PUTIN Y TRUMP ESTÁN GANANDO LA PARTIDA
RODRIGO BERNARDO ORTEGA
El presente texto no pretende hacer apología de un lado u otro, sino hacer un análisis geopolítico matizado, basado en el desarrollo de la guerra ucraniana, evitando sesgos ideológicos o explicaciones simples. La invasión de Ucrania se dio en un contexto de provocaciones y humillaciones, y ante las normas internacionales, también fue ilegal. Podemos mantener ambas ideas en tensión, máxime cuando el principal juez (Estados Unidos) ha sido el principal violador del derecho internacional.
Haciendo a un lado nuestras opiniones personales, la realidad geopolítica actual indica que, tanto Putin como Trump están ganando la partida en la cual cada uno de ellos se encuentra implicado: una negociación favorable para Rusia en Ucrania y la Presidencia de los Estados Unidos para Trump.
El 6 de febrero, el
periodista ex-Fox Tucker Carlson, difundió desde su nueva trinchera -X- una
larga entrevista con el presidente ruso, Vladimir Putin. En ella se ve un Putin
sosegado, inteligente y fuerte; que nunca se desvía de su mensaje y lleva el
hilo de la conversación de principio a fin. Un claro contraste con su homólogo
estadounidense Joe Biden, quien cada vez más aparece errático, incongruente y
para decirlo de una vez, claramente senil. Creemos que esta entrevista, junto
con los resultados recientes en terreno, ofrecen algunas pistas para explicar
las probables victorias de Putin y de Trump.
Tras dos años de
sanciones, la debilidad evidente de Occidente al no lograr una estrategia de
represalias efectiva en contra de Moscú, ha causado que las consecuencias
potencialmente más perjudiciales recaigan sobre Europa, especialmente Alemania
(y en cierta medida para Estados Unidos) en lugar de afectar a Rusia. Esto debido
a que, a pesar de la disminución de los ingresos por hidrocarburos, el Kremlin
ha diversificado su mercado mediante exportaciones crecientes a China, India,
Turquía y el sudeste asiático. Estos negocios son realizados en yenes o rublos
en lugar de dólares. La raíz del problema, dice Putin, es que Estados Unidos
emplea de manera extorsiva el enorme poder del dólar. La predecible
consecuencia es que la proporción del comercio internacional en dólares ha
disminuido significativamente en esta región de rápido crecimiento. En
contraste, la salida de Rusia del mercado energético en Europa ha implicado un
aumento desmesurado de los costos y un frenazo al crecimiento del “Jardín
Europeo”.
Análogamente, el
boicot tecnológico impuesto a Moscú, ha logrado consolidar el mercado ruso y su
importante sector tecnológico, cibernético y científico en una alianza
simbiótica con el poderoso motor económico chino. Rusia, aún tiene reservas, y
con ellas está financiando el desarrollo del mercado armamentista de países no
alineados con Occidente, debido a ello, países como Corea del Norte e Irán
están experimentando un auge en este sector, algo nada favorable para EEUU, el
cual se verá aumentado con la prolongación del conflicto. Además de los
declarados enemigos de América, otros países también comercian con Rusia de
manera más discreta, para evitar sanciones, a través de flotas mercantiles
informales, utilizando intermediarios. Alrededor del 20% del comercio mundial
se realiza de manera invisible al control de Occidente.
El antropólogo,
historiador y ensayista francés, llamado el profeta de la política, Emmanuel
Todd, acaba de lanzar su libro con el lapidario título La Derrota de Occidente
(2024). En él, Todd enumera 10 “sorpresas” que trajo la guerra para el consenso
de Occidente. Entre estas sorpresas nos gustaría destacar la cuarta: La
resistencia económica de Rusia. Se había dicho que las sanciones, en particular
la exclusión de los bancos rusos del sistema de intercambio interbancario
Swift, pondrían al país de rodillas. Esta ridícula fe en la omnipotencia
financiera de Occidente hizo que no vieran las consecuencias de tamaña torpeza:
aún con el boicot, las exportaciones rusas de petróleo y gas a Europa se
encuentran hoy al 90% de la cifra previa a la guerra. Parece que las sanciones
fueron una bendición disfrazada.
