que pagarlos a precio de caviar por su escasez? Pues, simplificando, por eso es por lo que ayer votaron la extrema derecha y el Partido Popular Europeo (PPE) en Bruselas. Afortunadamente se les pudo parar los pies.
El negacionismo
climático ha vuelto a intentar salirse con la suya. Sin embargo, y aunque fuera
por la mínima, finalmente la Ley de la Restauración de la Naturaleza ha
conseguido salir adelante con 336 votos a favor, 300 en contra y 13
abstenciones. La ley que persigue reparar el 20% de los ecosistemas terrestres
y dañado de la Unión Europea (UE) para el 2030, el 60% para 2040 y al menos el
90% para 2050, ha salido adelante.
La meta es tan
urgente y necesaria que incluso 21 eurodiputados del PPE se saltaron la
disciplina de voto, enfrentándose a su presidente, el alemán Manfred Weber,
porque el sectarismo no debiera ocultar la realidad de que el 80% de los hábitats naturales europeos están
actualmente en mal estado y al menos el 70% de los suelos están degradados. Es
una mera cuestión de supervivencia que ni siquiera es preciso proyectar en
nuestros hijos o nietos: como vemos con la pertinaz sequía y las olas de calor,
sufrimos ya sus efectos en carnes propias.
Las derechas se
alinean para seguir explotando desaforadamente la naturaleza y lucrarse sin
mirar a un futuro que cada vez más acerca sus catastróficas consecuencias al
presente. Juntos a ellas, entre otras, las grandes explotaciones agrícolas y
ganaderas que destruyen los ecosistemas, que apenas generan empleo de calidad y
promueven la despoblación con su actividad contaminante y degradadora.
La Ley de la
Restauración de la Naturaleza también pone el dedo en la llaga de esas
políticas urbanísticas que siembran de cemento nuestras ciudades. Gracias a la
norma aprobada, no solo estarán prohibidos arboricidios como los ejecutados por
Isabel Díaz Ayuso o José Luis Martínez-Almeida en Madrid, sino que además
propone aumentar al menos el 3% la vegetación en las urbes para 2050 y otro 5%
adicional para 2050... y las macetas de geranios en los balcones no cuentan. De
hecho, para mitad de siglo el 10% de la superficie de nuestras ciudades debería
estar cubierto por árboles. Los espacios verdes urbanos ganarán espacio al
hormigón.
El texto definitivo
de la ley saldrá ahora tras negociarse en los trílogos compuestos por el
Parlamento Europeo, los gobiernos nacionales y la Comisión Europea, pero el
ajustado margen por el que ha salido adelante una medida llamada a salvar la
biodiversidad -en la que los seres humanos nos incluimos- debería movilizar el
voto, no solo de cara a las elecciones europeas de 2024, sino para nuestras
generales del 23 de julio. Votar izquierda no es solo votar una opción
progresista, es una cuestión de supervivencia, porque las derechas extremas
representadas por PP y Vox, como hicieron ayer en Europa, han sellado una
alianza para lucrarse a costa del medio ambiente y usted forma parte del mismo.
Está votando contra usted.
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