HAITÍ, HONDURAS Y LA HEGEMONÍA
ESTADOUNIDENSE
POR
AMY GOODMAN - DENIS MOYNIHAN
Haití y Honduras han acaparado los titulares mundiales en las últimas semanas. El expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández acaba de ser condenado en un tribunal estadounidense por tráfico de drogas y podría enfrentar una pena de cadena perpetua. Por su parte, Haití es actualmente un país sin Gobierno: grupos armados se han unido contra el actual primer ministro de facto del país, quien se convirtió en mandatario en 2021 luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse y cuenta desde entonces con el respaldo de Estados Unidos. Lo que los principales canales de noticias no dicen es el papel que la intervención estadounidense ha desempeñado en llevar a ambos países a este punto.
La profesora Jemima
Pierre, académica haitiano-estadounidense de la Universidad de Columbia
Británica, dijo a Democracy Now!: “La crisis en Haití es una crisis del
imperialismo”. En un artículo que escribió en la revista Nacla Report on the
Americas, titulado “Haití como laboratorio del imperio”, Pierre describe a su
país natal como “el lugar donde se ha llevado a cabo el experimento neocolonial
más largo y brutal del mundo moderno”.
La República de
Haití, fundada en 1804 tras un levantamiento de personas esclavizadas, fue la
primera “república negra” del mundo. Luego de que el pueblo haitiano
esclavizado lograra su libertad, Francia exigió que Haití le pagara
reparaciones por la pérdida de la mano de obra esclava. Durante más de un
siglo, los pagos de deuda que Haití tuvo que realizarle a Francia, y
posteriormente a Estados Unidos, afectaron significativamente su economía.
Estados Unidos se negó a reconocer la independencia de Haití durante décadas
–recién lo hizo en 1862–, debido al temor de que el levantamiento de la
población haitiana esclavizada pudiera inspirar movimientos similares en su
propio territorio.
En 1915, Estados
Unidos invadió Haití y ocupó el país hasta 1934. Estados Unidos también
respaldó las brutales dictaduras con las que los Duvalier gobernaron Haití
desde 1957 a 1986. En 1991, Jean-Bertrand Aristide se convirtió en el primer
presidente de Haití elegido democráticamente, pero ocho meses después fue
destituido tras un violento golpe de Estado. El presidente de Estados Unidos de
ese entonces, George H.W. Bush, respaldó el golpe, al igual que más tarde lo
hizo el presidente Bill Clinton. La presión de la opinión pública obligó a
Clinton a permitir el regreso de Aristide al poder en 1994, para terminar su
mandato presidencial en 1996. Aristide fue reelegido por la ciudadanía haitiana
en 2001.
En su conversación
con Democracy Now!, la profesora Jemima Pierre agregó: “En 2004, […] Estados
Unidos, Francia y Canadá se unieron y respaldaron un golpe de Estado contra el
primer presidente democráticamente elegido del país, Jean-Bertrand Aristide.
Infantes de Marina estadounidenses […] lo subieron a un avión, junto con los
funcionarios encargados de su seguridad, su esposa y un asistente, y lo
llevaron a la República Centroafricana”.
Democracy Now!
viajó a la República Centroafricana en 2004, junto a una delegación encabezada
por el fundador de la organización TransAfrica, Randall Robinson, y la
congresista estadounidense Maxine Waters, quienes desafiaron la política
estadounidense y escoltaron a los Arístides de regreso al hemisferio
occidental. Aristide confirmó en ese viaje a Democracy Now! que había sido
depuesto mediante un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos. Durante los
siete años siguientes, el expresidente haitiano vivió en Sudáfrica en calidad
de exiliado.
Respecto a las
afirmaciones que sugieren que las bandas criminales controlan actualmente
Haití, la profesora Pierre expresó: “La llamada ‘violencia de las pandillas’ no
es realmente el principal problema en Haití. El principal problema de Haití
radica en la constante interferencia de la comunidad internacional. Y la
comunidad internacional es, aquí, de manera explícita, Estados Unidos, Francia
y Canadá”.
Según se informa,
el Gobierno de Biden está contemplando la posibilidad de trasladar a
solicitantes de asilo haitianos a la tristemente célebre base naval
estadounidense ubicada en el territorio cubano de la bahía de Guantánamo. Si
este plan se concreta, estaríamos presenciando una repetición de algunas de las
políticas más lamentables de Estados Unidos en su larga historia de explotación
del pueblo haitiano.
Honduras, mientras
tanto, tiene actualmente una presidenta elegida democráticamente: Xiomara
Castro. El esposo de Castro, Manuel “Mel” Zelaya, fue elegido presidente del
país en 2006 y depuesto por un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en
2009. En los años siguientes, Honduras se convirtió en un narco-Estado, lo que
obligó a cientos de miles de personas a huir de la violencia y buscar refugio
en Estados Unidos y otros países del mundo.
En 2013, Juan
Orlando Hernández fue elegido presidente en medio de denuncias que lo acusaban
de infringir las normas relativas al financiamiento de las campañas
electorales. Posteriormente, en 2017, fue nuevamente elegido presidente, en
unas elecciones ampliamente consideradas como fraudulentas. Poco después, su
hermano Juan Antonio Hernández fue arrestado en la ciudad de Miami por tráfico
de drogas. Tras la elección de Xiomara Castro como presidenta, el propio Juan
Orlando Hernández fue arrestado y extraditado a Estados Unidos por tráfico de
cocaína. El 8 de marzo pasado, el expresidente hondureño fue declarado culpable
en un tribunal federal de Estados Unidos y actualmente aguarda su sentencia.
La profesora de
historia Dana Frank, que estaba en la sala del tribunal, dijo a Democracy Now!:
“Las pruebas eran escalofriantes. […] Era una letanía de asesinatos de fiscales
y periodistas, de hechos de corrupción de la policía, los militares, los
políticos, el presidente, el hermano del presidente, lo que sea que se les
ocurra… Fue como si se corriera el telón y se pudiera ver el funcionamiento
cotidiano de este tremendo mecanismo violento y corrupto que fue el Gobierno de
Juan Orlando Hernández […]. Esto fue lo que sucedió después del golpe de
[Estado] de 2009, que abrió la puerta a la destrucción del Estado de derecho en
Honduras”.
La intervención
estadounidense en Haití, Honduras y otros países es una de las principales
razones que lleva a las personas a buscar asilo en Estados Unidos, en su
intento de escapar de la violencia, la pobreza y la persecución que enfrentan
en sus países de origen. Los medios de prensa de Estados Unidos casi nunca
hacen alusión a ese aspecto del conflicto. Para entender y, en última
instancia, resolver la “crisis migratoria”, la población estadounidense debe
comprender lo que su Gobierno ha hecho durante mucho tiempo en su nombre y con
el dinero de sus impuestos: armar y sostener regímenes brutales en el
extranjero.
© 2024 Amy Goodman
Traducción al
español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la
conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de
450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema:
Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le
Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente:
https://www.democracynow.org/es/2024/3/15/haiti_honduras_y_la_hegemonia_estadounidense
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