Volviendo a la
entrevista, Putin ofrece una explicación perspicaz a su rivalidad con Estados
Unidos, diciendo que sólo ahora se ha vuelto recíproca, pero porque así lo ha
querido Occidente. Putin recuerda que, tras el desmantelamiento de la URSS,
Rusia quería volverse cercana a Europa, “también queríamos volvernos europeos”,
incluso cita la frase de Yeltsin en Washington, “God bless America”. Putin
confirma en la entrevista, el rumor hasta ahora apócrifo, que él mismo le
solicitó a Clinton el ingreso de Rusia a la OTAN. Pero estos organismos de
seguridad y espionaje antisoviéticos siguieron peleando la Guerra Fría sin
oponente, seguramente debido a la insaciable burocracia, y junto con la
industria bélica americana continuaron manteniendo la ficción de la amenaza
rusa.
Podría haberse
construido un mundo más plural con Europa, Rusia y China, pero varios grupos de
interés dentro de Estados Unidos veían con suspicacia este mundo multipolar, lo
veían como una cesión de poder, quería mantener a Estados Unidos como el
hegemón. Ahora, parece que Estados Unidos se está quedando solo. El tema de
fondo, es la incapacidad de las élites del primer mundo para entender que el
escenario unipolar ha cambiado, al no comprender que solo el 12% de los
habitantes del planeta, o sea los que viven en Occidente, no pueden ya más
controlar a voluntad a los países de la otrora periferia.
Otra de las
sorpresas, dice Todd, que descubrió Occidente, es el desmantelamiento de la
supuesta debilidad de Putin dentro de Rusia. Esto debido a que las condiciones
de vida no han estado mejor, por lo menos desde la desaparición de la USSR,
cuando las políticas neoliberales fueron impuestas mediante la Terapia de
Shock. Tras los terribles años noventa, y durante los primeros diez años de su
gobierno, el de Putin, la economía creció por encima del 5% anual, y aunque
luego bajó, lo hizo de la misma forma que los países europeos. En cuanto a los
índices llamados morales, la tasa de alcoholismo cayó de 25.6 a 8.4 por cada
100.000 habitantes, la de homicidios de 28.2 (por cada 100.000 habitantes)
descendió a 4.4, mejor incluso que la de Estados Unidos. No vamos a pretender
que no haya oposición al gobierno, o que no haya problemas de libertades
individuales, pero la situación económica y las oportunidades ofrecen un
consenso más amplio a favor del régimen de lo que los medios occidentales
difunden.
Que llegue esta
entrevista en este momento no es fortuito, Ucrania está en su peor momento
desde el inicio de la guerra: ha perdido territorios estratégicos, y la
cadencia con la que recibía recursos de Occidente se ha disminuido
significativamente. Que sea Carlson el seleccionado para hacer esta entrevista
tampoco es casual, pues Putin quiere llevar este mensaje a la base republicana
votante de Trump en los comicios de este año. Los republicanos, y en especial
Trump, se han opuesto al envío constante de dinero de los contribuyentes a una
guerra que parece no rendir ningún resultado, en lugar de atender las constantes
crisis internas que azotan al gigante del norte, gigante que como Cronos se
come a sus hijos.
Con esta
entrevista, Putin también manda un guiño a Trump, pues en su probable futura
presidencia continuaría con su política de “desacoplamiento” con China, a quien
Trump ve como el real rival de Estados Unidos. Cerrar el frente en Europa
acercándose a Rusia liberará a sus aliados europeos del régimen al que los
tiene sometidos con los precios energéticos, también hará que se alineen hacia
el verdadero nuevo foco de la geopolítica Occidental, el llamado Pívot to Asia.
Sin duda, Rusia tiene una gran oportunidad de fortalecer su presencia en el
escenario internacional sin por ello ceder su influencia en la región.
Al final,
pronosticamos, que la salida será diplomática, pero es una verdadera lástima
que las potencias occidentales en su egolatría, hayan subvalorado a la nación
rusa, a costa del enorme costo humano que implican estos conflictos. Da para
pensar, volviendo a la entrevista, como se dinamitaron los acuerdos de Minsk
después de la llegada de Zelensky (a pesar que su promesa de campaña era
precisamente implementarlos). Pero, da más grima, saber que en marzo de 2022,
se tenía un plan de paz aceptado por Kiev y Moscú, y que fue rechazado al final
gracias a presiones de la OTAN (quien fungió de mensajero fue no otro que Boris
Johnson como confirmó el mismísimo Erdogan). ¿Cuántas muertes de ucranianos y
rusos por igual podrían haberse evitado?
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