¡DEJAD LAS ARMAS Y REGRESAD
A LA CIUDADELA!
MARIO
ORTEGA
Mientras
carpinteros y ebanistas han desvencijado la casa roja del socialismo, una
ideología llamada feminismo, aglutina todas las luchas por la libertad para
rehabilitarla
El bipartidismo monárquico representado por Koldo, el compadre de Ábalos, y Alberto, el novio de Ayuso, que no son iguales pero son los mismo, expele a diario el hedor de los pantanos, mezcla explosiva y corrosiva, compuesta de gas metano y ácido sulfhídrico. Se produce en ausencia de oxígeno. Las voces de los dos partidos, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo de tenores protagonistas, teatralizan sin sonrojo la política del “y tu más” sin importarle en absoluto las vidas de la gente. El Congreso, el Senado, sus ruedas de prensa y su prensa carecen de sistemas de ventilación.
El PSOE, mientras
arremete contra la corrupción sistémica del Partido Popular, ha decidido
alistarnos a la guerra en Europa, en contra de la opinión mayoritaria del
electorado español, direccionando los recursos públicos hacia una economía de y
para la muerte. Miente y engaña, el Ministerio de Defensa ha vuelto a aprobar
una compra de armamento a Israel, acusado de genocidio ante el Tribunal
Internacional de Justicia, de sistemas de misiles “probados en combate”, como
informa El Salto, por valor de 207 millones. Repugnante.
El PP, mientras
debilita los servicios públicos y liquida derechos de ciudadanía en las
comunidades autónomas donde gobierna, está obsesionado en tomar el poder del
estado violentando la ley y el sistema judicial que domina, para ampliar el
espacio en el que practicar el latrocinio, seguir robando, recortando,
regalando lo público a los suyos, los dueños del capital, y seguir apoyando el
genocidio del pueblo palestino como hace Pedro Sánchez.
La casa roja es un
poemario de Juan Carlos Mestre, premio nacional de poesía a la mejor obra
publicada en 2008. En él hay un poema hermoso y triste, dice así:
Queridos compañeros
carpinteros y ebanistas,
yo les traigo el saludo
solidario de los metafísicos.
También para
nosotros la situación se ha hecho insostenible,
los afiliados se
niegan a seguir pagando cuotas.
A partir de este
momento la lírica no existe,
con el permiso de
ustedes la poesía
ha decidido dar por
terminadas sus funciones este invierno.
No lo tomen a mal,
pero aún
quisiéramos pedirles una cosa,
mis viejos
camaradas amigos de los árboles
acuérdense de
nosotros cuando canten La Internacional.
También hay un
poema simpático y esperanzado, se titula Lysístrata en Copenhague:
Hace por lo menos
dos mil años que ocurrió la guerra del Peloponeso.
Una tristeza como
otra cualquiera que dejó a Atenas sin hombres.
Sólo se veían
mujeres por las calles, mujeres en el teatro, mujeres en el supermercado.
Una de ellas se
llamaba Lysístrata, algo melancólica y propicia al escándalo.
El caso es que
estaba hasta la coronilla, rodeada de perrillos y ancianos.
Los atletas caían
en el combate, los amantes no regresaban de la oscura batalla.
La muerte,
sollozaba Lysístrata, no es la mejor ocurrencia de los ciudadanos clásicos.
Una noche tuvo un
sueño y se lo contó a las viudas de Atenas.
Se enfrentó a los
arqueros, se enfrentó a los magistrados, se enfrentaron a los cobardes.
¡Por Diana de Táuride!
¡Dejad las armas y regresad a la ciudadela!
Los hombres
hicieron caso por la cuenta que les corría, y triunfaron las asambleístas.
¡Venus nos asista!
Exclamaban al arrojarse en sus brazos los de la opción a, que representa a la
juventud.
¡Por todas las
diosas! Invocaban por un asunto de método los de la opción b, al contemplar la
desnudez de su amor.
Hace por lo menos
dos mil años que ocurrió la guerra del Peloponeso.
Como ya suponía
Lysístrata, a falta de un buen final,
hoy concluye en
Copenhague esta historia.
En Copenhague se
proclamó durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de 1910
el Día internacional de la Mujer en homenaje a los movimientos por los derechos
de la mujer, y para tratar de lograr el sufragio femenino universal. A eso
alude el poeta. Una historia concluye y otra comienza.
La casa roja, que
un día fue patria, está llamada a ser matria. Mientras carpinteros y ebanistas
han desvencijado la casa roja del socialismo, una ideología llamada feminismo,
aglutina todas las luchas por la libertad para rehabilitarla. El feminismo está
dando cobijo al pacifismo, al socialismo, al ecologismo y, en España, debería
integrar al federalismo plurinacional, las desigualdades no son solo de clase y
de género, también son territoriales. La Lysístrata que estamos llamados a
apoyar nos está gritando: ¡Dejad las armas y regresad a la ciudadela!
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