‘CUANDO TODO EN VENECIA ME
HABLABA DE AMOR’
El TS
está encendido porque teme por su originalidad continental, destinada, en el
tiempo, a colisionar con Europa, si Europa no gira hacia derechas autoritarias
GUILLEM
MARTÍNEZ
Fachada del Tribunal Supremo en Madrid.
1- Prosigue la batalla judicial por lo de la amnistía. No me gusta el vocabulario bélico –tan presente en el periodismo, más en el deportivo–, por lo que lo evito. Salvo cuando, claro, se alude, pumba, a una guerra. Y una guerra, como decía Clausewitz, no es más que “la continuación de la política por otros medios”, es decir, a su bola, fuera ya de la política. Y eso, ay, uy, es lo que está pasando. Literalmente.
2- De hecho, ahora mismo no hay una, sino dos guerras descomunales en la política local. Una –sangrante, a muerte, al punto que daría canguelo al mismísimo Clausewitz–, es la guerra que el PSOE ha declarado a Ayuso por todo lo alto. En la anterior guerra que Ayuso protagonizó, declarada por todo lo bajo por Casado, Casado fue despedido por la onda expansiva al mercado, ese punto al que un político quiere acceder, si bien no tan pronto. La segunda guerra en curso es, incluso, más salvaje. Se trata de la aludida batalla judicial por la amnistía.
3- Sobre la dureza
del conflicto, ahí va este indicio. El TS, en la precuela de esta guerra –su
guerra balcánica, su ensayo, en 2017-19–, utilizó artillería pesada y sin
precedentes, como lo son los cargos, muy salidos de madre, convocados en aquel
momento: rebelión y, finalmente, sedición. Pues bien, ahora tiene en su arsenal
los cargos de terrorismo y traición, lo que indica su estado de ánimo. Estado
de ánimo: los cargos son más desmesurados aún que en 2017-19, lo que indica que
su ánimo debe estar más encendido que un mechero. La razón: el TS se ve
cuestionado. Por el desafío a su sentencia de 2019, ocurrida en dos tramos,
distintos y sumamente distantes. Uno, desordenado, sin cálculo de sus
consecuencias ni de su propia estética, emitido por Tsunami Democràtic –2019–.
Y otro, más dilatado y meditado –si bien, no tanto en algún punto–, a través de
a) los indultos –2021–, b) la reforma del Código Penal –2022– y, por encima de
todo, c) la amnistía. ¿En esta guerra está en juego la existencia misma del TS,
como parece apuntar la agresividad del TS? No, por supuesto. Está en juego la
interpretación que el TS hace de sí mismo. Y, con ella, –sedición, rebelión,
terrorismo, traición– su capacidad creativa, su autonomía –no confundir con su
independencia; se es independiente de otros poderes y presiones, si bien se es
autónomo de la realidad, de la proporción, de lo previsible; la justicia, les
explicaba en 2017, debe ser rápida y previsible, o se adentra en otro
negociado–. Está en juego, en fin, su originalidad continental, destinada, en
el tiempo, a colisionar con Europa, si Europa no gira hacia derechas
autoritarias, que esa es otra. No se pierdan el punto 10.
El informe de la
Comisión de Venecia incide en que la amnistía es posible y no vulnera la
división de poderes
4- En tanto que
guerra –judicial– conviene explicar el conflicto, y no su resultado final. Y
esta semana ha sido importante la aportación al conflicto –en principio
sedante; no lo será, snif–, por parte de la Comisión de Venecia –recordemos, el
órgano consultivo del Consejo de Europa para el pack derecho–, que fue invitada
a un tour por MAD por el Senado, de mayoría absoluta PP, para que le diera para
el pelo a la amnistía. Pues bien, esta semana ha aparecido el informe de la
Comisión al respecto. Y ha resultado estar muy alejado de las pretensiones del
PP.
5- El informe
incide en que la amnistía –a la que se alude desde normativas europeas– es
posible y no vulnera la división de poderes. Por lo que –y a la espera del
dictamen del TC– no tiene por qué ser inconstitucional. Si el TC la avala, no
se podría invalidar ni derogar en el futuro por parte de otro gobierno –el PP
anunció que así lo haría; no podrá ser el caso–. Hasta aquí lo que tiene de
positivo para la amnistía el informe. Lo que sigue son una serie de
aportaciones menos luminosas.
6- En la primera
parte de su informe la Comisión explica lo que es una amnistía europea. Por lo
mismo, es un manual para atacar esta adaptación española. Glups. La Comisión
plantea, además, dudas sobre a) el procedimiento de urgencia, el elegido para
tramitar la amnistía, así como la b) consecución de lo que la amnistía pretende
–la normalización institucional y social en Catalunya; para lo cual la Comisión
parece preferir un gran pacto político, antes que un acuerdo para una
investidura–. La comisión también señala que, con la amnistía, lejos de
disminuir, c) ha aumentado el mal rollito en “la clase política, las
instituciones y, sobre todo” –y esta puede ser la única y canija victoria del
PP en todo este asunto, la única cosmovisión colada– “en la sociedad española”
–una opinión del PP y de la Comisión que no confirman, al menos por ahora, las
encuestas–.
7- La pasta que se
ha gastado el Senado ha sido, visto lo visto, un tanto inútil. El PP ha caído
en el mismo error que el procesismo: esperar que los tribunales e instituciones
jurídicas les den la razón aplaudiendo con las orejas. Algo que no pasará. La
Comisión de Venecia, en este sentido, con su informe no da ni quita la razón a
nadie, sino que tan solo explica lo que hay en Europa ante un tema, la amnistía.
Y, por eso mismo, deja al PP, en este caso, sin argumentos, salvo los que,
según veo, se están inventando al respecto a toda leche. Es diferente, en ese
sentido, lo que el PP puede hacer en otro tipo de instituciones europeas, las
instituciones políticas. Esta semana, el PP ha marcado en ese ámbito un golazo
–importante, tal vez histórico, y del que nadie habla; tal vez porque Catalunya
ya está en campaña–, haciendo lo que sabe: el uso partidista de las
instituciones, en este caso, del Parlamento Europeo. A lo que se ha juntado la
ya telúrica y constante torpeza de las instituciones catalanas. No se lo
pierdan.
8- Esta semana la
Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha pegado un toque a la Gene por
el modelo de inmersión lingüística en las escuelas, votando el informe que un
grupo de nueve eurodiputados realizó, tras un sesudo viaje de 2 –dos; 2– días a
Catalunya, el pasado diciembre. Se trata de las consecuencias de una iniciativa
de la eurodiputada Dolors Montserrat –PP–, y del apollardamiento de la
Generalitat, que no supo gestionar esa visita, no la moduló, no incidió en
ella, no explicó, o no supo explicar, el éxito del modelo, su alto consenso
social, así como el hecho de que ese modelo, tan cacareado, está lejos de verse
aplicado en su rotundidad. Con la votación de ese informe se asientan las
posibilidades para futuras directrices y sentencias. El modelo de enseñanza del
catalán queda seriamente tocado. Tal vez hundido. Veremos.
La Justicia no hace
lo que quiere el PP, es el PP quien hace lo que los altos magistrados quieren
9- La tipa que
gestionó esto sabía lo que hacía, mientras que el tipo que gestionó lo de la
Comisión de Venecia no se encuentra el culo con ambas manos –todo apunta a que
se trata de González Pons, diría que el único político PP en activo el 11M, esa
época–. ¿Con esa iniciativa fallida del PP/Senado se ha dificultado el trabajo
contra la amnistía de la alta judicatura? No. Lo que nos lleva al punto 10.
10- El fallo,
simplemente ilustra que el PP, estadísticamente, no se entera, y que la alta
judicatura no espera nada de él. Como dijo un magistrado del TS –lo tenía todo:
había sido vocal del CGPJ por el tercio PP, era usuario de la conservadora, por
decir algo, Asociación Profesional de Magistratura, y miembro del Opus, esa
escuela de pensamiento navarro–, la Justicia no hace lo que quiere el PP, sino
que es el PP quien hace lo que los altos magistrados quieren. Esto, en fin, es
una guerra judicial, no una guerra política, como lo de Ayuso. Es decir, no
transcurre entre políticos, sino que son los jueces los que la emiten en
solitario. Y no es que los jueces se basten, es que no cuentan con nadie más
para defender lo que ven amenazado. Que no es su independencia. Es su poder. Es
el hecho de ser la parte más activa, determinante y formada de la derecha
española, que no es franquismo, sino algo más viejo y anterior. Es la derecha
formulada tras el paréntesis 1868-74. Es la capacidad de esa derecha para
ejecutar, hoy, ese poder y esa ideología.
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